15 de enero de 2025
Comentario destacado
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Y llegó la mañana en que me desperté y tomé el desayuno de huevos, tostadas y jalea, ychai con leche muy caliente, y entonces pensé: -Ya no falta mucho. Debo de estar cerca del final. Sufrí el máximo, y no puedo más. -Y esperé, esperé, hermanos, que laptitsa enfermera trajese la jeringa, pero no apareció. Y en eso llegó elsubveco de chaqueta blanca, y dijo: Espósito consiguió ladear un poco la cara. Echó la silla hacia atrás y puso los pies en el escritorio. La voz se le volvió más pausada. En los momentos de meditación se le aflojaba la mandíbula y se demoraba en cada palabra. Quiero una cabeza fresca, dijo, alentado por un inesperado pálpito. Llamen a Reina Remis. Esa chica escribe derecho toda la teología que está torcida. En eso o en lo que fuera, el día amaneció normal, asesino. Ni rastro de la noche borrascosa. Poniendo cara de inocente la luz del día, hipócrita, mentirosa. Fuimos a comprar el refrigerador para la mamá de Wílmar, y me dio por pasar de regreso por el Versalles dizque a comprar pasteles. Esos pastelitos "de gloria" que hacía mi abuela, y que no se comen ni en la misma Viena. –No me llame señor -decís-. Soy el doctor Camargo. Si Ángela muere ahora, le voy a hacer un juicio por incompetencia. ¿No sabe usted en qué país vivo? Dirijo un diario, ¿sabe? Acá el gobierno está cayéndose a pedazos. –¿A las diez, te parece? »Sí sí sí -dijo-. Hay ciertos hombres que quisieron utilizarte, sí, utilizarte con fines políticos. Les hubiera alegrado, sí, alegrado que murieses, y le habrían echado la culpa de todo al gobierno. Creo que sabes quiénes son esos hombres. En ese punto de su enfermedad y del siglo mi hermano no tenía salvación. Estaba más muerto que el milenio. Toda la tarde el jefe había estado pensando en ella: eso fue lo primero que le dijo. Ordenó que le sirvieran café, apagó los televisores que transmitían la querella judicial de un funcionario de las aduanas contra un ex ministro que lo había acusado de corrupción, y la miró con extrañeza, como si reconociera a unamujer que estaba atrás en su vida y había perdido, o a una vida que había perdido. Toda la tarde he estado pensando en vos, repitió. –Caudaloso. El ingeniero que proyectó este entubamiento tenía una idea algo febril de las cosas. De mala sangre, de mala raza, de malaíndole, de mala ley, no hay mezcla más mala que la del español con el indio y el negro: producen saltapatrases o sea changos, simios, monos, micos con cola para que con ella se vuelvan a subir al árbol. Pero no, aquí siguen caminando en sus dos patas por las calles, atestando el centro. Españoles cerriles, indios ladinos, negros agoreros: júntelos en el crisol de la cópula a ver qué explosión no le producen con todo y la bendición del papa. Sale una gentuza tramposa, ventajosa, perezosa, envidiosa, mentirosa, asquerosa, traicionera y ladrona, asesina y pirómana. Ésa es la obra deEspaña la promiscua, eso lo que nos dejó cuando se largó con el oro. Y un alma clerical y tinterilla, oficinesca, fanática del incienso y el papel sellado. Alzados, independizados, traidores al rey, después a todos estos malnacidos les dio por querer ser presidente. Les arde el culo por sentarse en el solio de Bolívar a mandar, a robar. Por eso cuando tumban los sicarios a uno de esos candidatos al susodicho de un avión o una tarima, a mí me tintinea de dicha el corazón. Reina sabía lo que iba a hacer. Lo había planificado desde mucho antes de hablar con Camargo, pero no quería decírselo. Sabía qué hacer pero no cómo. Identificó al abad, que estaba sentado en el escaño más alto de la fila derecha, apoyando la cabeza en un respaldo alto del que surgía una paloma de madera erizada de rayos. Cuando terminara el Salve Regina, pensaba arrodillarse ante él y besarle las manos. Le entregaría un sobre con una nota. Había prometido no pronunciar una sola palabra, pero si era preciso le diría: «Vengo de parte de la dama protectora». Ninguna falsía. La nota erabreve, elemental. Cada palabra debía mantener en vilo la atención del abad: «El presidente no pudo haber visto a Nuestro Señor Jesucristo. Al recibirlo en esta santa casa, usted se conviene en cómplice de la impostura. Relea la Primera Epístola a los Tesalonicenses, capitulo 4, versículos 1518. Fíjese en el capítulo 24 del Evangelio según san Mateo, repase el Libra de la Revelación. Recuerde que Cristo sólo puede volver a la Tierra cubierto de gloria y anunciado por los arcángeles el Día del Juicio Final. Este no es el Juicio Final. El presidente está abusando de su buena fe y va a dejar en ridículo a la Orden de San Benito». Firmaba: «Reina Remis, enviada de la dama protectora)). –¿Si te acordás, Darío, del Andresito que te regalé en Bogotá cuando nos reconciliamos y te contagié el vicio de los muchachos? Eso que dije yo es lo que debió decir la autoridad, pero como aquí no hay autoridad sino para robar, para saquear a la res pública… Y así me encuentro a Sabaneta, el pueblo sagrado de mi niñez, en el bochinche y la