15 de enero de 2025
Comentario destacado
Visual rhetorical analysis essay
El jujeño me miró y miró a Bastián. –Necesito verte antes. –Yo también; pero no es eso. Vos hablas envolviendo los hechos. Ciertos hechos. VII ¡Qué Réquiem ni qué Mozart! No bien se lo dijeron y que prende dos parlantes más, atronadores. Los vidrios del comedor reverberaban a punto de tronarse como cuando cantaba Caruso en la Scala. –Soy tu amigo, Camargo. Soy lo más parecido a un amigo que vos podes tener. Camargo ocupa lo que aún queda de la mañana en llamar al jefe de redacción de El Heraldo y a los directores de los tres semanarios que sobreviven en Buenos Aires. Después de sortear los untuosos pésames por la muerte de Ángela, les informa que una de las redactoras principales de El Diario, Reina Remis, a quien todos ellos conocen, ha recibido sobornos de una línea aérea, quizá también de una cadena de hoteles, y ha manipulado información en beneficio de esas empresas. Se lo advertí más de una vez, dice Camargo con la voz contrita, y aun así reincidió. No he tenido otro remedio que despedirla. Estoyseguro de que tarde o temprano los va a llamar para pedirles trabajo. No creo que les convenga aceptarla, y a mí, para serles franco, me ofenderla que lo hicieran. –Entre el Eufrates y el Tigris -dijo Santiago-; el viejo jardín del Abuelo. -Le dio el último mordiscón a su especial de salame y queso. -Qué asquerosidad es comer después de comer. –También un chal. –Te dejaré el desayuno en el horno. Ahora tengo que salir. -Lo cual era cierto, por esa ley según la cual los que no eran niños, o no tenían hijos pequeños o no estaban enfermos tenían que salir arabotar . Mi eme trabajaba en uno de los mercados estatales, como los llamaban, apilando en los estantes sopas y guisantes envasados, y toda esacala . Así que laslusé meter una fuente en el horno de la cocina, y después se puso los zapatos, y descolgó el abrigo colgado detrás de la puerta, y suspiró otra vez, y explicó: -Ahora me marcho, hijo. -Pero yo me dejé regresar al país de los sueños, y me adormilé realmentejoroschó , y tuve unsnito extraño y muy real, y no sé por qué pero lo cierto es que soñé con midrugo Georgie. En estesnito era mucho más viejo y muy áspero y duro, ygoboraba de disciplina y obediencia, y de que todos losmálchicos que estaban bajo susórdenes debían sometérsele sin chistar, y hacer el viejo saludo como en el ejército, y yo estaba en la línea, como los demás, diciendo sí señor y no señor, y entonces pudevidear clarito que Georgie tenía esas estrellas en losplechos y que era como un general. Y luego ordenó comparecer al viejo Lerdo con un látigo, y el Lerdo era mucho másstarrio y canoso, y le faltaban algunossubos, como se pudo ver cuandosmecó , alvidearme , y entonces midrugo Georgie me señaló y dijo: -Ese hombre tiene roña ycala en losplatis -y era cierto. Entonces me oí crichar: -No me peguen, por favor, hermanos -y eché a correr. Corría en círculos, y el Lerdo me perseguía,smecando ruidosamente y restallando el viejo látigo, y cada vez que yo recibía untolchoco verdadero yjoroschó sonaba una campanilla eléctrica muy sonora, ringringringring, y la campanilla también me hacía sufrir. Saliendo de conocer la iglesia de Robledo (un galponcito desangelado en donde a duras penas se para mi Dios), decidimos seguir pendiente arriba en busca de un mirador en la montaña para divisar a Medellín, para apreciarlo en su conjunto con la objetividad que da la distancia, sin predisposiciones ni amores. A mano izquierda subiendo, en una finquita vieja, un rodadero con un platanar seco, abandonado, leíase el siguiente anuncio en mayúsculas torcidas y desflecadas, como para cartel de Drácula: Estaban sin afeitar. Olían a frituras, a cigarrillos y a eructos de cerveza. Daban la impresión de no haberse bañado ni lavado. A lo mejor llevaban la ropa del día anterior. El tercer hombre dijo: –¡Ay Darío, lo que son las cosas, tan cerca uno del cielo y suspirando por él! No es mucho. –Eso -dije, sintiéndome muy enfermo-. Usar de ese modo a Ludwig van. Él no le hizo daño a nadie. Beethoven no hizo más que escribir música. -Y entonces me sentí realmente enfermo, y tuvieron que traerme un recipiente que tenía forma de riñón. Doblé por cualquier parte. Tomé un taxi y a las tres cuadras me salió al paso el edificio de la vieja Terminal. Me recuerdo discutiendo por un pasaje que no quería utilizar y volviendo al hotel por una vereda junto a la que se alzaba un paredón de piedra en el que vi una puerta con la siguiente inscripción:Casa de Dios y Puerta del Cielo.Hoy sé que era el paredón de la Compañía de Jesús, entonces no lo sabía. ¿Qué pasará si entro?, me limité a pensar. Antes hay como una laguna, una zona imprecisa y ambigua donde, estoy seguro, ocurrieron las cosas definitivas. Una moneda que se me cayó de las manos. O la aparición de la sirenita. Hechos pequeñísimos de los que recuerdo la forma, pero cuyo significado real se me escapa como si mi memoria fuese exactamente una laguna, como si todo lo ocurrido aquellos dos días fuera eso, un agua caótica donde yo trato inútilmente de recoger matices, cifras, sombras, con una red demasiado tosca por donde se escurre lo que de veras importa. La señorita mayor, por ejemplo, o el color del cielo, un cielo que repentinamente se vuelve plomizo y hostil y que en aquel momento me pareció un signo anunciador de algo. Una palabra oída al pasar, que influyó quizá en mi ánimo, que tuvo sentido, que tal vez fue la verdadera causa de mi decisión de comprar aquel pasaje. Iba hacia la terminal y era como si la ciudad se borrara y en su lugar comenzara a construirse el fantasma de otra, otra que ahora es ésta, en la que no siempre las calles corren en la dirección exacta ni los monumentos o las plazas están en el punto que marcan los planos, mi ciudad, donde las paralelas se cortan y una misma ochava española puede estar en dos esquinas distintas. Era poco más de mediodía; pero parecía el atardecer. Cine General Paz, leí desde el taxi,Hace un año, en Marienbad,y pensé que si fuera de verdad el atardecer me habría gustado dar una vuelta por la Plaza Martín para ver la llegada de los tordos. Negros, cayendo como la tormenta sobre los robles y los plátanos, si no chillasen tanto serían un espectáculo alucinante, pensé. El último sombrío cuadro de van Gogh, claro que allá son cuervos. Y además no fue el último. –Lo tuyo, papi, por fortuna no es tan grave: una simple cirrosis que le da a cualquiera. ¡Le dio a Dolores del Río, la actriz, que en su matusalénica vida probó gota de alcohol, no te va a dar a vos que fuiste siempre devoto de las Rentas Departamentales de Antioquia, nuestra amada fábricade aguardiente! Pero por no dejar, siempre es mejor dejar esa alicorada bebida por los próximos quince o veinte años, en tanto la ciencia inventa cómo regenerar el hígado. En cuanto al cigarrillo, fumá si querés, y preferiblemente marihuana a ver si te abre el apetito. Aunque en realidad no sé ni para qué te lo aconsejo dado el faquirismo inveterado de esta casa. –De madera, sí, largo. -Te entusiasmaste, (de noche se oía el agua, no se la veía).

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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