15 de enero de 2025
Comentario destacado
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–Facundito. Es descendiente de Facundo Quiroga. Las cosas que hace en el telar son una maravilla. La cara es el vivo retrato del Tigre, no me mire así que me hace tentar. que me enseñó a volar otra vez. Lalo dijo que, históricamente hablando, eso fue lo que pasó. Si queríamos detalles, podíamos imaginar los refuciles, la inminencia del amanecer entre los nubarrones, la vegetación de la zona, es decir, la vegetación de aquel tiempo, porque entre la erosión eólica y la civilización, el paisaje se había alterado muy mucho. La paja de las vizcacheras, el pasto crespo, la cola de zorro, el té pampa y el penachito blanco serían el fondo vegetal de esa carrera hacia los bañados. También algún aguaribay, algún ceibo que por algo es nuestra flor nacional y sobre todo acacias, ya que la acacia es un árbol sagrado, el árbol del amor y la fidelidad. Fauna lacustre, naturalmente. Patos salvajes y zambullidores. Y un revuelo de chuñas y bandurrias negras, sobresaltadas por el galope de los caballos. Laureano y Aasta van a la muerte como si remontaran la historia argentina hacia la edad de los saurios y los batracios. Tal vez hay por ahí grandes escuerzos, ampalaguas, ranas flautas, y en cuanto a los insectos, teníamos para elegir cien variedades de abejas, ochenta de avispas, ciento diez de sanjorges, mil de coleópteros, incluidas veinticinco especies de luciérnagas, algunas de tipo fétido como la célebre Juanita, por no hablar del bicho moro, que es una cantárida, del gorgojo y de la chinche de agua. Eso en cuanto al mundo llamado visible, dijo Lalo, ahora que si queríamos el paisaje interior, los horrores y ciénagas del alma, él podía contarnos lo que pensaba de lo que realmente pasó. Es muy probable que el abuelo, veterano en disparadas largas, le hubiera dicho a la chica algo así como que no apurase a la yegua, que la llevara levantada sobre la rienda. Sabía que aquellos cordobeses no tenían caballos como el moro y la yegua, sabía que a ese paso y con la ventajaque llevaban no había quien los alcanzara. Lo que no sabía es que cuando dijo eso, iba hablando con nadie. Aasta, que venía atrás siguiendo la huella que le marcaba Laureano, había rodado y estaba allá, como a dos cuadras, sola en medio de la noche junto a la yegua caída. No había gritado ni lo había llamado. Cuando el abuelo se dio cuenta, empezó la historia de amor más hermosa de la historia argentina. Pongan atención e imaginen exactamente lo que digo. La situación es ésta. Allá, en mitad de la noche, la chica, viendo que el abuelo da vuelta la cabeza y sofrena el caballo. Los relámpagos que permiten ver todo. Ella haciéndole señas de que siga solo, o quizá gritándolo entre los truenos. Más atrás, los treinta jinetes del capitán de Bustos. Y acá, el abuelo. Volver y enfrentarse con los treinta no era nada extraordinario. Como les dije, Ramírez peleó a cincuenta. Bastaba no pensar en nada para hacerlo, y lo que yo creo es que Laureano pensó. No puedo concebir que, entre las muchas cosas que en ese instante pensó, no haya pensado en su hijo, en salvarse solo, en la posibilidad de llegar a San Luis y de ahí subir a Salta o Jujuy y armar otro ejército,no se imaginan la cantidad de cosas que puede pensar un hombre en un segundo cuando de un lado está la muerte y del otro la vida. Si Laureano no pensó en todas estas cosas, entonces no hay historia de amor ni historia épica. Hay un jujeño bruto sin conciencia nacional, sin amor a la vida, sin miedo a la muerte, sin sentimientos humanos. Lo imponente de ese segundo no es que Laureano haya vuelto, sino que volvió sabiendo que lo perdí todo. Todo, hasta la mujer; porque lo que aquella gente buscaba no era matar a la chica. Al fin de cuentas, él fue quien la asesinó. Supongamos que el abuelo no se vuelve. Consigue armar un ejército, cambia la historia del país y hasta salva la vida de ella. Tal vez la habrían violado un poco, no me aparto, pero si el cojer matara a las mujeres, todas ustedes serían fantasmas, dijo Lalo. –Es una historia de amor -dijo Lalo. Inés no dijo nada. Y dije bien. El matrimonio entre mi padre y la Loca era un infierno, aunque disfrazado de cielo. Y aquí digo y sostengo y repito lo que siempre he dicho y