15 de enero de 2025
Comentario destacado
Research proposal international relations
Sólo quiere pedirle explicaciones, entender por qué ella lo rechaza sin considerar quién es Camargo. No cree, por supuesto, que siga atraída por el editor colombiano, porque lo ha despedido tan implacablemente como a él. Y no puede concebir que una insignificante llamada suya a los medios de Buenos Aires, insinuándoles que la proscriban, la haya ofendido como si fuera un insulto. Una vez más, la mujer olvida que el único interés de Camargo es protegerla: ¿acaso alguna vez fue tan plena y tan feliz como en El Diario? Le ha ofrecido casarse con él: ¿eso le parece poco? Si lo aceptara, sería más importante de lo que era antes de esos malditos viajes a Temuco y a Caracas. Ni siquiera necesitaría escribir una Inca más en la vida. En vez de la señorita Remis sería la señora de Camargo: ¿cómo no puede darse cuenta de la diferencia? El se lo explicará. Para eso se está tomando el trabajo de viajar más de cuarenta kilómetros hacia un haras remoto del sur. ¿Cómo puede permitir que la persona destinada a casarse con él se entretenga en oficios ruines? El viernes, sin ir más lejos, Sicardi le ha contado que la mujer va a trabajar en una agencia de resúmenes informativos. El dato lo ha llenado de indignación. La sola idea de que ella recorte y pegue lo que otros escriben en una oficina estrecha y sucia, junto a tres o cuatro aprendices babosos, le parece un ultraje a todo lo que él, Camargo, le ha inculcado: orgullo, confianza en sí misma, capacidad de asombro; sí, orgullo más que nada. De inmediato ha llamado al dueño de la agencia y le ha dicho que, si contrata a Reina Remis, hará lo que esté en sus manos para que no le quede un solo cliente. Ni siquiera ha necesitado dar explicaciones. Debió ser aún más violento con una revista electrónica que se disponía a publicar parte del ensayo sobre los mesías gemelos. El editor era un joven testarudo que ya había montado la página y estaba a punto de distribuirla. No sabe cómo, Sicardi consiguió que unas pocas decenas de suscriptores se retiraran del servicio: ése fue el fin de la aventura. XIV Ahora, mientras me incorporaba entre todos loscotos y lascotascracantes ,slusé nada menos que el chumchum de la vieja sirena policial a la distancia, y comprendíscorro que la viejaforella de los gatos había estado hablando por teléfono con losmilitsos cuando yo creí quegoboraba con sus bestias maulladoras, pues se le habían despertadoscorro las sospechas cuando yo toqué el viejosvonoco pretendiendo que necesitaba ayuda. Así que ahora, alslusar el temido chumchum del coche de losmilitsos, corrí hacia la puerta del frente y me costó unraboto del infierno quitar todos los cerrojos y cadenas y cerraduras y otrasvesches protectoras. Al fin conseguí abrir, y quién estaba en el umbral sino el viejo Lerdo, y ahí mismo alcancé avidear la huida de los otros dos de mis llamadosdrugos. -Largo de aquí -criché al Lerdo-. Llegan losmilitsos. -El Lerdo dijo: -Tú te quedas a recibirlos juh juh juh juh -y entonces vi que había desenroscado elusy , y ahora lo levantaba y lo hacía silbar juisssss y me daba un golpe rápido y artístico en los párpados, pues alcancé a cerrarlos a tiempo. Y cuando yo estaba aullando y tratando devidear y aguantar el terrible dolor, el Lerdo dijo: -No me gustó que hicieras lo que hiciste, viejodrugo. No fue justo que me trataras de ese modo,brato . -Y luego leslusé las botasbolches y pesadas que se alejaban, mientras hacía juh juh juh juh en la oscuridad, y apenas siete segundos despuésslusé el coche de losmilitsos que venía con un roñoso y largo aullido de la sirena, que iba apagándose, como un animalbesuño que jadea. Yo también estaba aullando y manoteando, y en eso me di con lagolová contra la pared del vestíbulo, pues tenía losglasos completamente cerrados y el jugo me brotaba a chorros, y dolor dolor dolor. Así andaba a tientas por el vestíbulo cuando llegaron losmilitsos. Por supuesto, no podíavidearlos, pero sí podíaslusarlos y olía condenadamente bien elvono de los bastardos, y pronto pude sentirlos cuando se pusieron bruscos y practicaron la vieja escena de retorcer el brazo, sacándome a la calle. Tambiénslusé lagolosa de unmilitso que decía desde el cuarto de loscotos y lascotas: -Recibió un feo golpe, pero todavía respira -y por todas partes maullidos y bufidos. Facundo Quiroga dejó la bandeja y miró alarmado a Espósito. Vos habías vuelto a la mesa. Santiago encendió un cigarrillo. –¿Qué día es hoy? -pregunté para conjurarla. A las siete de la mañana cuando salía de su casa con su hijita a llevarla a la escuela, de un balazo. Uno solo, aquí, en la sien derecha, sin derecho a apelaciones. El jujeño me miró y miró a Bastián. Espósito trató de no acusar el impacto. Alguien pasó con una bandeja. Se puso de pie. –¿Del contrabando de armas? -adivinó Reina. Conozco el final de la historia. –Yo me las pondría -dije. El artículo de Veja ha desaparecido del segundo cajón, pero entre la resma de papeles, ahora disminuida, él encuentra dos mensajes impresos que le llaman la atención. La mujer los ha copiado de Internet, tal vez porque necesita releerlos. El primero procede de un editor de Bogotá. Y está dirigido aella, no hay error posible: «Querida, entonces Río, si es lo que quieres. ¿Reservo el Palace de Copacabana, el Caesar de Ipanema? Te beso, te beso». Y el de ella, media hora más tarde:.Amor, te extraño ya. Elijo el Palace. Sin vos, no entiendo el sentido de mis días. Algo as(como no saber exactamente quién soy, dónde estoy, qué hora es.?Quiero recuperar ese sentido? ¿Puedo o es tarde, soy otra desde que soy con vos? ¡Me haces tan feliz! Lamento que la distancia no re permita ver la cara de idiota que llevo, prueba inequívoca del bienestar que da enamorarse. Nos vemos en el aeropuerto de Galeáo, entonces. Me sofoca el dolor del amor. Te besen». –Lo pensabas. Es fácil saberlo. Nunca ha sido difícil domar a una mujer salvaje, se ha repetido Camargo durante toda la semana que sucedió a la violación. Shakespeare da una lección ejemplar del arte de la doma en una de sus comedias tempranas, representada en 1592 o tal vez antes, pero Camargo ha perfeccionado el método. En las representaciones de The Taming of the Shrew durante los siglos XVIII y XIX, el personaje de Petruccio se paseaba por el escenario con un látigo de varias puntas: el símbolo del amansador. Y Katherine, la mujer vencida, se complacía en defender las ferocidades disciplinarias del marido: Lo que me enoja más de toda lo que él me pide / es que lo hace bajo el nombre de amor perfecto. Para someter a Reina, Camargo no ha necesitado azotarla ni rendirla por hambre, como Petruccio a Katherine. Le ha bastado con enfrentarla a su fragilidad, a su pequeñez, a su insalvable dependencia del hombre que aún la ama..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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