15 de enero de 2025
Comentario destacado
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Dos de los senadores que habían asistido al funeral divisaron a Camargo desde la puerta de La Biela e hicieron el ademán de acercarse a la mesa. Camargo alzó una mano y, sin mirarlos, les dio a entender que no lo molestaran. De modo que cada uno tomó por su lado, y yo eructando arrrgh por la coca fría que habíapiteado . Tenía labritba lista por si alguno de losdrugos de Billyboy estaba esperando cerca del bloque de viviendas, o para el caso cualquiera de las demás bandas, o grupos oschaicas que de tanto en tanto estaban en guerra con uno. Yo vivía con mi pe y mi eme en las casas del bloque municipal 18A, entre la avenida Kingsley y la calle Wilson. Llegué a la puerta de calle sin inconveniente, aunque pasé al Iado de un jovenmálchico extendido, que gemía ycrichaba en la calzada, bien cortadito por todos lados, ya la luz del farol vi también manchas de sangre aquí y allá, como firmas, oh hermanos míos, de los juegos de la noche. Y también vi, junto al 18A, un par deniznos dedébochca, seguramente arrancados con brusquedad en el calor del momento, hermanos míos. Entré en el edificio. En el vestíbulo se veía la buena y vieja pintura municipal sobre las paredes -vecos yptitsas muy bien desarrollados, severos en la dignidad del trabajo, en el banco o la máquina, sin un centímetro deplatis sobre losplotos bien conformados. Por supuesto, como podía adivinarse, algunos de losmálchicos del 18A habían embellecido y decorado el gran cuadro con lápiz y bolígrafo hábiles, agregando pelos y palos bien rígidos yslovos sucios a lasrotas dignas de estosvecos ydébochcasnagos . Me acerqué al ascensor, pero no era necesario apretar elnopca para saber que no funcionaba, porque esa noche lo habíantolchocado realmentejoroschó; las puertas de metal estaban completamente abolladas, lo que indicaba una fuerza de veras notable. De modo que tuve que subir por la escalera los diez pisos. Lo hice maldiciendo y jadeando, cansado del cuerpo ya que no del cerebro. Esa noche necesitaba urgentemente oír música, quizás a causa de ladébochca que había cantado en elKorova.Quería darme un atracón, hermanos míos, antes de que me sellaran el pasaporte en la frontera del sueño y levantaran elschesto rayado para dejarme pasar. –No tenemos tanto tiempo -dijo Camargo-. Cuando el Papa hable, si habla, ya el presidente se habrá embolsado dos o tres millones de votos candorosos. Va a ganar la elección que viene. Vamos a seguir nadando en la corrupción. Volví a sentarme. Parecías sumamente enfrascada en la contemplación de una de tus uñas. Verte las manos me alegró. –¿Y por qué era esa familia tan avara? –Lamento lo del dolor -dijo Georgie, como si la cosa le preocupase mucho-. Tal vez estuviste usando demasiado lagolová . Tal vez mucho trabajo dandoórdenes y cuidando la disciplina, y cosas así. ¿Seguro que se te pasó el dolor? ¿No prefieres volverte a la cama? -y todos me ofrecieron una especie demalenca sonrisita. –Yo estoy muerta. Si no le importa, voy a volver a casa. El relato aumentó las ventas de El Diario y desató un sinfín de polémicas entre los lectores. Otra vez Sicardi llamó a Reina para anunciarle que le duplicaban el sueldo: la empresa quería disuadir así a las radios y canales de televisión que seguían tentándola con ofertas fastuosas. Habían pasado apenasdos años desde el incidente en el monasterio de Los Toldos y ya era una de las diez personas mejor pagadas de la redacción. El Diario (o Camargo, daba igual) le había asignado un equipo propio, que incluía al resignado Insiarte y a otros dos cronistas impacientes por alcanzar la misma gloria rápida de la jefa. Reina se aficionó a dar órdenes. Jamás había pensado que ese ejercicio pudiera ser tan placentero, y lo perfeccionaba volviéndose cada día más implacable y exigente. Adoptó la costumbre de poner los pies sobre el escritorio y reclinar el asiento hacia atrás, como Camargo, sosteniendo la nuca con las manos. Algunos pensaban que era una parodia, pero