15 de enero de 2025
Comentario destacado
Scad creative writing
Resignado, esperas que se vaya retirando la noche: es lenta, lenta, se mueve con pesadez de mula. Ni por un instante el sueño viene en tu socorro. A ratos te tendés en el catre del cuarto que has alquilado en la calle Reconquista. Temés que, afuera, algún hilo de la realidad se te escape y volvés una vez y otra al telescopio Bushnell, con una ansiedad que no podés controlar. Al fin, poco antes de las siete y media de la mañana, la mujer sale rumbo al café donde desayuna el vicepresidente con sus acólitos. Poco antes, un emisario de Sicardi ha despertado a Momir y a su pareja para fotografiarlos. Lleva la consigna de seguirlos a dondequiera vayan y asegurarse de que, al caer la tarde, se pongan a tu alcance. Has vuelto a encender los celulares por distracción y, mientras espiás a la empleada de la limpieza, una llamada te sobresalta. Ya no es la voz de Brenda la que te sale al cruce sino alguien que habla con sequedad, en un inglés escueto: –¿Cuántos han recogido ustedes, cristianos bondadosos, almitas caritativas, hijos de la gran puta? ¡Si ustedes son los que los engendran y los paren y los tiran después a la calle! –¿Qué vas a hacer? -me preguntó la Muerte asustada. –Pobre Camargo -te dice. Sacó de la billetera una fotografía de bordes ondulados. Y yo sentí que todo aquello, sus palabras arrastradas y el tono intrascendente, sus gestos lerdos, su risa, por algún motivo que yo no podía comprender formaba parte de una gran broma secreta, una travesura colosal de la que el jujeño me hacía su cómplice al mismo tiempo que me excluía. O quizá no lo sentí ni podía sentirlo y lo imagino ahora. Miré la fotografía e hice un gesto afirmativo con la cabeza, como quien da el visto bueno o aprecia la cicatriz que el otro tiene en el brazo. Al día siguiente de las exequias, que congregaron a los presidentes de Argentina, Chile y Venezuela, asistí a la lectura del testamento, depositado en la sucursal del Banco de Santander. Se había previsto que la ceremonia fuera estrictamente privada y tuve que movilizar todas mis influencias para que nos permitieran entrar a Brenda y a mí. Fue una precaución vana, porque los enviados de televisión de quince países forzaron el frágil cordón de seguridad e invadieron el salón Embajador del hotel donde estábamos reunidos los abogados, un trío de escribanos, la primera esposa del difunto con su único hijo y sus nueve hermanos, además de un número escaso de testigos. Como el presidente suicida seguía aún casado con la actriz de telenovelas, se descontaba que esa mujer irla a reclamar al menos la mitad de los bienes. No estaba allí, sin embargo. La representaba su padre, un hombre pálido, delgado, que fumaba con avidez un cigarrillo tras otro. Entamborada siempre, llueva que truene, truene que diluvie, a perpetuidad, la desvergüenza de esa barriga loca sólo tenía un punto posible de comparación: su lengua soez que hijueputiaba a marido, hijos, vecinos, policías, curas, lo que se le atravesara: Después llevé a Wílmar a conocer la iglesia salesiana del Sufragio donde me bautizaron, y salvo el bautisterio todo estaba igual, sin cambios. El bautisterio, no sé por qué, lo habían eliminado, sellado con un muro de cemento ciego. Mejor. Cuando uno se arrimaba ahí soplaba un chiflón de eternidad, un como vientecito frío, siniestro. Luego le fui explicando a Wílmar, que era un ignorante en religión, los pasajes del Viejo y del Nuevo Testamento que estaban escenificados en el techo. Y bajando la mirada: "¿Ves ese santo que se sonríe ahí, con sonrisita de falsía atroz? Ése es Juan Bosco, corruptor de menores. Yo me le conozco su trayectoria". Y le conté cómo instalaron la estatua actual en reemplazo de la vieja, que se descabezó cuando volvíamos de una procesión en carroza. –Perfectamente, Marty y Sonietta -les dije-. Lle gó la hora de oír los discos. Vengan. azote del Elíseo, –Volví por algo que dijiste. No. Volví porque sentí que te había lastimado. No. Volví porque vos me habías lastimado y no pensaba permitir que te fueras de Córdoba sin hacerte todo el daño posible. -Y durante años Espósito te recordará así, riéndote con la cabeza un poco echada hacia adelante y los ojos llenos de alegres y feroces estrellas pardas. -¡Y la cara de tú hotelero! F. Alexander se aferró al borde de la mesa y dijo, apretando lossubos,calosos y todos manchados con el humo de loscancrillos: -Alguien tiene que luchar. Hay que defender las grandes tradiciones libertarias. No soy hombre de partido, pero si veo la infamia procuro destruirla. Los partidos nada significan. La tradición de libertad es lo más importante. La gente común está dispuesta a tolerarlo todo, sí. Es capaz de vender la libertad por un poco de tranquilidad. Por eso debemos aguijonearla,pincharla…-Y aquí, hermanos, elveco aferró un tenedor y descargó dos o trestolchocos sobre la pared, de modo que el tenedor se dobló todo. Después, lo arrojó al suelo. Con voz bondadosa dijo:- Come bien, pobre muchacho, pobre víctima del mundo moderno -y pudevidear bastante claro que lagolová no le funcionaba muy bien-. Come, come. Puedes comerte también mi huevo. -Pero yo dije: Germán encendió un cigarrillo en el otro extremo del porche y le sonrió, con una mezcla de compasión y complicidad. Ella lo miró como si estuviera dentro de él y pudiera oír las destilaciones de su pensamiento. Lo oyó como si en la realidad no hubiera otro sonido que el de ese pensamiento. Cuando él la abrazó preguntándole «Jodo está bien?» y la besó en la boca con una fiebre invasora, ella lo dejó hacer. Dejó que la llevara a su cuarto y la desvistiera y la tocara. Era todo tan natural, tan fácil, que por un momento le extrañó que aquel cuerpo fuera el de ella y no el de otra, porque había dejado que su cuerpo se fuera y no imaginó que, al volver, iba a pertenecerle tanto. Hicieron el amor sobre una cama que crujía sin que les importaran los vapores calcinados de la noche, el asedio de las moscas ni nada de lo que sucedía en el mundo. Durmieron una hora y volvieron a sentir la urgencia de penetrarse y lamerse, y así habrían seguido sin darse tregua si a las seis de la mañana el gula guerrillero no los hubiera llamado para decirles que el Mono Jojoy y Tirofijo estaban esperándolos en el abismo de la selva..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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