15 de enero de 2025
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–Oh no, not again! -exclamaba Darío en inglés, desesperado, iracundo. Fin del acto. También la llamaría la madre, se dijo Camargo, y al no encontrarla dejaría una lista de esas recomendaciones inútiles que ella le había permitido escuchar una vez: no salgas desabrigada -repetía eso, aunque fuera verano-, no te acostés tarde, ponete la cartera cruzada sobre el pecho porque vos andás sola en la calle por las noches, nena, y ya has visto qué inseguro se ha vuelto Buenos Aires. La llamaría el amante, extrañado de que no respondiera a sus emails. Y vos también, Camargo, sentías ansiedad por su voz, aunque sabías que no iba a contestar el teléfono: querías oír su mensaje grabado, sus instrucciones concisas. Pero y si la mujer moría? ¿Si, cuando la mujer muriera, rastreaban todas las llamadas? Y fue la Novena, oh hermanos míos. Todos empezaron a salir despacio y en silencio mientras yo descansaba, con losglasos cerrados,slusando la hermosa música. El min dijo: -Buen buen chico -palmeándome elplecho, y luego se fue. Sólo quedó unveco que dijo-: Firme aquí, por favor. -Abrí losglasos para firmar, sin saber qué firmaba, y sin que me importase tampoco, oh hermanos míos. Y así me quedé solo con la gloriosa Novena de Ludwig van. –Como quieras. Pero pensar mucho y ser mujer siempre es malo. Hay cierta clase de tipos a quienes les causan horror las mujeres como vos. Para eso el buen Dios los hizo a ellos, para pensar. -Verónica encendió otro cigarrillo; después lo acercó a mi boca. Yo no estaba muy seguro de que aquello tuviera gusto a tabaco. Seguimos fumando así. -Y, con un ser racional en la casa, sobra. Te imaginas, pero no, qué se van a imaginar ustedes. De dónde sacaste estos cigarrillos, parecen brillantina, tienen un dejo a pachulí. Te imaginas la tortura, la desesperación de un pobre sujeto al quela mujer, en vez de adorarlo como naturalmente se merece, lo juzga tal como es. O, en vez de aterrorizarse porque él quiere partirse la cara contra las paredes, se pone a redactar un ensayo patográfico. Por favor. Además, sé franca, vos no podrías vivir seis meses con un tipo así. Qué digo seis meses: dos semanas. O acaba estrangulándote o lo ves en calzoncillos y porque tiene el culo torcido empezás a despreciarlo. Sí, señor, a despreciarlo. Qué me vienen a mí con cosas raras. Pensá, pero pensá en serio, vos sos pintora: imagínatelo a Botticelli metiéndose el dedo en la nariz, haciendo una pelotita de… Apoyaste los codos en la mesa, pusiste las manos abiertas una a cada lado de mi cara, y me obligaste a mirarte a los ojos. –Cómo que los atropello un auto -dijiste. De acuerdo con sus cálculos, para infundir un sueño profundo, de anestesia -como ha dicho el médico-, debe disolver seiscientos miligramos de la droga por cada vaso. Aunque ella beba sólo un sorbo, la dosis no debe bajar de seiscientos miligramos. Ya sabe cuál va a ser el líquido: el jugo de naranja que toma antes de acostarse. Ha estudiado con esmero esa rutina. La mujer tiene un cartón de jugo de tres cuartos y lo agita varias veces antes de servirse. Por lo que puede estimar, en el cartón queda ahora menos de un vaso. Le parece improbable que la mujer abra un cartón nuevo. En el cuarto que alquila enfrente ha probado varias veces, con un polvo inocuo, la consistencia y el sabor que tendrá el jugo cuando le abada el medicamento. No se advierte la diferencia. A veces quedan restos del polvo en el fondo pero, aunque ella viera el residuo, jamás pensaría que se trata de una droga. –Oh, no creemos que haya problemas -contestó-. Seremos amigos, ¿verdad? -Y me sonrió con losglasos y larota grande y bien formada, desubos blancos y brillantes, y la verdad que simpaticé casi en seguida con esteveco. En fin, me pasó a unveco de menos categoría también cortés y de chaqueta blanca, que me llevó a un dormitorio agradable, limpio y blanco, con cortinas y una lámpara de noche, y una sola cama, todo para Vuestro Humilde Narrador. Lo cual me provocó unasmecada interior de verasjoroschó , porque se me ocurrió que yo era unmálchico realmente afortunado. Me dijeron que me quitase los horriblesplatis de la prisión, y me dieron un hermoso piyama, oh hermanos míos, todo verde, la cima de la moda en ropa de dormir. También me dieron una bata bonita y caliente, y un par de hermosostuflos para meter lasnogas desnudas, y yo pensé: -Bueno, Alex, antes el pequeño 6655321, sin duda te está cambiando la suerte. Aquí lo pasarás realmente bien. –Se le cruzarán a usted, hermano. ¡A mí no, toco madera! Tan tan. –Si depende de mí, no. Mi diario no cree una sola palabra de lo que dice tu jefe. A mi diario no lo puede asustar ni comprar. Cuando nos bajamos del taxi estaba remedando a un pobre señor honorable, uno de esos seres antediluvianos, desamparados, que aún quedan en Medellín para recordarnos lo que fuimos y lo que ya no somos más y la magnitud del desastre. Al darse cuenta de lo que pasaba y que era el hazmerreír del corrillo, el señor se detuvo avergonzado sin saber qué hacer. Y el mimo detenido sin saber qué hacer. Entonces el ángel disparó. El mimo se tambaleó un instante antes de caer, de desplomarse con su máscara inexpresiva pintarrajeada de blanco: chorreando desde su puta frente la bala le tiñó de rojo el blanco de su puta cara. Cuando cayó el muñeco,uno de los del corrillo en voz baja, que creyó anónima, comentó: "Eh, qué desgracia, aquí ya no dejan ni trabajar a los pobres". Se guindaron a candela los de arriba con los de abajo, los del lado con los de al lado, los unos con los otros.