15 de enero de 2025
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Nos despedimos. Yo me fui a mi apartamento a esperarlo yél tomó hacia las comunas. La despedida fue para siempre, vivos no nos volvimos a ver. Al amanecer sonó el teléfono: del anfiteatro, que fuera a identificar a alguien que llevaba consigo mi número. –Esta madrugada, a eso de las dos. Ángela murió a la medianoche. Brenda no te encontraba, no sabía qué hacer. Me dio la impresión de que estaba desesperada. Me preguntó si podrían enterrar a tu hija por la tarde, pero le advertí que no ibas a llegar a tiempo. Te esperan hasta mañana por la mañana. Sicardi te ha reservado ya el pasaje: salís esta noche y a las seis vas a estar en Chicago. Lo lamento, Camargo. Todos acá estamos desolados. –Hablar de qué. Un momento esférico, había pensado Espósito. Como una burbuja. Flop. Y todo va a parar a la puta que lo parió. Cuentan que poco antes de mi regreso a Medellín pasó por esta ciudad destornillada un loco que iba inyectando en los buses cianuro a cuanta perra humana embarazada encontraba y a sus retoños. ¿Un loco? ¿Llamáis "loco" a un santo? ¡Desventurados! Dejádmelo conocer para darle más de lo dicho y un diploma al mérito que lo acredite comomiembro activo de la Orden del Santo Rey. Ah, y una buena provisión de jeringas desechables, no se le vayan a infectar sus pacientes. –¡Ahí está, ahí está! -me decía mientras yo instalaba de nuevo la hamaca y a él en ella. –Vestite -murmuró sin comprender. Que la Luna se había detenido en su carrera por encima de los árboles y que ahora estaba allí, extática en el cielo negro, le pareció evidente. Agazapada en ese claro, entre dos nubarrones. Como una tigre de cuerpo rayado y sangriento. Cuando el guarda le tocó el hombro, Esteban Espósito comprendió que lo que se había detenido era el ómnibus, no la Luna. Gracias, dijo, bajó del ómnibus y alguien se deslizó detrás,desafiando la noche lunar.desmontó del caballoy el baile empezócon la cola marcando el compás. –Me da igual. Lo invento y es peor. Te cortaron el pelo. Tuvieron que raparte porque te contagiaste piojos en una visita de beneficencia a un contingente de chicos pobres que venía de La Quiaca. Y las Malvinas eran un escondite. Un desván. Lámparas rotas, un fonógrafo a manija, baúles y untrabuco naranjero de tu abuelo. En las Malvinas te encontrabas con un chico pobre de La Quiaca y le regalabas pan con manteca. El budín te lo comías vos. Y dándose cuerda a sí mismo agarraba vuelo el tornado. –¿Un amor secreto? –París -decía el cantor-. Apenas yo tocaba esa palabra se me encendía el corazón. Primer mandamiento: no amarás a otra ciudad que París. Segundo mandamiento: no invocarás el nombre de París en vano. Qué lindo. París era para mí los miserables de Víctor Hugo, Mimi Pinson, Toulouse Lautrec, el ajenjo de Paul Verlaine, las cocottes del Moulin Rouge. Yo era chico y ya soñaba con el tango en Paris. Todo es la muerte. La muerte física. Te pudra la tuberculosis o te pinches el dedo con la espina de una rosa, como el bardo. Sólo que, alguna vez, es la muerte propia. Y aun suponiendo que fuera la absoluta muerte -la absoluta locura-, la última abyecta claudicación de la carne o del espíritu, para ciertas naturalezas no hay más que eso. Elveco me miró, hermanos, como si no hubiera pensado en eso, y de todos modos no tenía mucha importancia comparado con la Libertad y toda esacala, y me miró sorprendido porque había dicho lo que dije, como si pensara que yo era egoísta porque quería algo para mí. Luego contestó: -Oh, como ya te dije, eres una prueba viviente, pobre muchacho. Termina el desayuno y ven a ver lo que escribí, porque aparecerá enLa Trompeta Semanalcon tu propio nombre, infortunada víctima. El resto de los diálogos y el resto de la historia también se parecen a los otros, porque Laureano arguyó que la derrota era inevitable y que, estando la mujer ahí podía ser un obstáculo para su propia salvación, la de Laureano, o no se daba cuenta de que si lo derrotaban iba a tener que huir hacia el oeste yque esa gente se iba a divertir en cortarle la cabeza delante de ella. –Días? Yo no hablaría en esos términos. Lo importante ahora es ver cómo evoluciona la infección. Verónica ya no estaba. […Pero por qué habla así, pregunta Esteban. Sic comme?, dice con asombro el padre Custodio. Yo te voy a explicar, pichón, tercia el profesor Urba: él no sabe de qué manera habla, en rigor, no habla de ninguna manera, y dicho sea entre nosotros a mí me pasa lo mismo. ¿Cómo?, pregunta Esteban. Lo qué?, pregunta el padre Cherubini. La diferencia entre Custodio y yo, explica el. profesor Urba, es una diferencia formal; yo estoy un poco más apegado a la belleza clásica [ma che stá perorando la Bestia?, se indigna el padre Cherubini) y, por