15 de enero de 2025
Comentario destacado
What rhymes with homework
–Oh, ojalá pudiera creerlo. -Y se podíavidear que el director lo miraba como diciéndole que no ascendería en la religión carcelera tan alto como él creía. Aquí recomenzó la discusión a gritos, y entonces pudeslusar elslovo Amor que iba de un lado para otro, y el propiochaplino de la prisióncrichaba tan alto como los demás sobre el Amor Perfecto que Destruye el Miedo, y el resto de esacala. Y aquí el doctor Brodsky dijo, sonriendo con todo ellitso: Espósito alzó las manos muy lentamente, sin brusquedad, como si cualquier movimiento innecesario pudiera desencadenar esa fuerza que había presentido en el pasillo. El mal, pensó, lo que está sucediendo en este baño es el Mal. Muy despacio, sujetó a Bastián por las muñecas. Le ha dicho a uno de sus médicos que tiene problemas de insomnio y que, para reponerse, desearía dormir un día entero, desde la medianoche de un sábado hasta las cuatro de la tarde del domingo, por ejemplo. El médico le ha recomendado primero un ansiolítico, una droga que le relaje los músculos y ahuyente las tensiones, pero él lo rechaza. Ya otras veces ha hecho el intento, le dice, y ha sido peor: en vez de decrecer, la ansiedad lo ha vuelto loco. Un hipnótico, eso es lo que le hace falta. Fenobarbital entonces, responde el médico, después de dudar un rato. Si no damos con la dosis que te conviene, podrías despertarte con dolores de cabeza y mareos. No quisiera que luego me lo reclames. Un hipnótico, insiste A. Al fin de cuentas, es sólo para una vez. No tengo miedo a una reacción desfavorable de tu hígado y tus riñones, le dice el médico. Me preocupa que pueda afectare el miocardio. En todo caso, no te excedas de dos comprimidos antes de dormir, doscientos miligramos. Tampoco se ce ocurra beber alcohol: ni una gota. El efecto va a ser más firme con el organismo limpio. ¿Y si tomara tres veces eso?, pregunta él. Si quisiera caer desmayado y olvidar todo y echarme al cuerpo seiscientos miligramos, por ejemplo, ¿qué me podría pasar? No te morirlas, dice el médico, pero te costaría levantarte. Sufrirlas de vértigo, tu sueño se parecería al de las anestesias, seguramente vomitarlas. El efecto no sería muy diferente, pero las consecuencias, inútilmente, te harían sufrir. No se te ocurrirá probar eso, ¿no? Para qué, responde él. –Casi dos horas. –No me digas. Camargo soltó la carcajada. Era más bien una especie de rebuzno que avanzaba a empellones, como si le diera vergüenza reír y luego esa vergüenza dejara de importarle. De pie, al lado de la mesa, acariciando una carpeta con papeles, se internó en un largo discurso sobre las encrucijadas que lo habían desorientado en Los Toldos. A eso de las seis, contó, ya se sabía en Buenos Aires que el presidente no aguantaba más las liturgias benedictinas y quería marcharse de allí esa misma noche. Lo retenía sólo el teatro de viento que Enzo Maestro había montado con la visión de Jesucristo en la copa del limonero. Sentía urgencia por salir de allí, jugar al golf, respirar aire laico. Maestro le hizo prometer que se quedaría hasta el oficio de Vísperas. Después, podría refugiarse en la estancia La Unión, donde simularía una huelga de hambre. Allí se acostaría en un catre y se dejaría tomar un par de fotos, pero enseguida estaría lejos de la vigilancia de los periodistas, con libertad para montar a caballo y mirar televisión. En ese momento decidí que no quedaba nada por hacer en Buenos Aires, dijo Camargo. El ojo de la tempestad se había desplazado hacia acá. Armé una primera página con las fotos de Juan Manuel Facundo depositando los siete millones en el banco de Singapur y dejé dos columnas abiertas para tu historia. Sabía que el abad iba a reaccionar pero jamás imaginé que iba a enojarse tanto. A las ocho y diez me leyeron un comunicado del monasterio en el que se invocan instrucciones directas del Vaticano. Repiten más o menos lo que vos le dijiste al abad en tu carta, aunque con más diplomacia: que Cristo no puede volver a la Tierra hasta el Juicio Final y que las visiones del presidente son tal vez reales para él pero no para la Iglesia católica de Roma. Después de eso, la ficción de la huelga de hambre ya era ridícula. Yo estaba a mitad de camino, entre Carmen de Areco y Chacabuco. No tenía nada que hacer en el diario. Entonces pensé que lo mejor era celebrar la derrota de la bestia con la autora de la hazaña y volver mañana tempranoa la redacción. Vamos a viajar en el mismo auto a Buenos Aires, ¿está bien? Ya le dije a tu chofer que se fuera. –No sos su amigo porque no querés. ¿Cómo podés tener estómago para publicar todas las canalladas que me han repetido tus periodistas? –Lo metí para que no se fuera a dañar -contestaba desde arriba la santa-. ¡Yo no sé qué va a ser de esta casa cuando me muera! –Me estás viendo antes -dijiste-. Me estás viendo ahora, aunque no sé si vos te das cuenta. Santiago se tomó su tiempo para tragar, reflexionó un momento y dijo: Y en tanto sus manos descarnadas, fantasmales, seguían limpiando meticulosamente, sin prisas, la yerba santa de los haschidis, que iba sacando del pliego del pasquín, nos pusimos a hablar, de una cosa, de la otra, de la progesterona que le había provocado la retención de líquidos en el cuerpo y de las bellezas de antes cuando no existían estas malditas plagas del sida y el Internet, y cuando la vejez se nos hacía tan ajena, tan lejana, como el día en que dizque se va a apagar el sol. Que se apague que para eso Dios atiza el caldero hirviendo del infierno con la mano del Diablo. ¡O qué! ¿Nos va a cortar también este viejo cabrón la calefacción allá abajo? Espósito consiguió ladear un poco la cara. –No sé de qué estoy hablando. –Pasó algo trágico, doctor -le dijo-. Habíamos impreso ya la mitad de la edición cuando nos avisaron que se mató el senador Valenti. –¿Juana la mujer de Tarzán? -pregunté..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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¿QUÉ SACÓ DE TU TIEMPO DE SILENCIO HOY?

Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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