15 de enero de 2025
Comentario destacado
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–Es un miguelete del Ilustrísimo Cabildo. Y, en efecto, lo hizo mi marido. Acá tenés otro. -Lo tomó de la repisa y ahora lo tenía sobre la palma de su mano. Uniforme de campaña azul y blanco y un gorro frigio punzó. -Un dragón -dijo Verónica-. Un dragón del Regimiento de Dragones de la Patria, con todos sus detalles, sus altas botas negras por encima de las rodillas, sus charreteras de oro y sus bigotes de corsario. Sostiene con el puñito derecho el caño de un fusil no mucho más grueso que una aguja. Un fusil a chispa, de cerrojo dorado. Ves, la culata del fusil se apoya sobre el empeine de la bota. -Verónica volvió a dejar el soldadito sobre la repisa. A La Plaga lo conocí también en el cuarto de las mariposas, pero nuestro amor no prosperó: me dijo que tenía novia y que la pensaba preñar pa tener un hijo que lo vengara. "¿Y de qué, Plaguita?" No, de nada, de lo que fuera. De lo que no alcanzara él. Este sentido previsor de nuestra juventud me renueva las esperanzas. Mientras haya futuro por delante fluye muy bien el presente. En cuanto al pasado… Pasado es el que yo tengo y el que me mantiene así. Pero dejemos esto y que los vivos sigan matando a los vivos y los muertos enterrando a sus muertos que la oscuridad ahora es reina de la noche. Aparte de mi cama y una silla del comedor para poner mi ropa, no hay pues más mueble en este cuarto mío que el sillón vacío de la abuela, a quien no quiero volver a recordar. Lo que me quiero es dormir, sin oírme, sin pensarme, sin hablarme, sin volverme a decir las mismas cosas, contando ovejas o lo que sea, muchachos en una piscina o soldados en un cuartel. ¡Qué fresquecito que era mi Medellín en mi infancia! Soplaba la brisa juguetona sobre los carboneros de mi barrio, meciéndoles las ramas, pulsándoles las hojas, improvisando sobre el pavimento de la calle, con mucha séptima de segunda y novena de dominante, una rapsodia de sombras en sol mayor. ¡Nunca más! Mi barrio se murió, los carboneros los tumbaron, las sombras se esfumaron, la brisa se cansó de soplar, la rapsodia se acabó y esta ciudad se fue al carajo calentando, calentando, calentando por lo uno, por lo otro, por lo otro: por tanta calle, tanto carro, tanta gente, tanta rabia. Subiendo de grado en grado por un concepto u otro hemos terminado bajando de escalón en escalón a los infiernos. ¡Ay amigo Jorge Manrique, todo tiempo pasado fue más fresco! Después que me dieron una buenachascha de café de verasjoroschó y algunas viejasgasettas y revistas para mirar mientraspiteaba, vino el primerveco de blanco, el que había firmado el recibo por mí, y dijo: -Ajá, de modo que estás aquí -lo que era decir una vesche muy tonta, pero no sonaba tonta, porque el veco era muy simpático-. Yo soy el doctor Branom -explicó-. Soy el ayudante del doctor Brodsky. Con permiso, te haré un breve examen general de rutina. -Y sacó el viejo esteto delcarmano derecho.- Tenemos que estar seguros de que te encuentras bien,¿verdad? Sí, en efecto, tenemos que estar seguros. -Y allí estaba yo, tendido en la cama, afuera la chaqueta del piyama, y él hacía esto y aquello, y lo otro. Le dije: –Existe -dijo-. Tranquilízate. –Yo si me acuerdo. Aquí tengo en la computadora del coconut archivado todo tu expediente, el sumario. Con la sífilis entró el sida, fue una infección mixta la tuya, promiscua, por una desaforada promiscuidad. Pero bueno, no te lo estoy reprochando, simplemente estoy comentando. Por interéscientífico. –Después minga. Después vas a tener que comer las de loneta. Yo probé una. Era como morder una alpargata rellena con un cuento de Lovecraft. Ay, perdón, por ahí te gusta Lovecraft. Reina detesta cuando Germán adopta ese aire de frivolidad, sin dejarse rozar siquiera por la angustia de todo lo que ella le ha dicho ya. Lo detesta y además lo quiere. –¿Cómo crees siquiera que puedo pensar en otro? De todos los hombres que he conocido, ninguno te llega a los talones. Hablo de Bastián. Y larga la cantimplora o te va a pasar lo de anoche. Aunque no lo creas les tengo una especie de cariño, a los dos, pero sobre todo a él, que no es ningún pelotudo como te gustaría pensar. Es algo peor, sí; pero a lo mejor vos también… Capaz que uno de nosotros se muere dentro de un rato y ve que discusión al cuete. Si el negro Bastián y yo hubiéramos