15 de enero de 2025
Comentario destacado
Writing and editing
–La violencia engendra violencia -dijo el jefemilitso con voz untuosa-. Se resistió al arresto legal. –Será tu propia tortura -dijo con aire serio-. Quiera Dios que te torture hasta volverte loco. –¡Uf! Llevo más de doscientos treinta, perdí la cuenta. Ha de saber Dios que todo lo ve, lo oye y lo entiende, que en su Basílica Mayor, nuestra Catedral Metropolitana, en las bancas de atrás se venden los muchachos y los travestis, se comercia en armas y en drogas y se fuma marihuana. Por eso, cuando está abierta, suele haber un policía vigilando. Pregúntenle a ver si invento. ¿Y Cristo dónde está? ¿El puritano rabioso que sacó a fuete a los mercaderes del templo? ¿Es que la cruz lo curó de rabietas, y ya no ve ni oye ni huele? Al olor sacrosanto del incienso se mezcla el de la marihuana, la que sopla desde afuera, desde el atrio, o la que se fuma adentro. La mezcla te produce cierta religiosa alucinación y ves o no ves a Dios, dependiendo de quien seas. –Hace días que anda por aquí ese pájaro -me explicó-, pero por más que quiero no logro verlo. Se me va, se me va. –¿Y tus padres? -preguntó Camargo-. Qué hacen tus padres? –Soy una persona, Camargo. No me podés tomar ni dejar. No le pertenezco. Soy de nadie. Sólo ahora sé que, por lo menos, me pertenezco a mí. –De acuerdo, de acuerdo. Tal vez estamos todos un poco cansados. Mejor no hablemos más. -Me sorprendió y un poco me pusopuglioslusar al Lerdo,goborando de ese modo, tan sensato. El Lerdo dijo:- Lo mejor es irse a dormir, de modo que andando para casa.¿De acuerdo? -Me sorprendió mucho. Los otros dos asintieron, diciendo de acuerdo de acuerdo de acuerdo. Yo agregué: –Hemos leído cosas tuyas -dijo el muchacho. Años hace que no venía a esta catedral al Oficio de Difuntos, a rezar por Medellín y su muerte, pero ahora Alexis, mi niño, me acompaña. He dejado de ser uno y somos dos: uno solo inseparable en dos personas distintas. Es mi nueva teología de la Dualidad, opuesta a la de la Trinidad: dos personas que son las que se necesitan para el amor; tres ya empieza a ser orgía. Viniendo de la catedral, en el parque de Bolívar donde Junín desemboca a éste, en ese Centro Comercial de ladrillo que construyeron sobre el sitio mismo en que se levantaban, siglos ha, arqueológicamente, las dos cantinas de mi juventud, el Metropol y el Miami, ahí presenciamos la escena: un gamincito sucio y grosero insultaba llorando a un policía: "¡Gonorrea! -le decía-. ¡Por qué me pegaste, gonorrea!" Y tres de los espectadores del corrillo defendiéndolo. Son esos defensores de los "derechos humanos", o sea los de los delincuentes, que aquí surgen por todas partes espontáneamente para sumársele al "defensor del pueblo" que instituyó la nueva Constitución que convocó el bobo marica. Yo no sé por qué le pegaría el policía y si le pegó, pero la palabra en boca de ese niño era la más cargada de rencor y de odio que he oído en mi vida. ¡Y miren que he vivido! "¡Gonorrea!" El infierno entero concentrado en un taco de dinamita. "Si este hijueputica -pensé yo- se comporta así de alzado con la autoridad a los siete años, ¿qué va a ser cuando crezca? Éste es el que me va a matar".Pero no, mi señora Muerte tenía dispuesto para esta criaturita otra cosa esa tarde. El policía, uno de esos jovencitos bachilleres que están reclutando ahora para lanzarlos, sin armas y atados de manos por las alcahueterías de la ley, al foso de los leones, no sabía qué hacer, qué decir. Y los tres defensores enfurecidos, abogando por el minúsculo delincuente y cacariando, amparados desde la valentía cobarde de la turbamulta, que dizque estaban dispuestos que dizque a hacerse matar, que dizque si fuera necesario, del que no tenía armas. Pues se hicieron pero del que sí: sacó el Ángel Exterminador su espada de fuego, su "tote", su "fierro", su juguete, y de un relámpago para cada uno en la frente los fulminó. ¿A los tres? No bobito, a los cuatro. Al gamincito también, claro que sí, por supuesto, no faltaba