15 de enero de 2025
Comentario destacado
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–¡Muchachitas, niñas, ya llegué! -anunciaba entrando con un platón de arroz que sostenía con ambas manos-. ¡Vengan, vengan! –Tenés razón. Pero yo no te dije que tuviéramos una de esas historias que se olvidan antes de que sucedan. Dije que me habría casado con vos. Es distinto. –Soberbios, fanáticos. El extremo mayor de la soberbia es creerse hijo de Dios. Apagón. Luz sobre el Capitán, ojeroso, canoso y ajado. Se ve que también ahí arriba el tiempo pasa de cualquier manera. El Capitán hace una cantidad de cosas, como ser: tirar una caja de cigarros por la ventana, sacar del armario tres botellas y también tirarlas por la ventana, son de whisky, se ve que está loco. Va hacia el piano, le pega unos cuantos puñetazos al teclado. Tira una llave por la ventana. Saca de lachiffoniéreun gran paquete de cartas atadas con una cinta azul. Nolastira por la ventana, las quema en la estufa. Una mañana me despertó el sol, que entraba por las terrazas y los balcones a raudales, llamándome. Y una vez más, obediente, obsecuente, le hice caso a su llamado y me dejé engañar. Me levanté, me bañé, me afeité y salí a la calle. Camino al parque del barrio de La América por la Avenida San Juan, en una cafetería que tenía el radio prendido me tomé un café. ¿Cuántos meses habrían pasado, cuántos años? Semanas si acaso porque seguía el mismo presidente, la misma lora gárrula leyendo con su vocecita inarmónica los mismos discursos zalameros, embusteros, que le hicieron. Repitiéndose, como si se hubiera detenido el tiempo. Cuando paró de retransmitirse el pajarraco deslenguado, el radio, reconfortante como un café caliente, oficioso y mañanero, pasó a darnos las noticias de la noche que acababa y las cifras de los muertos. Que anoche no habían sido sino tantos… La vida seguía pues. –Papi -le dije-, no voy a permitir que sufrás más. Si ya te querés morir, contá conmigo, yo te ayudo. Pero una vez que las parejas empiezan a desbarrancarse no hay manera de retroceder, aunque sea sólo uno el que está cayendo. Al diálogo infortunado de la noche siguió la noticia fatal de la mañana siguiente. Ángela llamó a su padre por el celular y le anunció que la abuela había muerto de la peor manera posible. Dos semanas atrás -con[ó-, el médico le había permitido abandonar elhospital y volver al caserón del lago Torch. Para no dejarla sola, a Brenda se le ocurrió pasar algunos días allí con las mellizas. La noche anterior habían ofrecido a los vecinos una fiesta pantagruélica, en la que todos se hartaron de truchas, tilapias, pollos al ajo y vinos del valle Napa.A medianoche se acostaron tan extenuadas que dejaron abiertas las puertas del granero y olvidaron cubrir las jaulas de los zorzales. La abuela, que tenía el sueño frágil de un recién nacido, se levantó antes del amanecer y descubrió un estropicio de plumas ensangrentadas y pájaros sin cabezaentre las parvas de comida. Ángela contó que sólo mucho más tarde los tramperos del lago Torch reconstruyeron lo que había sucedido. Durante la noche, dijeron, la casa y el granero fueron invadidos por animales depredadores: acaso bandas de gatos salvajes que anidaban en el bosque o esa comadreja asesina que en Estados Unidos se llama opossum y que hace estragos en las huertas. El terror debió de paralizar la garganta de los pájaros y la matanza sucedió en silencio. Pero no lo sabían cuando la abuela apareció como un fantasma en el cuarto de las mellizas y se desplomó sobre la camade Ángela, segada por el relámpago de dos infartos consecutivos. –No -dijo Pimenta-. Tengo una copia del depósito y fotos de la orgía. También hay una lista del directorio de la empresa: el chico es presidente, dos primos son los vicepresidentes, uno de los tíos maternos es el síndico. Te voy a mandar todo por Internet. Me remito a mi ejemplo de los dragones y agrego que, en el fondo todo es una cuestión de fe. –Todo es tan raro -dijo Reina-. Es como si yo adivinara lo que está por venir. Ah, Reina, ya no sé cuál de tus gemelas sos. ¿Vas a montar el alazán con tu delantal tableado y tus guantes de goma? ¿Vas a acariciar las crines del caballo con tus no manos? Camargo ha esperado años que llegue este momento, años, y no va a permitir que se le escape otra vez. El estéreo funcionaba, y uno se hacía la idea de que la golosa del cantante volaba de una punta a la otra del bar, remontaba hasta el techo y volvía a caer y zumbaba de pared a pared. Era Berti Laski aullando una antigualla realmentestarria que se llamabaMe levantas la pintura.Una de las tresptitsas del mostrador, la de la peluca verde, entraba y sacaba la barriga al compás de lo que llamaban música. Sentí que los cuchillos del viejomoloco empezaban a punzar, y que ya estaba preparado para un poco de la una-menos-veinte. Entonces grité: -iFuera fuera fuera fuera! -y alveco que estaba sentado junto a mí, en su propio mundo, le largué un alaridojoroschó en eluco o la oreja, peroél no lo oyó y siguió con su «Quincalla telefónica y la faralipa se pone rataplanplanplan». Se sentiría perfecto cuando volviera, bajando de las alturas. –Bueno. Verdaderamentejoroschó . La iniciativa se ofrece regalada. Te enseñé muchas cosas,druguito. Y ahora, dime qué tienes pensado, querido Georgie. –¿Que nombreglupo? –Es la palabra que usaste anoche, cuando hablamos de esto mismo. Sólo que anoche me molestó a mí. –La casera tendió la mesa para doce -insistió ella. –Es bueno saber que alguien se siente bien. -En la bandeja habían puesto unapischa realmente apetitosa: dos o treslonticos de carne asada y caliente, y unoscartófilos aplastados y salsa, y después crema helada y una lindachascha dechai caliente. Hasta me mandaron uncancrillo para fumar y una caja de cerillas con una cerilla adentro. Esto parecía la buena vida, oh hermanos míos. Y después, cuando ya me había pasado una media hora dormitando en la cama, entró una enfermera, unadébochca joven y bonita, con unosgrudos de verasjoroschó (no había vistoptitsas así durante dos años), y traía una bandeja y una hipodérmica. Le dije:.

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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¿QUÉ SACÓ DE TU TIEMPO DE SILENCIO HOY?

Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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