15 de enero de 2025
Comentario destacado
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Después explicó sonriendo que esto, naturalmente, debía tomarse como una interpolación destinada a evitar cualquier malentendido, pero que él estaba allí para tratar otro asunto. Se abrochó la bragueta. El efecto fue sorprendente. Como si la expresión de las caras, el movimiento de los cuerpos, el sonido de la música, regresaran a esta región de la realidad. Volvió a oírse el saxo de Paul Desmond. Verónica terminó de encender su cigarrillo. El alto señor de la ventana bajó su vaso y lo puso sobre una mesita. Bastían, muy pálido, miraba a Esteban y la mejilla volvía a temblarle con el mismo tic colérico de esa mañana. Otro asunto, repitió Lalo. La última batalla del abuelo Laureano y su degüello en los pantanos del sur. Despejen, por favor, la alfombra. Vos, Elena, alcánzame ese florero. Gracias. Este florero es el mangrullo donde el abuelo medita sobre el destino de la Patria y la muerte de las ilusiones. El campo de batalla tenía la forma aproximada de esta piel de oso, piel, dicho sea de paso, que perteneció a una bestia que cacé yo mismo en el Yukón, acá pueden ver el tiro. Vos, Graciela, ya que entraste, decile a Verónica que me dé las llaves del tallercito de Roque, preciso los coraceros y los blandengues, y una berlina. Y de paso que saquen esa música de mierda, pongan una zamba o aunque más no sea un tango. Mientras armo todo, ustedes pueden ir a dar una vuelta por el parque. Hay una tormenta eléctrica exacta a la de hace ciento cuarenta años. –¿Qué quiere? -pregunta. –Se equivoca, señor. Se confunde dijo Reina. –Hablábamos de los autodidactas -dije sorpresivamente, retornando de golpe una cuestión que parecía terminada, como quien finge atarse los zapatos y levanta del suelo un adoquín, y lo muestra-. Este hombre, fíjate, adivinó que no soy universitario. Me dio justo en el complejo. Tomemos un café en el barcito. Y de cualquier manera, piensa Espósito, dentro de sesenta o setenta años, ninguno de los invitados a esta fiesta va a estar vivo. Haya guerra o no. Haya peste o no. Daba exactamente lo mismo. Morir atropellado por un auto, de gripe, o porque le explota a uno la bomba de hidrógeno en lacabeza,dónde estaba la diferencia. Cinco mil millones de personas no pueden morir más de lo que muere una sola persona. Ahogarse en el Diluvio Universal no era peor que ahogarse en la banadera. Qué haríamos en las fiestas, piensa Espósito, si no estuviéramos todos condenados a muerte. Sintió que Brenda trataba de apagar los sollozos que se le habían encendido, pero eran demasiados. De las cenizas de un sollozo brotaban las llamas de otro. –Gente, no. Mujeres. Se creen por encima de los demás. Son las que han matado a Dios para quedarse con el lugar todavía caliente. Podría avisarles que Camargo viene para acá, se dijo Reina. Ya habrá pasado Carmen de Areco. Andará por la llanura sintiendo la rareza de la quietud, porque en lo liso todo parece estar siempre inmóvil salvo el cielo: las estrellas, las nubes, el arco sin luz del horizonte van desplazándose como ovejas obedientes mientras lo que hay en la Tierra siente que no avanza hacia ninguna parte, sólo salta de una oscuridad a otra oscuridad. Pero si digo lo que sé, me acosarán con preguntas que no quiero contestar. Ya van a tener todas las respuestas en el diario de mañana. Por pobreza de presupuesto, por mezquindad de país, por indigencia mental, las telenovelas colombianas en cambio pasaban todas en un cuarto y sus actores eran tan feos, tan feos, tan sosos, tan desangelados que haga de cuenta usted gentecita corriente de la vida, de la que uno ve día a día por montones en la calle, orinando contra un poste o caminando en sus dos patas. ¡Qué aparatico imbécil el televisor! Maravilloso el radio y sus radionovelas en que la señora podía, si quería, imaginarse que andaba en lecho de rosas tomando champaña con el Príncipe Azul. Aunque pensándolo mejor, ¿para qué iba a querer mi abuela tomar champaña habiendo chocolate? ¿Y para qué un Príncipe Azul si tenía a su lado y para siempre a mi abuelo? Sentí que me estabas mirando; pero no ahora: no mirándome en ese momento o desde hacía unos segundos, no Graciela Oribe en esta calle de Córdoba, que fue algo así como mi Piedra de Rosetta de la ciudad y desde donde se veía frente a la Universidad Mayor una placita que se llamaba Obispo Trejo y muchos años después, durante una semana, se llamó Camilo Torres, y hoy podría llamarse la Ruina de los Sueños; no vos desde tus ojos, sino un genero, una raza, una especie entera, dejándome hablar como a un chiflado inofensivo y mirándome desde hacía varios milenios. La mirada antiquísima y sosegada, los ojos inmemoriales de la Bona Dea. Momento en que me oí decir que tenía sacado el pasaje a Buenos Aires y que me iba al día siguiente. –¿Te sientes enfermo ahora? -preguntó, siempre con la vieja sonrisadruga en ellitso-. Estás bebiendo té, descansando, charlando tranquilamente con un amigo… ¿no es cierto que te sientes bien? –Bien, supongo que eso es todo. -El jefe de loschasos observó: Es esa desesperación por huir de vos la que te induce a tomar el control de su cuerpo desnudo filmándola en secreto. Mientras la contemplés en el televisor de San Isidro, a tamaño natural, podrás ir amansándola, atrayéndola. No hay materia duradera en las apariencias del mundo, pero la voluntad del yo puede rehacer la materia, enseñarle el camino de la sumisión. Al apropiarte de su imagen, también poseés su cuerpo: ésa es una de las sabidurías remotas que los seres humanos han desaprendido. –Cierra la trampa, yid -queriendo decirle que se callara, pero era una cosa muy insultante. El Judío Gordo ya iba a largarle untolchoco, y el doctor dijo: –Y cómo estás vivo. Cómo no quedaste idiota o lisiado. La viste sentarse ante la computadora y revisar el correo. Estaba agitada, sin tiempo para responder a los mensajes. De día era más difícil observarla, porque la luz de la calle dejaba demasiados espacios en la penumbra. Pero sus movimientos se volvían nítidos cuando estaba cerca de la ventana, se miraba al espejo o abría la heladera..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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