más hombre. A esta gonorreíta tierna también le puso en el susodicho sitio su cruz de ceniza y lo curó, para siempre, del mal de la existencia que aquí a tantos aqueja. Me miraron extrañados y dejaron de pensar. Entonces el tiempo volvió a ponerse en marcha y oí afuera lo que los ilusos llaman «la realidad»: los carros pasando por la calle, los pájaros cantando en el jardín… Un instante más de «realidad» e iba a llegar la Muerte. Así lo sentí. Venía a caballo de latarde que había vuelto a fluir, montada en el tiempo infame. El Vesubio,leí. Un cartel de latón con el dibujo en colores de un volcán.El corazón de Nápoles en el centro de Córdoba.Eso, en la vereda enfrente, ante lo que parecía ser una cantina o una trattoria; en esta vereda, el Colegio Monserrat, su portalón cribado de remaches, sus paredes amarillas y sus rejas. Y, aferrado a las rejas, el fantasma de Monteagudo buscando eludir la vigilancia del todavía más remoto fantasma del obispo Duarte para cruzar hasta El Vesubio y comerse una porción de muzzarella. Alrededor del volcán, y sobre su cráter, el Mediterráneo y el cielo eran azules como los ojos de Julia Felice; del cráter brotaba una suerte de humito alegórico. Fue tan inesperado que me ofendí. –No me lo preguntó. Además no entiendo mucho de esas cosas. Regresé al anochecer al manicomio, al moridero, y me encontré con la siguiente escena en la sala: embobados, empendejados, lelos, oían la reina zángana y su gran colmena al matrimonio de tanatófilos soltar carreta: el hilo pegajoso de su discurso los envolvía, los enredaba en una densa trama de miel. En las cortas horas de mi ausencia habían aceptado que papi se muriera y que se nos derrumbara la casa. Subí corriendo enloquecido la escalera y entré a su cuarto: por la persiana entreabierta de la ventana que daba al volado se filtraban los últimos rayitos del sol, y en la penumbra insidiosa venía a morir la luz del día. Él murmuró: Es lo mismo. Fidelidad. Fidelidad fanática, hasta la muerte. Lealtad al signo primordial regidor de la cabeza y del fuego. Todo lo que no tenga que ver con esto, vaderretro, evade el recto destino combustible de tu estirpe. Coexisten, en tu tipo astral, dos Esteban: el superior y el otro, el deleznable. Y como es obvio, amén de redicho, en ese microcosmos paradojal nosotros gobernamos al Esteban superior; él, el elegido para las tareas luminosas, es quien va a casa de Verónica, sonríe cuando no debe, irradia frescura cuando le arden las zonas del sentimiento y, para darte un ejemplo lastimoso de esto último, decide leer alcamarada Lenin en vez de armar una bomba casera, cuando descubre que Josefa Bartolotti lo que tiene es hambre. Él huye por las escaleras en calzoncillos, no honra al padre ni a la madre, codicia mujer e ideas ajenas, no ama a su prójimo ni mucho menos a sí mismo, se olvida de santificar sus propias fiestas, sus efemérides, motivo por el cual deja plantada a la niña de Plaza Irlanda junto a un alegórico relieve, añorando sus anillitos. No interrumpas. Me refiero al impuro, humano, vivo, contradictorio Esteban con antorcha. Porque el artista, fíjate bien, el artista, para sobrevivir en este mundo y en el que se avecina, ha de poseer una fuerte dosis de inmoralidad. De ahí lo de la falta de principios. Inmoralidad -y empleo nomenclaturas a nivel burgués para facilitarte la comprensión jesuíta de conceptos cuyo sentido, en los hechos, te resulta desde antiguo familiar- inmoralidad, o quizá amoralidad, que si bien permitirá a un gran artista obtener espléndidos resultados en la construcción de una catedral en homenaje a la Sagrada Familia, pongo por caso, y no al azar, le impedirá en cambio no ya salvar el alma, que para eso nunca hizo falta la divertida gente del subsuelo, sino también fundar una..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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¿QUÉ SACÓ DE TU TIEMPO DE SILENCIO HOY?

Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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