15 de enero de 2025
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–No sé, hija, no sé. Vamos a hablar mañana, otro día. –Muy bien, muchachos, comenzaremos demostrándole que también nosotros conocemos la ley, pero que conocerla no es suficiente. -Tenía unagolosa de caballero y hablaba con aire muy fatigado; y al hacerlo asintió con sonrisa dedrugo a un bastardo grande y gordo. El bastardo grande y gordo se quitó la túnica, y uno podíavidear que tenía una panza grande ystarria; y entonces se me acercó no muyscorro, y cuando abrió larota en una mueca lasciva y muy cansada, le olí elvono delchai con leche que había estadopiteando. Para sermilitso no tenía la cara muy bien afeitada, y uno podíavidearle parches de sudor seco en la camisa, bajo los brazos, y despedía ese olor parecido a cera de oídos. De pronto cerró laruca roja y hedionda y me la descargó justo en la barriga, lo que no estuvo bien, y todos los demásmilitsossmecaron con ganas, excepto el jefe, que conservó la sonrisa como cansada y aburrida. Tuve que apoyarme en la pared encalada, de modo que losplatis se me mancharon de blanco, y traté de recobrar el aliento, sintiendo un dolor agudo, y me pareció que iba a vomitar el pastel pringoso que había tragado por la tarde. Pero no pude soportar la idea de vomitar sobre el suelo, de modo que me contuve. Entonces vi que el matón gordo se volvía hacia losdrugosmilitsos para festejar realmentejoroschó lo que había hecho, así que levanté lanoga derecha, y antes que pudierancricharle aviso le apliqué un puntapié limpio y claro en la espinilla.Crichó como unbesuño, y se puso a dar saltos de un lado a otro. –No sé cómo son las otras mujeres. Yo soy cuidadosa con lo que me meto en el cuerpo. –No puedo dejar de pensar en vos, Reina -le dijo. Como ya dije,éramos cuatro y ellos seis, pero aunque obtuso, el pobre y viejo Lerdo valía por tres de los otros cuando había que pelear sucio y fuerte. El Lerdo tenía unusy o cadena verdaderamentejoroschó , una cosa que le envolvía dos veces la cintura, y entonces la soltó y comenzó a revolearla de lo lindo en los ojos oglasos . Pete y Georgie tenían buenos y afiladosnochos , y yo por mi parte llevaba una magnífica ystarriabritba, afilada yjoroschó , que en ese tiempo en mis manos cortaba y relampagueaba con arte consumado. Y ahí estábamosdratsando en la sombra, y la vieja luna con sus hombres acababa de aparecer, y las estrellas relucían como cuchillos que deseaban intervenir en ladratsa . Al fin conseguí tajearle el frente de losplatis a uno de losdrugos de Billyboy, un corte limpio que ni siquiera rozó elploto bajo la tela. Así, en medio de ladratsa estedrugo de Billyboy de pronto se encontró abierto como la vaina de un guisante, la barriga desnuda y los pobres y viejosyarblocos al aire, y como se vio así todorasreceado , agitaba los brazos y gritaba, de modo que descuidó la guardia, y el viejo Lerdo con su cadena hizo juisssss y le pegó justo en losglasos, y eldrugo de Billyboy salió trastabillando ycrarcando como enloquecido. Nos estábamos arreglando muyjoroschó , y poco después bajamos al número uno de Billyboy, enceguecido por un cadenazo del viejo Lerdo, y que se arrastraba y aullaba como un animal. Una buena patada en lagolová lo sacó de la carrera. La mujer volvió a vomitar y trató de levantarse pero no pudo. Ni siquiera parecía saber dónde estaba, y los tiempos debían de habérsele enredado, coma a él. El pasado se volvió presente o futuro, la realidad se estancó y ella, la mujer, sanará de la fiebre que ya no tiene, se cubrió de la sangre que todavía no ha visto, va en busca de agua: eso la desespera, la sed, la sed, pero el cuerpo no la obedece. Está privada de cuerpo, tal como vos querías, Camargo, no puede estar en sí misma ni tampoco en nadie. Sólo puede incorporarse ahora, prender la luz, y eso basta para que la energía perdidafluya otra vez en ella. Lo que ha visto la aterra, estás seguro, ¿pero cómo podría defenderse de un terror que ha sucedido ya, qué puede hacer? La ves caminar aferrada a las paredes, a los muebles, tambalearse. En cualquier momento se le aflojarán las rodillas y caerá de bruces. Y sin embargo sigue, sigue hacia la ventana. Ya no necesitás observarla a través del lente: la silueta se distingue con nitidez. Es una figura infernal. Vaya a saber cómo, parte del vómito le ha pringado el pelo. Una expresión de locura le destempla la mirada. Que la ventana se le resista la desquicia aúnmás. De todos modos, lucha con desesperación. Querrías llamarla por teléfono, Camargo. Es posible que, al descubrirse violada, con manchas de sangre y tal vez de mugre, se desconcierte y haga lo que no debe hacer. Pero va su destino se mueve solo. Detenerlo no