Reina lo hacía sin pensar, creyendo que ese gesto desaliñado indicaba un cierto poder, de la misma manera que había fumado cigarrillos a los quince años para sentirse adulta. apenas lo indispensable en el avión que los llevó de regreso. Reina creyó que la relación volverla a su cauce cuando entraran en la rutina de Buenos Aires, pero ya nada fue como antes. Camargo no le pidió perdón, y se comportaba como si fuera ella la que estaba en falta. En el diario, sin embargo, la trataba con una cortesía casi artificial. Jamás empezaba las reuniones de editores sin que ella estuviera presente y tomaba nota en un cuaderno de todas sus observaciones, aunque nunca las usara. Lalo volvió del baño y dijo: ¿Dónde habíamos quedado?. "Cerca de Fraile Muerto", dijo la señorita Etelvina. Ah sí, dijo Lalo, muy bien. –Para qué tomas esas porquerías. La noche fue siniestra. Lloviendo el cielo alienado la noche entera sin parar. El río Medellín se desbordó y con él sus ciento ochenta quebradas. Las unas, las subterráneas, que habíamos metido en cintura en atanores bajo las calles entubándolas a costa de tanto sudor y peculado, se abrían iracundas sus camisas de fuerza, rompían el pavimento y frenéticas, maniáticas, lunáticas, se salían como locas descamisadas a arrastrar carros y a hacer estragos. Las otras, sus hermanas libres -arroyos risueños en tiempos de cordura, mansas palomas- saltaban ahora vueltas trombas rugientes, endemoniadas, de las montañas, a volcarse sobre nosotros, a inundarnos, a ahogarnos, a desvariarme y hacerme subir la fiebre. Y desventrado el cielo, desbordado el río, desquiciadas las quebradas, se empezaron a alborotar las alcantarillas, a rebosarse, a salir a borbotones, y a subir, a subir, a subir hacia mis balcones el inmenso mar de mierda. Conste. Lo advertí. Que íbamosa acabar en eso. Cuando retrocedí después de encajarle la patada, seguramente le pisé la cola a uno de los gatoscrichantes ydratsantes , porqueslusé ungronco yauuuuuuu y descubrí que un montón de pelos, dientes y garras se me había aferrado a la pierna, y de pronto me encontré lanzando maldiciones y tratando de sacudirme elcoto, mientras sostenía lamalenca estatua de plata en unaruca y procuraba pasar sobre la viejaptitsa en el suelo para alcanzar al hermoso Ludwig van que me miraba con enojo de piedra. Y aquí metí el pie en otro plato lleno demoloco cremoso, y así salí volando de nuevo, y toda lavesche era realmente muy graciosa si uno podía imaginarse que lesluchaba a cualquier otroveco, y no a Vuestro Humilde Narrador. Y entonces lastarriaptitsa del suelo extendió laruca pasando por encima de todos los gatosdratsantes y maullantes, y me agarró lanoga, sin dejar de gritar -Guaaaaaah-, y como yo casi había perdido el equilibrio, ahora me fui de veras al suelo, en medio delmoloco derramado y loscotosscraicantes, y la viejaforella empezó a darme puñetazos en ellitso -los dos estábamos en el suelo- al mismo tiempo quecrichaba: -Denle látigo, péguenle, arránquenle las uñas, es una chinche venenosa -y sólo hablaba a sus gatitos; y entonces, como obedeciendo a la viejaptitsastarria, un par decotos se me arrojó encima y comenzaron a arañarme comobesuños. Así que, hermanos, yo mismo me puse verdaderamentebesuño, y repartí algunostolchocos, pero labábuchca dijo: -Escuerzo, no toques a mis gatitos -y me arañó la cara. De modo que yocriché: -Sumca vieja y hedionda -y alcé lamalenca estatua de plata y le di un buentolchoco en lagolová, y así la callé realmentejoroschó . El lenguaje me encantó. La precisión de los términos, la convicción del estilo… Los mejores escritores de Colombia son los jueces y los secretarios de juzgado, y no hay mejor novela que un sumario. –¿Te sientes enfermo ahora? -preguntó, siempre con la vieja sonrisadruga en ellitso-. Estás bebiendo té, descansando, charlando tranquilamente con un amigo… ¿no es cierto que te sientes bien? –¿No son angelicales? -dice Verónica..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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