15 de enero de 2025
Comentario destacado
The homework machine poem
Pocos días después, ella viajó a la zona de despeje, en Colombia, y ya nada volvió a ser como antes. El estúpido al que se entregó con tanta ligereza, en la selva, hizo rápidos estragos en todo lo que Camargo había tardado años en enseñarle. Convirtió a Reina en una persona de moralidad desorientada: es decir, en una persona cuya única moral era el deseo del otro. Quería regresar al otro todo el tiempo, al punto que su centro de gravedad dejó de estar en ella misma y se situó allí donde al amante se le antojaba: en Temuco, en Caracas, en Río. Era capaz de cualquier extremo de humillación para estar cerca de él, y a Camargo le parecía que esas debilidades eran una ofensa al amor que le había profesado. Maestro jamás podría entender el tamaño de esa traición y la justicia con que Camargo se había desquitado. Si conociera apenas un soplo de esa historia, Maestro no la habría defendido. Nadie defiende a los que se quieren perder. Desde que llegó a El Diario lo benefició el azar. El critico de teatro se enfermó de hepatitis y esa misma tarde se murió Sacha Guitry. Como la noticia fue recibida a última hora, cuando la redacción estaba vacía, le preguntaron a Camargo si se animaba a escribir la necrología. Esas oportunidades jamás se daban dos veces. Con tenacidad, con aplicación, pasó una hora en el archivo de datos y salió de allí con una elegía de quinientas palabras que describía a Guitry como un dramaturgo tan pasado de moda que todos lo creían muerto hacía ya mucho tiempo. Camargo insinuaba que, tal vez por eso mismo, el difunto era un sosías o un simulador, y en ese ardid se cifraba el único acto inmortal del Guitry verdadero. El artículo le gustó tanto al director del diario que a la semana siguiente le permitió redactar las criticas de las comedias de Marivaux que el Theatre National Populaire había llevado a Buenos Aires. Camargo las adornó con observaciones agudas sobre los laberintos de amor que se tejían en la corte de Luis XV y sostuvo que la historia de la Revolución Francesa debería reescribirse a partir de esas comedias. –No era un saludo -dije-. Es mi plegaria matutina. Dame un mate. –Qué raro -dijo Santiago-. ¡Beatriz! -gritó de pronto. Remis parecía incómoda y a la vez halagada, y no sabía dónde esconder la incomodidad. Tomó agua a sorbos rápidos, con la insensatez de un pajarito. Las manos eran anchas y los dedos, demasiado corros. Todo su encanto estaba en la expresión de libertad que, aun atemorizada, seguía teniendo, y en la galaxia de lunares del pecho. Estaba sobre todo en la fragancia del cuerpo que la acompañaba como una luz o una dulzura invisible. Se levantó y preguntó con timidez dónde estaba el baño. Cuando la vio subir la escalera de caracol, Camargo observó sus piernas y distinguió una mancha pálida sobrelos tobillos demasiado gruesos, otro lunar excitante debajo de las medias de seda. Remis no era linda, volvió a decirse, sólo altanera. Sin embargo, irradiaba una sexualidad primitiva, un irresistible olor animal. –Son los indios -dijo la casera-. Están buscando sobras de comida. Es mejor que mi marido no los vea, porque les dispara con el rifle, como a los zorros, yen una noche baja a dos o tres. –Olerlo si -me explicó cuando conversamos la última vez en su casa, fluyendo su última tarde por su balcón. –¡Se los dije, se los dije! -les decía yo triunfante, atropellando el idioma (no es «los» sino «lo» porque lo que dije es singular así se lo haya dicho a muchos y Colombia país de gramáticos). –Es bueno saber que alguien se siente bien. -En la bandeja habían puesto unapischa realmente apetitosa: dos o treslonticos de carne asada y caliente, y unoscartófilos aplastados y salsa, y después crema helada y una lindachascha dechai caliente. Hasta me mandaron uncancrillo para fumar y una caja de cerillas con una cerilla adentro. Esto parecía la buena vida, oh hermanos míos. Y después, cuando ya me había pasado una media hora dormitando