15 de enero de 2025
Comentario destacado
Solving word problems using algebra
–No sé qué decir. Estoy confundida. Todo me confunde. Santiago se tomó su tiempo para tragar, reflexionó un momento y dijo: Cervecería Wittenberg. Rechonchos toneleros germánicos, en las paredes, bebían alegremente cerveza, tumbados bajo las pipas de los barriles. Ves llorar la Biblia, dice la voz sobrenatural de Rivero.De profundis clamavi.Ves llorar la Biblia junto a un calefón, clama el tango, desde lo profundo del abismo. –Tu padre. ¿Vas a manipularme ahora con tus sentimientos filiales? -el tono de Reina era implacable-. ¿Y tu hija? ¿Fuiste a visitarla alguna vez? Un galope o un desmoronamiento. Y el estallido de la palabraexpósitocomo un mazazo admonitorio aplicado contra una campana neumática sumergida a incalculable profundidad y soportando, conmigo de pasajero, la presión fantástica de millones de atmósferas. Me devolvió a la superficie de las cosas, a Córdoba, a vos, como si mearrancaradesde el fondo de un mar. Quedé sentado en la cama. Alguien o algo acababa de abandonar el cuarto y yo tenía la espalda empapada. No había dormido; sin embargo, cuando oí el tumulto y escuché mi nombre fue como despertar. Salté de la cama pensando: Tengo que verla. El saco, sobre la silla, volvía a ser un objeto inofensivo y familiar, o acaso lo del saco fue a la mañana. Y el origen del escándalo, afuera, se redujo a unos ruidos de fratachos, a unas picas, a una sonora máquina de mezclar cemento. Moraleja, pensé. ¿Cuál? Lo pensé un momento después, en la vereda, cuando el albañil me dijo que su cigarrillo era negro. No hay como ver un obrero, en ciertas circunstancias. Tan saludable que me pareció panfletario. Con gorra y todo. Debe descender de vascos: colorado, sonriente y enorme como un bebé de dos pisos; da la impresión de haber hecho una revolución social para él solo. En una mano traía uncigarrillo, en la otra, un balde de mezcla. Iba por la realidad con su balde de mezcla como un nene con la budinerita de la hermana. Yo le había pedido fuego. Tenía mi encendedor en el bolsillo, pero yo le pedí fuego, no pude evitarlo, supongo que se trataba de algo parecido a mi frase sobre la metafísica y la hepatitis, esa mañana con Santiago. Pero estaba visto que hoy me había metido en el mundo por una puerta equivocada, porque él, antes de poner en contacto su cigarrillo con el mío, creyó necesario advertirme simplemente: "Es negro". Crucé la calle con mi propio cigarrillo negro apagado, vi un bar, fui derecho al mostrador y pedí el teléfono. Yo tenía que hablar inmediatamente con vos. Cuando levanté el auricular me di cuenta de que no sabía a qué número llamarte. El barman me miraba. ¿Y ahora? Algo había que hacer con ese teléfono. No todo estaba perdido: yo conocía, por lo menos, el número de mi hotel. Marqué y oí del otro lado un susurro algodonoso. El señor Ripul. Como si un gusano de seda se comunicara conmigo a través de las paredes de su capullo. Te miré. –Y vaya uno a saber. Guerri trata de tranquilizar a la Austin. No habrá guerra. Guerri sostiene que no puede haber guerra porque una guerra atómica sería el fin de la humanidad. Me está mirando. Pasaron el invierno y el comienzo de la primavera sin que ella regresara a la casa de los geranios, en San Isidro. No la extrañaba, y tampoco extrañaba la vida infeliz que había compartido con Camargo, pero a la vez la perturbaba la soledad de sus dos cuartos en la calle Humberto Primo, donde había ido acumulando ropa, libros, computadoras y equipos de música con los que tropezaba a cada paso. Decidió al fin alquilar un departamento más amplio, en un barrio menos bohemio y apartado que San Telmo. Fue a ver covachas oscuras, con ventanas que daban a patios internos de ventilación y cocinas con escamas de grasa centenaria, por las que se pedían depósitos altísimos porque los inquilinos se quedaban cuatro, seis meses sin pagar, y luego resistían el desalojo. –Ya ves lo que has conseguido, Reina -le dice-. Desde que llamaste, tu papá y yo no hemos pegado un ojo. ¿Todavía te hace falta que vaya? 3 –A mi isla, sí -dijo Beatriz-. Déjense de dar vueltas y nos vamos..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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¿QUÉ SACÓ DE TU TIEMPO DE SILENCIO HOY?

Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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