sostenido y repetido, que el peor infierno es el que uno no logra detectar porque tiene vendados como bestia de carga los ojos. Papi tenía sobre los ojos un tapaojos grueso, negro, denso, que nunca le pude quitar. –Quién sabe si hubieras podido ayudarme. No estaba madura hasta hace poco. Sél0 ahora sé que puedo. El cielo que nos mira desde arriba vive tan enojado como los cristianos de abajo, y cuando se suelta este loco a llover es a llover, con una demencia desbordada. Arroyos torrentosos empezaron a saltar por las escaleras de cementó como cabras locas deshalagadas y a confluir en ríos por las desbarrancadas calles. Me hice a un lado para que el ríotromba que bajaba atronando, atrabancado, atropellando, pasara y no me llevara. íbamos para el mismo lado, para abajo, pero yo sin tanta prisa. Y mientras el loco frenético de arriba se despanzurraba de la ira, nadie en las desiertas calles de las comunas., Ni un alma, ni un asesino. Y ni un alero tampoco para guarecerme en tantas casas miserables, mezquinas, construidas con el egoísmo del sálvese quien pueda. –¿Por qué? –Oh, recuperó el sentido. –No quiero perder mi trabajo en el diario, doctor -dijo, con un tono resignado-. Y si me enredo en una historia de la que no sabría cómo salir, lo voy a perder. Lamento lo que empezamos. No lo voy a seguir. Pongamos que sí. Apenas llegó al diario convocó a los editores a un conciliábulo de emergencia. El de Política había ordenado ya los desplazamientos de rutina, enviando un fotógrafo y dos redactores al monasterio benedictino, que se llamaba Santa Maria de Los Toldos. A los religiosos no se les podría sacar una palabra,porque a los votos de castidad, pobreza y obediencia habían sumado el de silencio. Sólo quedaba acechar la visita de algún amigo del presidente. El editor de Información General había investigado ya la historia del convento y las rutinas de los monjes. Exhibió fotos del refectorio, del patio interior, de las celdas y de una virgen negra coronada, que era el objeto central de veneración. Si damos a conocer todo eso le estamos haciendo el juego a la farsa del presidente, dijo Camargo. Lo adornamos con todas las cualidades que no tiene: devoto, asceta, humilde, inocente. Pero tampoco se puede escamotear la información. Ayer llevábamos la iniciativa y ahora estamos tratando de defendernos. –Entrar es fácil, doctor. Tenemos las contraseñas. Esa mujer usa dos servicios de Internet, el del diario y uno que ha contratado por su cuenta. Conozco los dos. Siempre hemos tomado precauciones. –Nada de navajas ahora. No quiero tonterías con los asientos. Acabo de retapizar el coche. -Le calmé esosglupos temores y fuimos al bloque municipal 18A, y las dos audaces y pequeñasptitsas reían y murmuraban. Para abreviar diré que llegamos, oh hermanitos míos, y las llevé hasta el 10-8, y mientras subían la escalera jadeaban ysmecaban , y una vez allí dijeron que tenían sed, de modo que abrí el cofre de mi cuarto y ofrecí a las jóvenesdébochcas de diez años un verdadero yjoroschó escocés, aunque bien mezclado con agujas-y-alfileres. Se sentaron en mi cama (todavía sin arreglar) y balancearon las piernas,smecando ypiteando la bebida, mientras yo pasaba en mi estéreo sus patéticos ymalencos discos. Era comopitear una suave y perfumada bebida sin alcohol para niños en vasos de oro muy bellos, trabajados y costosos. Pero ellas decían oh oh oh y exclamaban «Desmayante» y «Cumbroso» y otrosslovos raros que estaban de moda en ese grupo infantil. Mientras pasaba esacala para que la oyesen, las animé a beber y luego a tomar otra copa, y la verdad que no se opusieron, oh hermanos míos. De modo que cuando ya habíamos escuchado dos veces los patéticos discos pop (eran dos:Nariz dulce,cantado por Ike Yard, yNoche tras día tras noche,gemido por dos horribles eunucosdesyarblocados que no recuerdo cómo se llamaban) ya estaban cerca de la histeria máxima de lasptitsas jóvenes, saltando de un extremo al otro de mi cama, y alrededor del cuarto, y yo con ellas. –Te aclaro que el padre Cherubini iba en ese auto. Siempre van juntos -dije yo, un poco a destiempo pero con voz normal-. Y en cuanto a lo de comerte los buñuelos vos solo, está por verse..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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