15 de enero de 2025
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Cuando iniciábamos la subida por la carretera de Rionegro se soltó a llover: una lluvia densa, cerrada, que ocultaba el paisaje. Así que la última vez que vi a Antioquia fue unas semanas atrás, bajando a Medellín del aeropuerto, a mi llegada. ¡Quién iba a decirlo, quién iba a saber! –Vamos, caballeros, no queremos problemas, ¿verdad? -y hablaba con lagolosa refinada, pero este nuevoprestúpnico realmente se la estaba buscando. Sevideaba que se creía unbolcheveco muy importante, y que no le correspondía, por dignidad y posición, compartir una celda con otros seis y tener que dormir en el suelo. Miró al doctor burlonamente: Íbamos vestidos a la última moda, que en esos tiempos era un par de pantalones muy anchos y un holgado y reluciente chaleco negro de piel sobre una camisa con el cuello desabrochado y una especie de pañuelo metido dentro. En esos tiempos también estaba de moda pasarse labritba por lagolová y rasurar la mayor parte, dejando pelo sólo a los lados. Pero siempre era lo mismo para nuestras viejasnogas, unas grandes botasbolches, realmente espantosas, para patearlitsos. La casa de Verónica, en la ciudad. Tres plantas. Muebles coloniales, paredes blanquísimas. Madonas bizantinas y batallas de Cándido López en las paredes. Un Miró casi demasiado auténtico. Whisky escocés. Gulley Jimson tiene razón, lo bueno de la gente verdaderamente rica es el trato igualitario y la atmósfera cristiana. Comparten todo porque tienen de todo y no se molestan si uno les quema la alfombra. Son bien pasadas las tres de la tarde. Pienso en Jimson porque me he puesto a hojear las carpetas de dibujos y acuarelas de Verónica. No están mal, tampoco están bien. No están nada. En algún lugar de la casa, el padre Cherubini, a grandes gritos y entre grandes carcajadas, discute en varios idiomas y en alguna lengua muerta con el profesor Urba sobre la naturaleza luminosa del Empíreo. O eso creo. La señorita Cavarozzi y un pequeño grupo de muchachas rodean a Lalo, que está contando la historia del abuelo Laureano. Inés me mira, o por lo menos mira algo que está en mi dirección. Tiene un libro en la mano. Sus ojos como dos estrellas fijas, pienso con la colaboración de Poe. Santiago y Verónica hablan en el jardín, se ve que hablan en voz muy baja. Verónica ha puesto su mano sobre el brazo del jujeño; el jujeño retira con suavidad el brazo y repite que no con la cabeza. Por favor, pareció haber dicho ella y él vuelve a negarse. Por tercera vez. Me gustaría saber a qué. "Cazzo di Dio!", prorrumpe el padre Custodio, "merde alors, te digo que esplendía, era proprio la plenitudine luminosa del refolgimiento!" Soltó un puñetazo que hizo retumbar la mesa y se sonó la nariz como un trueno. Tengo la sensación de que sólo yo percibo que hablan. El doctor Urba dice no recordar que esplendiera y sonríe, con las cortas piernas cruzadas hacia adelante y las manos apoyadas beatíficamente sobre la barriga. "Mentís, sotreta! Esplendía. Ego vide todo clarito y cara a cara, no per speculum et in asnigmate, cum toda esta gentuza…, et tú, Urbanito, vos mesmo non l'ai guárdalo en su Original brightness, como dixiti il bardo cegatone? Entonces en qué quedamos. Esplendía."Original brightness!,pregunta riendo el profesor Urba, y dice que, en ciertas esferas, eso se llamaría un acto fallido. "Lo qué?", pregunta el padre Cherubini. El profesor Urba dice que el verso habla del Otro, y dice:…his form had yet not lostall her Original brightness, nor appear'dless then ArchÁngel ruin'd… –Y ahora, Darío, tomáte por favor el caldito caliente que te traje, que hoy no has comido. Fin del acto. –Está bien -murmuraste. –Eres uncheloveco grande y fuerte -afirmé-, como todos nosotros. No somos niños, ¿verdad, Georgie querido? Vamos, dime, ¿qué pensabas hacer? Hubo una pausa formidable. El muchacho se vio en la obligación de aclarar que no, que sobrino no era su parentesco con alguien sino su apellido, y yo, de no sentirme tan preocupado en averiguar de qué quería olvidarme, habría soltado una carcajada. Porque la pregunta no la había hecho yo, sino el jujeño. Mi abuela no conoció las comunas, se murió sin. En santa paz. –Y qué pensabas hacer si no me veías. –Ya conozco a todos los pájaros que vienen aquí, menos ése. Sentía una vaga turbación delante de ella, cierto remoto pudor que lo devolvía a la adolescencia, y a la vez, esa noche, una sensación de libertad que le lavaba el alma, tal vez porque Brenda y las mellizas ya se habían despegado de su vida y volaban suspendidas sobre Asunción o los esteros de Mato Grosso, o porque tenía el presentimiento de que la madre estaba cerca, Gatito, ya no estoy tardando canto. Vaya a saber por qué Reina lo turbaba. Su tipo físico era lo contrario de todo lo que a él le gustaba: ninguna opulencia, la boca estrecha, la barbilla excesiva, los tobillos gruesos y unos pechos que parecían pequeños. Hay un sitio en las inmediaciones de la Avenida San Juan que se llama "Mierda Caliente": un atracadero, un matadero. Conésos siguió el ángel. Yo le decía que no, que mejor burócratas de la Alpujarra o monseñor obispo, el cardenal López T. antes de que se nos escapara a Roma impune con las joyas que se robó, pero estando como estábamos en nuestro apartamento, ese sitio nos quedaba más a la mano. Alzó la mano llamando al edecán y le volvió la espalda a Camargo. Era un hombre pequeño, esmirriado, que disimulaba la vejez cultivando la flacura. Unas hebras de pelo falso y retinto le cubrían los lamparones de calvicie, en la coronilla. La cirugía plástica le daba de lejos un aire de lozanía, pero de cerca parecía un muñeco de torta. Que el esquivo amor no se me vaya como un pez escurridizo por entre los dedos. –Otro? No hay ningún otro. A mí nadie me abandona. Yo no soy mi padre..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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