15 de enero de 2025
Comentario destacado
Sources of review of literature
–Dios quiera que no sea así. Si tiene que morir, ojalá sea rápido. Voy a poner en venta la casa del lago, los muebles, las cerámicas, las cañas de pescar. ¿Quién querrá comprar esas cosas tan viejas, tan solitarias? Las chicas me han dicho que si la abuela muere, van a abrir las jaulas y soltar los pájaros. Podrías ir vos allá. Podrías ir y volver algún fin de semana. No sería la primera vez. –Ya ves lo que has conseguido, Reina -le dice-. Desde que llamaste, tu papá y yo no hemos pegado un ojo. ¿Todavía te hace falta que vaya? Llegué a uno de esosmestos de té-y-café, hermanos, y a través de los grandes cristalesvideé que estaba atestado deliudos apagados, corrientes, delitsos pacientes e inexpresivos, que no harían daño a nadie, todos sentados allígoborando quedamente ypiteando unos tés y cafés inofensivos.Iteé en el interior, fui hasta la barra y pedí un buenchai caliente con muchamoloco, y luegoiteé hasta una mesa y me senté apitearlo. Una pareja joven ocupaba aquella mesa y bebían y fumaban cánceres con filtro, ygoboraban ysmecaban en voz baja, pero apenas reparé en ellos y seguí bebiendo y soñando y preguntándome qué era lo que estaba cambiando en mí y qué iba a ocurrirme. Sin embargovideé que ladébochca de la mesa que estaba con elcheloveco era de película, no de la clase que querrías tumbar en el suelo para darle el viejo unodós, unodós, sino que tenía unploto y unlitso de primera, y unarota sonriente y unboloso muy muy brillante y toda esacala. Y entonces elveco que la acompañaba, que llevaba un sombrero en lagolová y estaba de espaldas a mí, volvió ellitso paravidear elbolche reloj de pared que había en elmesto, y entonces pudevidear quién era y élvideó quién era yo. Era Pete, uno de mis tresdrugos de los días en que éramos Georgie, Lerdo, él y yo. Era Pete, que parecía mucho mayor aunque no podía tener entonces más de diecinueve años y llevaba un pequeño bigote y un traje corriente y el sombrero puesto. Dejaste de caminar, tan bruscamente que fue como si hubieras desaparecido. Casi todos erannadsats (así llamábamos a los adolescentes) que tomaban leche y coca y jugaban, pero también algunos másstarrios , tantovecos comochinas (pero nunca de los burgueses), que reían ygoboraban en el bar. Por los peinados y losplatis sueltos (casi todos tejidos de fibra) se veía claramente que habían estado ensayando en los estudios de televisión que funcionaban a la vuelta de la esquina. Lasdébochcas del grupo teníanlitsos muy vivaces yrotas muy anchas, y mostraban mucho los dientes, ysmecaban sin importárseles un rábano del pérfido mundo. Y entonces el disco del estéreo hizo clic clac (era Johnny Zhivago, uncoschca russky que cantabaSolamente día por medio),y en el intervalo, el breve silencio antes que se oyera el próximo, una de lasdébochcas -muy rubia, con una granrota roja y sonriente, yo diría que bien entrada en la treintena- de pronto empezó a cantar, apenas unos compases, como si estuviese ofreciendo un ejemplo de algo que todos estabangoborando , y durante un momento, oh hermanos míos, fue como si un gran pájaro hubiese entrado volando en el bar lácteo, y sentí que todos los pequeños ymalencos pelos delploto se me ponían de punta, y el estremecimiento me subía como lagartos lentos ymalencos , que luego bajaban otra vez. Porque yo conocía el trozo que estaptitsa cantaba. Era de unaópera de Friedrich Gitterfenster,Das Bettzeug,el pasaje en que ella se muere con la garganta cortada en dos, y losslovos dicen:«Quizá sea mejor así». De cualquier modo, sentí un escalofrío. ¡Qué iba a saber este irresponsable! Se murió sin saber quién lo mató. Santiago estaba saliendo. Bastián se rió. Pero mi editor de Nueva York veía mi vigésimo primer capítulo como una traición. Era muy británico, blando, y mostraba una renuencia pelagiana a aceptar que el ser humano podía ser un modelo de maldad impenitente. Venía a decir que los norteamericanos eran más fuertes que los británicos y no temían enfrentarse a la realidad. Pronto se verían enfrentados a ella en Vietnam. Mi libro era kennediano y aceptaba la noción de progreso moral. Lo que en realidad se quería era un libro