15 de enero de 2025
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La noche del 25 de julio, Camargo está adormecido oyendo el cuarteto en re mayor de César Franck cuando la mujer entra en el departamento al terminar elscherzo, veinte minutos después de las once. Parece ansiosa, desorientada, sin saber qué hacer con su alma. Lleva un abrigo largo, negro, y debajo un conjunto de paño gris. Deja el abrigo sobre la cama con un ademán rápido, compulsivo y, al volverse hacia el espejo, descubre algo que parece sorprenderla. Durante dos o tres minutos estudia las ojeras, las ligeras arrugas de la frente y la hinchazón de una herida en los labios. La temperatura ha cambiado de un extremo a otro del termómetro, y la transición del frío de la mañana a la súbita calidez de la tarde pudo haberle abierto alguna grieta en los labios. Camargo recurre al telescopio y advierte que ella está pasándose la lengua sobre un hilo muy ligero de sangre. La herida es reciente, por lo tanto, aunque la extrañeza con que se la mira pertenece a algún momento del pasado. Tal vez sea una herida del pasado que de pronto reaparece. Con las mujereses siempre así, ya lo sabe Camargo. No pierden nada de lo que han vivido. Llevan de un lugar a otro todo lo que les sucede y, cuando acumulan demasiado, lo que les sobra sale a la luz sin que ellas puedan evitarlo. A veces es un vestido o un perfume, otras veces es una herida como la que ahora tiene en los labios la mujer que está enfrente. Sin desvestirse, ella enciende la luz del velador, al lado de la cama y toma el tubo del teléfono. Vacila unos segundos, pulsa las teclas de algunos números, y vuelve a colgar el tubo. –Podríamos decir que es un caso critico, señor. Así que Georgie y Pete dejaron las grasientaspischas sobre la mesa, entre los papeles rotos, y se echaron sobre el veco escritor, cuyosochicos de armazón de carey estaban rajados pero seguían sosteniéndose, mientras el viejo Lerdo bailoteaba y hacía temblar los adornos de la chimenea (de un golpe los barrí todos, y ya no pudieron seguir temblando, hermanitos), y trabajando con el autor deLa naranja mecánica,de modo que ahora tenía ellitso todo púrpura, y soltaba sangre como una clase muy especial de fruta jugosa. –De qué generación habla, qué edad tiene. Al final, me cuentan sus amigos, se había vuelto egoísta, lo que nunca fue. Que escondía hasta la marihuana, que no vale nada. Entonces por asociación de ideas recordé la furia que le entró un día de esos últimos años (cuando el sida aún no le explotaba) a la simple mención del nombre de un conocido suyo que le había quitadoun muchacho. Montado en su caballito de ajedrez, San Jorge, con los ojos bajos, no mira al dragón. La damisela, sí lo mira. Toda la figura está armada sobre dos oblicuas que convergen en el frente y el espacio se parte en tres volúmenes. Como si los mirase al pasar el ojo volador de un pájaro. En el primer vuelo, las montañas se alejan sobre el fondo; en el segundo, el caballito se va achicando hacia adelante, lo que da al conjunto ecuestre cierta socarrona majestad estatuaria. El tercer vuelo apunta hacia otra dimensión. Como si abriera un agujero en la lámina, y en la pared, la caverna del dragón se ahonda desde la cabeza herida de la bestia hacia la izquierda y hacia atrás, cavando enigmáticamente en lo desconocido e inquietante. Ahí viven, nos guste o no, la cautiva y su Leviatán. ¿Qué hora será en el cuadro? Las figuras no proyectan ninguna sombra sobre el suelo. Es mediodía, o el pintor no ha podido romper aquí con la herencia gótica. Mediodía no es: esecielo habla del crepúsculo, y allá arriba, a la derecha, casi en el límite de lo posible, se ve la uñita del cuarto menguante de la Luna. Lo que impresiona es ese nubarrón. Por lo menos era martes, día de peregrinación a Sabaneta: cuando llegamos en plena plaza se estaban encendiendo a bala dos bandas que no se podían ver, pero que ni en pintura. Se estaban dando plomo a lo loco estos dos combos "por cuestiones territoriales", como decían antes los biólogos y como dicen ahora los sociólogos. ¿Territoriales? ¿Dos bandas de la comuna nororiental, que como su nombre lo indica está en el Norte, agarradas de la greña en Sabaneta, que está en el Sur, en el otro extremo? Sabaneta goza de extraterritorialidad, amigos, y aquí no me vengan a dirimir sus querellas de barrio: esto es marabierto para todos los tiburones. ¡O qué! ¿Creen que María Auxiliadora es propiedad privada? María Auxiliadora es de todos y el parque de nadie: que ninguno sueñe con que es propio porque orinó primero, porque en este parque nadie orina. –Comprendo -dijo el veco-. ¿Y saben tus padres de tu traslado y tu próxima libertad? -Eseslovolibertadtenía unsvuco realmente hermoso. Así, el plomo es la parodia del oro. –Váyanse. Váyanse o disparo. Por ahora nada. Tu demencia por ahora es puro embellecimiento, frivolidad y miedo. Hay, no lo niego, cierta rareza de alma, cierta alteración fisicoquímica en la actividad nerviosa superior, pero, en los hechos, es despreciable. No estás ni más ni menos maduro que, cuando de chico, leyendo a Lombroso, te palpabas