15 de enero de 2025
Comentario destacado
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–Bueno, ¿y ahora qué te pasa? –No sé, señor. Nunca supo realmente qué fue lo que sucedió, tampoco tuvo tiempo material de averiguarlo, de todos modos, ninguno de los invitados de aquella noche pareció entender su exacto sentido. Entonces, mientras yo lo veía armar un cigarrillo de marihuana, me contó cómo se había precipitado el desastre: a los pocos días de estarse tomando un remedio que yo le había mandado de México empezó a subir de peso y a llenársele la cara como por milagro. ¡Qué milagro ni qué milagro! Era que había dejado de orinar y estaba acumulando líquidos: después de la cara se le hincharon los pies y a partir de ese momento la cosa definitivamente se jodió porque ya no pudo ni caminar para subir a ese apartamento suyo de Bogotá situado en el pico de una falda coronando una montaña, tan, tan, tan, tan alto que las nubes del cielo se confundían con sus nubes de marihuana. De inmediato comprendí qué había pasado. La fluoximesterona, la porquería que le mandé, era un andrógeno anabólico que se estaba experimentando en el sida dizque para revertir la extenuación de los enfermos y aumentarles la masa muscular. En vez de eso a Darío lo que le provocó fue una hipertrofia de la próstata que le obstruyó los conductos urinarios. Por eso la acumulación de líquidos y el milagro de la rozagancia de la cara. –¡Malos hijos de mala patria! -les gritó-. ¡Síganse matando los unos con los otros en cumplimiento de su destino de asesinos asesinados! Amén. Ite missa est. Su voz es extraña. Yo empiezo a sentirme como un enano vestido de terciopelo. Un pescadito de color en exposición. Sólo que la voz de la señorita Cavarozzi no sólo es extraña sino vagamente patética. Tal vez no soy el único que ha bebido un poco de más. Me doy vuelta para mirarla: no la reconozco. Tiene la boca torcida y me mira como si caminara de espaldas hacia el pasado. De pronto vuelve de allá, con mil años encima. Qué vieja es, pienso. Los próximos muertos de Alexis fueron tres soldados. íbamos por el parque de Bolívar, el principal, cuando los vimos de lejos en una requisa. Si Alexis traía el fierro, lo mejor era desviarnos. "¿Y por qué?" "Hombre, niño, porque nos van a requisar y te lo van a quitar. ¿No ves que somos sospechosos?" Me incluí en el "somos" por delicadeza; aquí nadie sospecha de los viejos, que ya están probados: atracadores viejos no los hay, unos con otros hace mucho que se mataron, pues si bien es cierto que perro no come perro, atracador sí atraca a atracador. "Desviémonos". Que no, y seguimos. Y claro, nos detuvieron. Más les valía no haber nacido. ¡Tas! ¡Tas! ¡Tas! Tres tiros en las puras frentes y tres soldados caídos, tiesos. ¿Cuándo sacó Alexis el revólver? Ni alcancé a ver. Los soldados me iban a requisar a mí ya que me metí en el charco a alborotar los tiburones, para seguir con mi niño. Ya no siguieron. Aunque en su ultimísimo instante en vida querían, ya no pudieron. Los muertos no requisan. De un tiro en la frente a cualquiera le borran la computadora. Terminaste de beber tu vaso mientras me mirabas. Cuando bajaras ese vaso te iba a quedar una orla blanca alrededor de los labios. Fue exactamente lo que ocurrió. Ahora se limpia la boca con el dorso de la mano, pensé. Y aún hoy no sé qué era lo más inquietante en vos, si este tipo de comportamiento o aquellas otras zonas de ambigüedad que dejaban transparentar ciertas palabras, ciertas alusiones a un mundo que me era totalmente ajeno. El mundo de Verónica o de Bastián, el mundo amenazante y hostil del Cerro de las Rosas, el mundo de Mariano o el tío Patricio, suponiendo que a Patricio ya lo hubieras nombrado. Sin dejar de mirarme, te limpiaste la boca con el dorso de la mano. Tu boca era grande y sensual, desnuda de pintura. Y la palabra desnuda significa precisamente lo que sentí. Volver a verte era como estar mirándote siempre por primera vez. Como si te pintaras los ojos por la misma razón que mostrabas tu boca tal como era o escondías la cara bajo tu pelo. Lo que yo ignoraba era esa razón, a menos que ciertas cosas carecieran de razón, o significaran todo lo contrario de lo que parecían. Yo había comprobado infinidad de veces que la belleza de la mujer es su escudo. Esas formas o combinaciones de formas que llamamos belleza, las que despiertan el instinto sexual del varón, son las mismas que lo cohiben o paralizan, de ahí que las mujeres hayan venido paseándose más o menos desnudas desde el principio de la creación, o más o menos vestidas, lo que es peor, sin que uno tenga una idea clara del secreto de esa impunidad. Y estaba a punto de encontrar una relación muy compleja entre la inhibición sexual que produce cierto tipo de mujer bella y el origen del placer que provoca la contemplación estética, cuando me di cuenta de que era necesario decir algo. –Shhhh -me callaba el radioescucha. La señorita Cavarozzi abrió y cerró varias veces su manito, saludándonos. Me hice el que no la vi. Algo le causó gracia y rió con pequeñas convulsiones. Un gorrión, pensé. Un gorrión mientras se baña. De modo que dije: -Oh, sí, señor. Muchas gracias, señor. Realmente me he portado lo mejor posible. Estoy muy agradecido a todos. Ahora llamás a Enzo. Con él te sentís relajado, a tus anchas. Sus ideas son siempre un calco de las tuyas, y si por azar tiene otras, las evapora. Podrías decirle que el titulo de mañana es, por ejemplo, Crinete de la gabisis, y acataría con entusiasmo. No estada mal tomar a los lectores por sorpresa alguna vez y obligarlos a reconstruir un lenguaje desmembrado: Se renuncia la espera del vicepresidente. O tal vez: Detros ponen minis a tres. Los diarios serían juegos para adultos y no papillas digeridas para infantes sin mente. Sí, hagámoslo, es extraordinario, te diría Maestro, yen el acto pondría manos a la obra. –Qué podría pasarme si viajara de todos modos? .

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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¿QUÉ SACÓ DE TU TIEMPO DE SILENCIO HOY?

Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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