lo mismo, a las simetrías del castellano y asus angélicas resonancias, porque no sé si recordarás que alguien ya insinuó famosamente que los ángeles, si hablaran, hablarían español. Et vos te consideras entuavía un ser alado?, non me hágase ridere que me adolesce el umbligo! Técnicamente soy un ángel, dice con naturalidad el astrólogo, un arcángel de alta jerarquía y lugar preferencial: un Saraf. Sos un expulsado, un paliado de allá arriba; sos más negro que culo de dragón. Lo soy, admite el astrólogo, pero nunca renuncié a mi naturaleza angélica… Perdón, interviene Esteban, ¿esto qué tiene que ver con mi pregunta? Silencio, imperfecto y jediondo montón de barro, dice el padre Cherubini, o non te apropincuás de que stamos discutiendo entre substancias purísimas? Seguí, Satán. Lo que quiero decir, dice el profesor Urba, es que a Custodio no le importan las palabras, no las oye con tu oído, así como vos no podrías concebir la música de sus pensamientos (Esteban puede observar que aquí el padre Cherubini baja los párpados con rubor) ni la de los míos, naturalmente: digamos que Custodio toma las palabras como vienen, con tal que vengan del latín y del griego, que por otra parte es más o menos lo mismo que pasa acá abajo con los pueblos románicos; digamos, para resumir, que un ángel no tiene la menor conciencia de cómo habla, pero que su lengua terrena es por lo menos tan estricta y expresiva como cualquier otra lengua, vale decir tan arbitraria, cacofónica, casual, incoherente, etcétera; la de Custodio es una especie de protoargentino universal al que por el momento denominaremos Pancocoliche y básicamente está formado por voces derivadas del latín, del griego, del italiano, del francés, del castellano antiguo y futuro, del lunfardo y de su propia invención… Queperespe quepe tepe paparlepe jeperipingopozopo?, pregunta el padre Cherubini. A Camargo le extrañó que ella no estuviera en la cama cuando despertó. Por la sucia luz de invierno que entraba por la ventana dedujo que serian más de las siete. El horizonte era una raya gris y el calor seguía allí, contrariando las estaciones. No estaban las ropas de Reina ni su bolso de viaje ni la computadora portátil en la que había escrito el artículo sobre la herejía. Incrédulo, empezó a vestirse. No le incomodaba tanto que se hubiera marchado sin dejar siquiera una nota sino que lo hubiera espiado, tal vez, mientras dormía. Debía ser propio de las mujeres como ella: espiarlo, tener todo bajo control. Lo habría visto con la boca desencajada, las piernas desnudas y varicosas, el abdomen blando y desvalido. Lo habría sorprendido en estado de indefensión y se habría llevado esa imagen consigo, sin darle tiempo a él para corregirla. Salió a la galería en busca de la casera y la encontró cubierta por tules de mosquitero, cargando un cuenco lleno de miel. La mujer se quitó los tules en señal de respeto. Tenía los cachetes arrebatados, partidos por la sequedad. "Cantan, te digo", y se reía. Cómo que cantan, pregunté, contagiado yo también por su risa: ¿los animales cantan? "No, las máquinas. Toda la máquina: es como si la máquina entera cantase." Y yo dije: Toca música, querés decir; hay un disco que toca música, adentro. Todo era tan absurdo que a los dos se nos sacudía el cuerpo de tanto reírnos y Santiago tenía la vena de la frente como si fuera a estallarle, aunque cuando hablé me miró de un modo extraño, sin dejar de reír, pero con un gesto casi patético y tan poco adecuado a la situación que aun hoy sólo encuentro esa palabra (extraño) para describirlo. Dijo: "Bueno, supongo que sí, que ésa ha de ser la explicación, chango". Y se me atragantó un sorbo de mate y casi lo dejo escapar por la nariz, mientras el jujeño soltaba una carcajada limpísima, idéntica a la de esa mañana repitiendo que sí, que ésa y no otra era la sensata explicación de todo. Esto fue al mediodía, Graciela: antes que él contara la muerte de su padre y me mostrase la fotografía de bordes ondulados, antes que yo, al tocar los anillos, recordara haber roto un año antes mi compromiso matrimonial con una muchacha de nombre Beatriz y recordara otras muchas cosas vinculadas a Esteban Espósito. No tantas, es cierto, como para entender qué hacían esos anillos en este saco, ni por qué me obligaban a pensar en la Plaza Irlanda, pero suficientes como para despreocuparme del jujeño y de sus palabras, y (aunque lo hubiera presentido) también de todo lo que me obsesiona, que no he visto, pero que no puedo dejar de ver ahora, desde el ojo..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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¿QUÉ SACÓ DE TU TIEMPO DE SILENCIO HOY?

Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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