está en tus manos. La ves golpearlos puños contra los vidrios, forcejear con la falleba, llevarse las manos a la cabeza. Te parece que llora, pero esa mujer no llora: no le han quedado lágrimas ni entrañas y de nada le valdría llorar, porque tampoco le ha quedado porvenir. Se esfuerza, acaso apoya la rodilla contra la pared, hasta que por fin la ventana cede. Las dos hojas se abren de golpe y el aire frío de la noche la toma por sorpresa. Luego se asoma a la calle desierta, en la que se amontonan, acá y allá, bolsas de basura. Son ya las ocho y en toda la extensión de esa calle de bancos y casas de cambio hay un desamparo cruel, que la mujer no advierte. Se asoma a la ventana como puede, inclina el cuerpo y grita, con una ferocidad más poderosa que sus pulmones: –Cuando salgas de aquí -dijo el min- no tendrás problemas. Nos ocuparemos de todo. Un buen empleo y un buen sueldo. Porque estás ayudándonos. –Nada de navajas ahora. No quiero tonterías con los asientos. Acabo de retapizar el coche. -Le calmé esosglupos temores y fuimos al bloque municipal 18A, y las dos audaces y pequeñasptitsas reían y murmuraban. Para abreviar diré que llegamos, oh hermanitos míos, y las llevé hasta el 10-8, y mientras subían la escalera jadeaban ysmecaban , y una vez allí dijeron que tenían sed, de modo que abrí el cofre de mi cuarto y ofrecí a las jóvenesdébochcas de diez años un verdadero yjoroschó escocés, aunque bien mezclado con agujas-y-alfileres. Se sentaron en mi cama (todavía sin arreglar) y balancearon las piernas,smecando ypiteando la bebida, mientras yo pasaba en mi estéreo sus patéticos ymalencos discos. Era comopitear una suave y perfumada bebida sin alcohol para niños en vasos de oro muy bellos, trabajados y costosos. Pero ellas decían oh oh oh y exclamaban «Desmayante» y «Cumbroso» y otrosslovos raros que estaban de moda en ese grupo infantil. Mientras pasaba esacala para que la oyesen, las animé a beber y luego a tomar otra copa, y la verdad que no se opusieron, oh hermanos míos. De modo que cuando ya habíamos escuchado dos veces los patéticos discos pop (eran dos:Nariz dulce,cantado por Ike Yard, yNoche tras día tras noche,gemido por dos horribles eunucosdesyarblocados que no recuerdo cómo se llamaban) ya estaban cerca de la histeria máxima de lasptitsas jóvenes, saltando de un extremo al otro de mi cama, y alrededor del cuarto, y yo con ellas. –Mirá, Leonel -le expliqué-, no les hagás caso a los médicos que vos ya no tenés remedio. El caso tuyo está más perdido que el hijo de Lindbergh. Mañana voy a venir con una tira para medir el azúcar, una botella de aguardiente y una ampolleta de insulina, y vas a ver si podés tomar o no. ¿Que el aguardiente te sube el azúcar? Te inyecto insulina y te la bajo. ¿Que la insulina te la baja? Te doy más aguardiente y te la subo. Y así, cayéndose y parándose Cristo vas a ver que llegás al Calvario. Hizo ademán de irse. Esteban la tomó del brazo. Salió del cuarto y tomó hacía abajo por la empinada escalera rumbo a la cocina a prepararse un café. –¿No son angelicales? -dice Verónica. –Se le cruzarán a usted, hermano. ¡A mí no, toco madera! Tan tan. –No se preocupe, doctor. Sé lo que voy a hacer. Ya llamé al abad para avisarle que estaré ahí a las siete menos cuarto. Uno de los monjes me va a esperar a la entrada. Necesitan mi cédula de identidad y la cana de presentación. Después de que verifiquen todo, van a guiarme hasta uno de los reclinatorios de la familia protectora. –¿Quién es éste? -pregunté-. ¿Por qué no me habla? ¿Qué hace aquí? –Es un mundo podrido porque permite que los jóvenes golpeen a los viejos como ustedes hicieron, y ya no hay ley ni orden. -Estabacrichando muy alto y agitaba lasrucas, y decía palabras realmentejoroschós, sólo que además le venía de lasquischcas ese blurp blurp, como si adentro tuviese algo enórbita, o como si lo interrumpieran bruscamente haciendo chumchum, y elveco amenazaba con los puños y gritaba:- Ya no es mundo para un viejo, y por eso no les temo ni así, chiquitos míos, porque estoy demasiado borracho para sentir los golpes si me pegan, y si me matan, ¿qué más quiero? -Smecamos , divertidos, y el viejo continuó:- ¿ Qué clase de mundo es éste? Hombres en la luna y hombres que giran alrededor de la tierra como mariposas alrededor de una lámpara, y ya no importa la ley y el orden en la tierra. Así que hagan lo que se les ocurra, sucios y cobardes matones. -Y para remate nos regaló un poco de músicalabial- Prrrrrrrrrzzzzzzrrr -la misma que les habíamos ofrecido a los jóvenesmilitsos, y reanudó el canto: –Sí -dije. –¿Y este piquito qué es?.

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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