15 de enero de 2025
Comentario destacado
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–Un médico de Rosario me lo advirtió hace unos días. Parece que tengo un hígado diamantino y soy inmune a la diarrea. Pero puede afectarme los sesos. De cualquier modo, nunca me emborracho antes de las cinco de la tarde. Ni uso trajes marrones. Como el duque de Edimburgo. Y vos podrías hacer lo mismo. -Me puse la camisa. -En realidad, nunca me emborracho. La mujer le ha respondido con insultos filosos, letales. Ordenas a Sicardi que los incluya en la carta de advertencia. Servirán para justificar aún más al diario cuando decidas echarla. Ahora ya podés confiar el mando a Maestro por un par de días y concentrarte en los laberintos del castigo. Poco después del mediodía, Maestro lo llamó para decirle que tardaban en dar con Diana. Los médicos le habían recomendado sedantes y ahora estaba dormida. –Seguro que a la noche no tendrás nada, sí -dijo P. R. Deltoid-. La noche es el gran momento, ¿cierto, muchacho Alex? Siéntate -dijo-, siéntate, siéntate -como si aquél fuera sudomo y yo su invitado. Y se acomodó en la mecedora de mi eme y empezó a mecerse, como si hubiera venido sólo a eso. Le dije entonces: La señorita Cavarozzi me está preguntando al oído de qué me río. Le susurro que no, que es una mera sonrisa. Siempre me río. Y menos mal que estoy sentado en punta de banco y vos has quedado algo lejos porque debo taparme la boca con el pañuelo; y morderlo, y trato de recuperar la seriedad pensando en la locura de Strindberg, en el terror con que debió escribir estos disparates, método que misteriosamente dio resultado inmediato. "No serás tan imbécil", dice inquieto el Capitán, "como para creer en… ciertas cosas"; quiere hacerse el agresivo pero se ve que está asustado. La cara quepone Kurt no me gusta nada, le va a contestar alguna porquería. "¿No crees en el infierno y estás metido en él?" ¿No te dije? Y ahora hace mutis, o sea que es. Pero este diálogo es del primer acto, no del segundo, esta obra marcha en sentido contrario y además por qué Kurt vase, si falta que el Capitán grite que no quiere morirse. Es una adaptación, me explica la Cavarozzi, una adaptación libre del instituto. ¿Qué instituto? De lenguas germánicas, ella misma les ayudó a los alumnos del elenco, ahora venía la parte del ventarrón, yo iba a ver en seguida qué lindo el efecto del cuervo contra la ventana y el barómetro fluorescente. "Chisstt, Ethel", murmuró Cantilo, y el Capitán, que ya se barruntaba lo del viento, dice: "Ya me lo barruntaba". Y yo siento que me voy a morir, lo barrunto. Cierro los ojos y trato de recordar cosas tristes. Una vez me mataron un conejo y me hicieron comerlo, yo no sabía que era mi conejo, hijos de puta, lo del conejo nunca me pasó pero surte efecto. Estoy llorando. La señorita Etelvina a mi lado, también llora. El cielo truena, el mar brama, el cuervo de Poe aletea contra el frágil vidrio de la ventana del mundo Y yo lloro con los ojos cerrados junto a la señorita Etelvina que medio me palmea la mano, aunque también llora, a ella seguramente sí le han hecho comer engañada el muslo de su pollo favorito, la pechuga de su ave del paraíso, el ala de su ángel guardián, tiene todo el tipo. Luego dirás que no te acuerdas de lo que ha sucedido, y tal vez no te acuerdas, porque ¿a qué orden de la memoria pertenece la ráfaga de pasado que se repite en el presente? ¿Cómo explicar que antes hiciste muchas veces, infinitas veces, lo que vas a hacer ahora? Sacás con naturalidad el revólver dela funda que has colgado al cinturón, apuntás a la espalda de la mujer y apretás el gatillo. El tambor del Taurus gira, apenas, y otra bala se coloca en línea con el caño. La ves tropezar y caer, volver la cabeza hacia vos con incredulidad y aferrarse a la fusta, quizá para golpearte de nuevo. –No es así, no es así. Si quiere, alguna vez lo hablamos. Un día menos difícil que hoy. El Vesubio,leí. Un cartel de latón con el dibujo en colores de un volcán.El corazón de Nápoles en el centro de Córdoba.Eso, en la vereda enfrente, ante lo que parecía ser una cantina o una trattoria; en esta vereda, el Colegio Monserrat, su portalón cribado de remaches, sus paredes amarillas y sus rejas. Y, aferrado a las rejas, el fantasma de Monteagudo buscando eludir la vigilancia del todavía más remoto fantasma del obispo Duarte para cruzar hasta El Vesubio y comerse una porción de muzzarella. Alrededor del volcán, y sobre su cráter, el Mediterráneo y el cielo eran azules como los ojos de Julia Felice; del cráter brotaba una suerte de humito alegórico. Fue tan inesperado que me ofendí. –El problema de la elección -dijo unagolosa rica y profunda, y era elchaplino de la cárcel-. En realidad, no tiene alternativa, ¿verdad? El interés propio, el temor al dolor físico lo llevaron a esa humillación grotesca. La insinceridad era evidente. Ya no es un malhechor. Tampoco es una criatura capaz de una elección moral. ¿Estuvo bien este último "cascado" de Alexis, el transeúnte boquisucio? ¡Claro que sí, yo lo apruebo! –¿Si te acordás, Darío, del Andresito que te regalé en Bogotá cuando nos reconciliamos y te contagié el vicio de los muchachos? –También un chal. –La aprecias, ¿verdad? -observó elveco, burlándose de algún modo-. Entonces, ándate con cuidado, eso es todo, sí. Sabemos más de lo que crees, pequeño Alex. -Y agregó, con unagolosa muy dolida, pero siempre meciéndose: -¿Qué les pasa a ustedes? Estudiamos el problema, y venimos estudiándolo durante casi un siglo, y no hemos avanzado nada. Tienes un buen hogar, padres buenos y cariñosos, y un cerebro no del todo malo. ¿Qué demonio te carcome? Habló sin violencia. Se levantó y trajo tres vasos. Sacó del bolsillo trasero del pantalón una cantimplorita de viaje, se sirvió él solo, y oí que si hay cuatro o cinco cosas como la gente en este país de opereta, cuatro o cinco cosas que nos salvan de que nos recojan con una pala de juntar bosta y nos tiren a la basura, ni apilando a todos los analfabetos que las hicieron alcanza para armar, con método o no, un alumno de escuela diferencial. –¿Ellos? No sé, siempre discuten. –Como te parezca. Voy a pensar adónde me puedo ir cuando también este diario empiece a corromperse. ¿Eso es todo? –A callar, súbditos de la Muerte, que acabáis de entrar en su oscuro reino. –Por lo visto te pasaron muchas cosas a los ocho años -dijiste..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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