nixoniano sin un hilo de optimismo. Dejemos que la maldad se pavonee en la página y hasta la última línea y se ría de todas las creencias heredadas, judía, cristiana, musulmana o cualquier otra, y de que los humanos pueden llegar a ser mejores. Un libro así sería sensacional, y lo es. Para escapar del marasmo, viajó sola a Madrid en busca de datos sobre la quiebra de una compañía de aviación. Camargo se le apareció de sorpresa una noche en el hotel Palace, cuando ya estaba dormida, y al día siguiente la llevó a ver las salas de Dalí en el museo Reina Sofía, a pasear por el parque del Retiro y a comprarse un abrigo en El Corte Inglés. Esa noche se esfumó tan sigilosamente como había llegado. Desde un avión que iba a Londres la llamó para disculparse por haberla dejado plantada a la hora de la cena. –Perfectamente -dijo Rubinstein, congolosastarria-. Ahora te dejamos. Tenemos que hacer. Después vendremos a verte. Pasa el tiempo la mejor posible. –Tal vez al hombre no le gustan las empanadas, Facundito -dijo Bastían. Cuando pasábamos ya estaban ahí, y en plena fiesta los gallinazos e invitando más. Lo tostaron y ahí lo tiraron violando el anuncio, de donde se deduce que: mientras más se prohibe menos se cumple. ¿Sería en vida una bellecita? ¿O un "man" malevo? "Man" aquí significa como en inglés, hombre. Nuestros manes, pues, no son los espíritus protectores. Por el contrario, son humanos e hideputas, como dijo Don Quijote. –Todo tiene una primera vez, mujer, ya ves. –Yo no soy el que le hace caso, son mis oídos. Esteban observaba fascinado los reflejos del hielo entre las marejadas de aquel líquido untuoso. –Cómo que los atropello un auto -dijiste. –¿Cómo crees siquiera que puedo pensar en otro? De todos los hombres que he conocido, ninguno te llega a los talones. La paseó por las calles de Steglitz, cerca de Berlin, donde Franz Kafka vivió los meses más felices de su vida junto a Dora Diamant, poco antes de morir. «He terminado la obra y me parece bien lograda», recitaba Camargo en alemán, repitiendo las primeras líneas del cuento que Kafka había escrito en el 2526 de la calle Heide, sobre una mesa junto a la estufa, bajo una lámpara de petróleo que arde maravillosamente. Kafka imaginaba que, al llegar a Berlin -eso era en setiembre de 1923-, se alejaba de idas fuerzas demoníacas)), cuando, en verdad, su movimiento era inverso: los demonios -o «el enemigas, como lo llamaba él-le habían tendido un cerco de galerías subterráneas y allí, en Berlin, se le acercaban, dibujando, ellos también, un laberinto gemelo al de su vida, coma se narra en ese penúltimo cuento, «La construcción»,. La mujer lo ola extasiada y luego, en los trenes enque recorrían Europa de un extremo a otro, leía los otros relatos que Kafka había esbozado antes del final, mientras Camargo recitaba en alemán, de memoria, el comienzo y el fin de «Josefina la cantante», que era el último y el más conmovedor de todos. –¿Él?.

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

¿Por qué no te comprometes a tener devociones diarias con nosotros todos los días de este año? Regístrate al final de la página para recibirlas en tu correo electrónico todos los días. ¡Deja que Dios haga algo especial en tu vida! 

¿QUÉ SACÓ DE TU TIEMPO DE SILENCIO HOY?

Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

  • Te llegará por correo electrónico diariamente o una vez a la semana, según elijas.
  • Le llevará a través de la Biblia en 6 años, frase por frase o tema por tema.
  • Llega a ti en pequeños fragmentos de unos pocos versículos cada día.
  • Podrás elegir cualquier versión de la Biblia que quieras leer con un solo clic.
  • Después de leerlo puedes escribir tus pensamientos y aplicaciones si así lo deseas.
  • Luego puedes hacer clic en mi comentario que incluye una explicación sencilla del contenido, una ilustración práctica y una aplicación personal.
  • Hay una página de oración y alabanza de los misioneros que cambia semanalmente.
  • Hay un versículo para memorizar semanalmente que corresponde con lo que estás leyendo.
  • Hay un lugar donde puedes escribir tus pensamientos o hacer preguntas diariamente.

Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

Continuar