guachafita, en el más descarado desorden que me están introduciendo estos cabrones. Mi indignación no podía más, me estaba dando un ataque de ira santa. "¡Uuuuuu! ¡Uuuuuu!" aullaba una ambulancia con su letrero de ambulancia escrito al revés para que uno tenga que leerlo patas arriba dando la vuelta; paraba en seco y se bajaban dos camilleros a recoger a los muertos. Dos, tres, cuatro… ¿Esto es la guerra de Bosnia-Herzegovina o qué, una masacre? Y hé aquí otro ejemplo de lo hiperbólico que se nos ha vuelto el idioma en manos de los "comunicadores sociales". ¿Una masacre de cuatro? Eso es puro desinflamiento semántico. ¡Masacres las de ahora tiempos! Cuando los conservadores decapitaban de una a cien liberales y viceversa. Cien cadáveres sin cabeza y descalzos porque el campesino de entonces no usaba zapatos. ¡Ésas sí son masacres! Ustedes muchachitos de hoy en día no han visto nada, les está tocando muy bueno. ¡Masacres! La noche es lenta y ya te has levantado tres o cuatro veces, temeroso de que Momir se haya ido. Pero los dos crotos siguen yaciendo sobre sus basuras, con los cuerpos pegados a la cortina metálica de la tintorería. Antes de las once, como supusiste, ha llegado la mujer de enfrente. Después de un ritual más breve que de costumbre, la viste apagar la luz. No omitió la lectura de su correo en la computadora ni las fricciones sensuales en las piernas y los pechos con cremas tonificantes. Estás seguro de que ha reservado cornos el sábado para depilarse, arreglarse las uñas de las manos y los pies, preparándose para el encuentro con el amante. Es una lástima que no puedas verla dormir, entrar en ella y navegar en el río de su sangre. Si le vieras los sueños con tanta nitidez como tu cámara vio cada pliegue de su cuerpo, sabrías por qué te ha traicionado y a lo mejor, mientras la castigas, le acariciarlas la frente, no por misericordia, porque la ofenderla ese sentimiento, sino por amor a vos mismo, Camargo, por toda la vida que se te ha ido contemplándola. –El doble o la mitad de mi edad daría lo mismo. No puede porque no puede. Está solo, está lejos. Cuando uno está solo y lejos dice cualquier cosa. Sin embargo, cuando se aventuró en el auto con chofer que le había asignado el doctor Camargo para viajar a Los Toldos, una sola turbulencia le nubló el paso: la Ella de diez camiones que avanzaba amodorrada desde el Obelisco hasta la Plaza de Mayo, dejando caer unos bocinazos tuberculosos. El resto era silencio: la terca mudez de la ciudad infinita. A las puertas de las iglesias vio, eso sí, aglomeraciones de peregrinos que se desplazaban pegados a los muros con largos velones encendidos. Oyó algunos apagados coros de ultratumba, Cristianos venid, y luego el chofer le señaló con incredulidad la fila interminable que marchaba por la avenida Maipú hacia el norte, ávida por mirar aunque fuera de lejos una rama del limonero sagrado. Odia el departamento al que debe volver ahora. Odia las barandas cromadas de las escaleras, el ascensor silencioso, las paredes pintadas de blanco cadavérico, la asepsia, los espejos. Odia el desamparo de la calle que está debajo y la opresión de las noches en las que nada sucede, salvo la desdicha: podría estar en la intemperie de la llanura y todo sería menos impuro que ese núcleo de la ciudad en el que durante el día hay una vida virtualy, por las noches, la pesadez de la muerte verdadera. Pero ahora no puede marcharse. Tampoco tiene adónde ir. La madre le diría: ¿Cómo podes pensar así, con todo lo que hemos hecho para cuidarte y educarte? ¿Acaso nuestra casa no es tu casa? ¿Acaso ya no re gusta los domingos ir a Longchampscon tu padre y galopar en el alazán que alimentamos y lavamos sólo para que vos puedas montarlo? Imaginar el regreso a la casa familiar le infunde más miedo aún que la enfermedad o la miseria: dejaría de ser ella misma, retrocedería al estado de ninfa, al convento de la obediencia, a las reglas de la implacable hermana superiora. Sobre la lisura del cielo reinada un dios único y se apagaría la libertad de pensar en los mesías gemelos, en el mundo creado por un Principio Femenino y en la victoria final de los pobres sobre los poderosos. Sin libertad sólo habría resentimiento y desdicha, y ella no sería ella sino su madre. No. Es imperioso volver al departamento que odia porque allí, junto a la cama que quisiera destruir e incendiar, está el teléfono al que Germán va a llamarla, si acaso no la ha llamado ya. Como si no tuviera pies y manos la retrápoda para írselo ella misma a traer: dos pies con de a cinco dedos y dos manos con de a otros tantos. Dedos si tenía y en las cantidades estatuidas desde el Paleozoico por nuestra sabía madre la naturaleza. Lo que le faltaba era un tornillo en la cabeza. ¡El infaltable tornillo Rendón! Y digo infaltable como quien dice sol oscuro, por oximoron, pues no es que lo tengan sino que carecen de él. Por eso los Rendones no pueden subir ni bajar escaleras. En cambio si toman café..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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