en la cama, entró una enfermera, unadébochca joven y bonita, con unosgrudos de verasjoroschó (no había vistoptitsas así durante dos años), y traía una bandeja y una hipodérmica. Le dije: La puerta se abrió del todo, y vi una luz cálida y un fuego que hacía cracl cracl cracl. -Entre -dijo elveco-, no importa quién sea. Dios lo asista, pobre víctima, y veamos qué le pasa. -Entré tambaleándome, y esta vez, hermanos, no representaba una escena, porque me sentía realmente acabado. Esteveco bondadoso me pasó lasrucas por losplechos y me llevó al cuarto donde ardía el fuego, y entonces comprendí en seguida por qué elslovo HOGAR sobre la entrada me había parecido tan familiar. Miré alveco yél me miró con bondad, y entonces lo recordé bien. Por supuesto, él no podía recordarme, porque en aquellos tiempos yo y mis supuestosdrugos hacíamos todas nuestrasbolchesdratsadas, juegos ycrastadas con máscaras que eran disfraces realmentejoroschós. Era unveco más bien bajo, de mediana edad, treinta, cuarenta o cincuenta años, y llevabaochicos .- Siéntate al Iado del fuego -dijo-, y te traeré un poco de whisky y agua caliente. Dios mío, alguien estuvo golpeándote con verdadera saña. -Y me echó una mirada compasiva a lagolová y ellitso. –Coman con papá. Digan dónde. –Levántate, por favor -dijo Espósito. Bastían lo miraba, sin moverse. –Cuéntame todo lo que sepas -pidió elveco, inclinándose hacia adelante con ansiedad, los codos de la tricota manchados con la jalea de frambuesa, pues habían rozado el plato que yo dejé a un costado. Así que le conté todo, le expliqué la cosa de cabo a rabo, hermanos míos. Elveco estaba muy deseoso de saberlo todo, losglasos le relucían y tenía lasgubas entreabiertas, mientras la grasa de los platos se ponía cada vez más dura dura dura. Cuando terminé de hablar elveco se levantó de la mesa, asintiendo varias veces y diciendo hum hum hum, mientras recogía los platos y otrasvesches y los depositaba en la pila para lavarlos. Le dije: Lo vio desde la esquina, esperándola junto a la entrada. Estaba con un traje claro y una corbata violeta, que tal vez fuera brillante pero que el lugar desteñía. También de lejos exhalaba fuerza e imperio, aunque el índice de la mano derecha rascara siempre una ceja, pensativo, y él mismo pareciera estar en otra parte, lejos de allí, tal vez en el punto donde ella estaba ahora, con un vestido demasiado ligero y sandalias: casi desnuda. –Puede estar seguro de mí, doctor Camargo -responde, deslizándose sin querer hacia la primera persona-. Yo no soy Reina Remis. Se incorporó con dificultad de la hamaca del jardín para saludarme, y al abrazarlo sentí como si apretara contra el corazón un costalado de huesos. Un pájaro cortó el aire seco con un llamado inarmónico, metálico: «¡Gruac! ¡Gruac! ¡Gruac!». O algo así, como triturando lata. Que iba graznando delmango al ciruelo, del ciruelo a la enredadera, de la enredadera al techo, sin dejarse ver. –Prestá atención. Ahora, tiene que completar lo que ha venido a hacer. Antes de cerrar la puerta del departamento, examina con esmero que todo siga tal como la mujer lo dejó. Ella es desordenada, pero cualquier objeto fuera de lugar podría ponerla sobre aviso. Llama el ascensor y observa de reojo si nadie anda por allí. Rara vez se ha cruzado con alguien. El edificio es nuevo y casi no tiene ocupantes. Cuando quiere trasponer la puerta de calle, tropieza con la pareja sin techo, que está desplegando sus posesiones: un almohadón destripado, ropa húmeda, frazadas, tiras de espuma de goma. Trata de esquivarlos, pero sus cuerpos le bloquean la salida y, sin prestarle la menor atención, siguen hablando en una lengua remota, de la que él no entiende una sola palabra. Dajte mi vino, cree que está diciendo la mujer, novae, vino, los sonidos se parecen a los de una película que no puede recordar. Me llamo Esteban Espósito, no es un buen nombre..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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