los parietales y el occipucio para ver si eras criminal. Pero, del mismo modo que el crimen reclama una conducta criminal hay también una praxis de la locura. Y tanto bajo esas bóvedas como bajo las del cielo, ya no se trata de describir, sino de transformar. Tu enfermedad es teórica. Algún promisorio chisporroteo, advertido a veces en el segundo sistema de señales, es un mero coquetear idealista, neorromántico, y su resultado más bien flatulencial. Hyblis aún no ha entrado en lucha con el Gran Enemigo; pero, también acá, sin violencia no hay modificaciones. No hay revolución. Se exige el primer acto de terrorismo, el delito de lesa majestad cerebral. O espiritual. O del alma. Como te guste llamarlo. Y después: el gran estallido. Cambiar de mano los procesos de excitación e inhibición, ponerse de cabeza, darse vuelta como un guante, subvertir todos los valores de lo que hasta nuestro ómnibus hemos llamado salud, cordura, equilibrio, vida, sentimientos normales. Y tomar el poder sobre ese caos. Y mantenerlo. Tu esfera luminosa, aquella cualidad de la materia altamente organizada -el cerebro-, psicopatológicamente hablando carece aún de líderes. Hyblis, formidable caudillo, tiene la palabra. E Hyblis, el maldito orgullo, se paró y dijo: Ahora es el momento. Después el Diluvio. O el orden nuevo. No siendo así, tu locura es un chiste de salón. Hay, lo repito, rasgos ciertamente promisorios, curiosidad perversa por lo maligno, ambiguo y peligroso, cierta vocación, no localizada todavía en un punto morboso estable, a trabar relaciones con un tipo de estímulos, y, singularmente, sólo con ellos. Y además, la infinitesimal libélula hereditaria, el gen -la locura de mamá-, la manía silbatoria de papá sus deambulaciones nocturnas que solían terminar de cabeza contra la pared y la incontenible risa infantil que a pesar del miedo nos causaba el espectáculo. ¿Y los sueños? Demasiado vividos y vividos, a veces, demasiado proféticos, harto lúcidos para ser sólo sueños, sobre todo cuando pensamos que si uno tiene los ojos abiertos debe estar despierto. ¿Y esas ideas raras, que acosan con la violencia y la claridad de certezas, pero mejor no compartir con nadie? Ah, sí, calla lo que sabes, muérdete la lengua antes de murmurar a nadie lo que sueñas o sabes, dijo el Salmista. Muy bien, hijo. En esas oscuras y peligrosas aguas encontrarás la esperma de tu ballena, tu perseguida materia de encender lumbre. Las características o taras ya enunciadas, y una temprana propensión (que te fomentamos) a la lectura de cierto tipo de biografías ilustres, al punto que, de diez citas que se nos ocurren, nueve pertenecen a locos furiosos, borrachos, criminales, homosexuales, malformados o suicidas, tales características configuran el aura, el territorio fértil: las condiciones revolucionarias. Lagenus anormalis vatum.Pero tener aire de familia no significa ser pariente. Pobre Santiago. Falta el acto, la lesión violenta, esa parte de la tragedia que los griegos llamaban catástrofe y que aquí, en espera de mejor nombre, llamaremos trauma psíquico. Romper bien rota tu alma, dicho sea en versión libre aunque literal. El último eslabón de la cadena etiopatogenética. Tu locura, por ahora, es una forma nacional de la demencia precoz, síndrome sudamericano de características esencialmente retóricas que aparece en la adolescencia, da material para un librito y se cura por completo alrededor de los treinta años. Sin dejar el menor rastro. En los casos agudos, no dando resultado el librito, se recomienda cojer un poco más seguido. La cama matrimonial es el mejor sanacabezas de los artistas argentinos. Tu demencia, por ahora, es literaria. Pero como aquí se trata precisamente de esto, y como nadie ignora que mis cláusulas se graban de puño y letra en un documento escrito con sangre, todo lo cual es quizá una figura de las bellas letras, y como lo único que se les pide a ustedes es bellas figuras escritas con sangre, testamentos, papeles armoniosos y sangrientos por los cuales se salven, o se pierdan, se justifiquen o se condenen para siempre, me parece que hemos vuelto a la cuestión de fondo. Comenzamos hablando de la fidelidad. –Lamento el presente, no el pasado. Remis parecía incómoda y a la vez halagada, y no sabía dónde esconder la incomodidad. Tomó agua a sorbos rápidos, con la insensatez de un pajarito. Las manos eran anchas y los dedos, demasiado corros. Todo su encanto estaba en la expresión de libertad que, aun atemorizada, seguía teniendo, y en la galaxia de lunares del pecho. Estaba sobre todo en la fragancia del cuerpo que la acompañaba como una luz o una dulzura invisible. Se levantó y preguntó con timidez dónde estaba el baño. Cuando la vio subir la escalera de caracol, Camargo observó sus piernas y distinguió una mancha pálida sobrelos tobillos demasiado gruesos, otro lunar excitante debajo de las medias de seda. Remis no era linda, volvió a decirse, sólo altanera. Sin embargo, irradiaba una sexualidad primitiva, un irresistible olor animal. .

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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