¡Qué mano de changonazos, Dios mío, qué lluvia de balines como rociada de agua bendita! Y van cayendo los muñecos mientras sopla sobre Santo Domingo Savio y la mañana caliente su ráfaga fría y refrescante la Muerte. –Yo sí sigo siendo. No creo ni en el polvo de esta casa que respiro. Mirá esos libreros lo limpios que están. Durante un rato, tomando mate, evocamos la vida del internado. "Loúnico que me quedó", diría él, "las tres cosas que se heredan de una buena educación religiosa, ponerme los pantalones como vos, debajo de la colcha, un latín pésimo, y esa forma rara de ateísmo que consiste paradojalmente en cagarse en Dios a cada rato." Con cuidado registré esa idea; me ofendió un poco que no fuera mía. Casi le confieso que yo había estado a punto de ingresar en el Seminario, pero me arrepentí y le propuse salir a la calle. Me habría resultado difícil explicar por qué Stefano, el Casto, renunció una noche al dulce lignum, dulce clavos, dulce pondus sustinet. Yo quería ser santo. Y antes, Papa. Hubo años salvajes en la espantosa jungla africana hasta que Roma me llamó e integré el Colegio de Cardenales. Mi celda de la meditación en los días temblorosos de la fumata, a la muerte del Santo Padre, se tiñó con lacerada sangre de mi cintura. Finalmente, yo, primer pontífice argentino y el nonagésimo nono de la Iglesia, el último, humildísim amenté me ceñía la diadema y heredaba la Tiara. Papa habemus, Satana! –Al principio siempre es ambiguo -estabas diciendo. Y yo pensé al principio de qué, de qué cosa que ocurre siempre. -Lo desconocido está rodeado de misterio y por eso es hermoso. Patricio tiene razón. Conocer a la gente es como matarla. –Escuchemos ahora la Palabra del Señor -dijo elchaplino . Recogió el libraco y pasó las páginas, lamiéndose los dedos: splush splush. Era un bastardobolche, grande y corpulento, delitso muy rojo, pero me tenía simpatía, pues yo era joven y me mostraba muy interesado en el libraco. Se había dispuesto, como parte de lo que llamaban mi educación, que yo leería el libro, y también que podía tocar el estéreo de la capilla mientras leía, oh hermanos míos. Y eso era realmentejoroschó. Me encerraban en la capilla y me permitíanslusar música sagrada de J. S. Bach y G. F. Handel, y yo leía las historias de esosstaniosyajudos que setolchocaban unos a otros, y luegopiteaban el vino hebreo y se metían en la cama con esposas que eran casi doncellas, todo realmentejoroschó. Eso me encendía la sangre, hermano. Yo nocopaba mucho de la parte final del libro, que se parece más a toda lagoborada de los predicadores, y no tiene peleas ni el viejo unodós unodós. Pero un día elchaplino me dijo, apretándome fuerte con larucabolche y carnuda: -Ah, 6655321, piensa en el sufrimiento divino. Medita en eso, muchacho. -Y elchaplino despedía todo el tiempo esevono a licor escocés, y luego se metió en la pequeñacantora parapitear un poco más. De modo que leí todo lo que había acerca de la flagelación y la coronación de espinas, y después lavesche de la cruz y toda esacala, y así llegué avidear que allí había algo de veras. Mientras el estéreo tocaba trozos del hermoso Bach, yo cerraba losglasos y mevideaba ayudando y hasta ordenando latolchocada y la clavada también, vestido con una toga que era el último grito de la moda romana. Como ven, mi permanencia en lastaja 84F no fue toda tiempo perdido, y el propio director se puso contento cuando supo que la religión me gustaba tanto, y que yo había puesto en ella todas mis esperanzas. Todos los días, hermanos míos, pasaban películas parecidas, todas con patadas ytolchocos y elcrobo rojo rojo que goteaba de loslitsos y losplotos y se derramaba sobre los lentes de la cámara. Los personajes eran casi siempremálchicos sonrientes ysmecantes vestidos a laúltima modanadsat; o dientudos torturadores japoneses, o nazis brutales que se libraban de las víctimas a tiros y patadas. Y todos los días empeoraban el deseo de querer morir y las náuseas, y los dolores y calambres en lagolová y lossubos, y esa sed terrible terrible. Hasta que una mañana quise fastidiar a los bastardos ras rasrasreceándome lagolová contra la pared, y que lostolchocos me dejaran inconsciente, pero loúnico que ocurrió fue que me enfermé al ver que esta clase de violencia era la misma de las películas, y lo único que conseguí fue agotarme, y entonces me dieron la inyección y me llevaron como siempre en el sillón de ruedas..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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