sido una sola persona, en este país habría un genio. Somos una tierra de despedazados: mira a Roberto, como dice el doctor Cantilo, mira si Arlt no es un pedazo de algo inmenso, la tajada de un dios. Sí, a lo mejor tiene razón Ignacio y es cierto que nos faltó escuela; pero yo les juro que el día en que aparezca un argentino completo va a dar lo mismo que sea doctor en algo, buzo o criador de chanchos. Esos novelones de Arlt, esas escenas truculentas donde un tipo se clava con un cuchillo la mano a una mesa, o la lame, se trepa a un árbol para ver a la gente desde arriba o mira a una mujer desnuda como si fuera una mosca, igual que en París sólo que antes, ¿cómo se aprende a hacer eso?, ¿dónde se aprende? Déjenme hablar que tengo poco tiempo, dame la cantimplorita, Bastián. Lo que veo es que se van a mamar los dos y después van a querer pelearme a mí; y lo que ustedes deberían hacer es romperse bien el alma a patadas, sin poner ninguna excusa. Hay gente que se mira y se odia, así anda el mundo. Decía que comer caca, lo que se dice caca, aquello desgarrador y atroz que hay en el alma de un desgraciado que hace algo grande o hermoso mientras busca la felicidad y come caca, eso a lo mejor se aprende. Pero dónde se aprende, Ignacio, cómo se aprende. Yo te digo cómo. Metiendo bien metida la cabeza en el agujero del excusado, pero sin dejar que la mierda se te gane en los sesos o en el corazón. Corazón dije, qué hay. O regalándole una oreja a una puta como quien corta una flor. Locura, eso es lo que nos hace falta, o una gran pureza. ¿Sabes por qué somos mediocres, chango? Justamente porque aspiramos a la cordura, al equilibrio. Somos medio roñosos, medio inocentes, medio argentinos, medio borrachos, medio universitarios, medio putos, medio escritores, medio comunistas, medio fracasados. Yo soy un fracasado, lo admito, pero soy un fracasado con grandeza. Todos estos tipos -agregó en voz alta y se puso de pie y algunas caras se dieron vuelta hacia nosotros mientras el ademán del jujeño, ampliándose, parecía abarcar no sólo los claustros y los profesores y las cátedras sino las siluetas que deambulaban entre los jardines, y mucho más allá, entonces tuve un presentimiento y me dio miedo porque el gesto de Santiago ya no tenía nada que ver con sus palabras-, todos estos tipos, chango, aspiran a ser fracasados, pero con sello y firma. –¿A mí me decís? Ya le habían dado tres infartos, tenía diabetes, y con la diabetes la circulación hecha un desastre, «una alcantarilla taquiada». Me llamo Esteban Espósito. El cielo raso, los muebles, el empapelado de luces de las paredes, todo absolutamente inocuo. Ni manchas ni rajaduras. Leonardo da Vinci, ante un espectáculo así, hubiera sentido una fuerte desolación. Leonardo da Vinci es una excusa, las frases son una excusa; no hay público, ser sincero, cabrón. Esto es Córdoba de la Nueva Andalucía, en Sudamérica, el ombligo, el mándala, o tal vez el culo del mundo, y yo soy Esteban Espósito, argentino, estado civil soltero, un grandísimo hijo de puta en el más cabal y nada metafórico sentido del concepto, profesión: escritor. Soñé toda mi vida con llegar a un hotel y en el registro de pasajeros del señor Ripul gusano gelatinoso zambulléndose con lentitud dentro de sus pantalones, estampar junto a mi nombre la palabra Escritor. Qué portento, quérareza,oh. Niñas nubiles de vestidos vaporosos rodeándome y cantando Sanctus, sanctus Stephanos qui erat, et qui est, et qui venturus est, algo así. Me dejaba crecer el pelo, por ejemplo, larga melena heroica primero; más tarde, los versos vienen solos. El mayor peligro que se corre jugando a ser un genio, llegar a serlo. Es fatal, es Ibsen. No. Todo otra vez, payaso. Hundirse usted, meterse bien adentro hasta el límite cloacal de tu podrida almita, bello espíritu llamado Esteban Espósito, no olvidarlo: se acabó el juego, voi chentrate lasciate ogni speranza, arder y comer caca, nadie prueba en joda los famosos y nada románticos y más bien con un siniestro sabor a acumulado sufrimiento ajeno, hermanos míos, los mundialmente conocidos Elixires del Diablo. Y pedí el whisky y me encontré relatando a grandes rasgos uno de aquellos anticipados capítulos de mi biografía que, en vida, siempre me llenaban de melancólica ternura y hasta de cierto orgullo. Yo fui soldado de caballería. Lo cual, considerando mi figura, si bien armoniosa nada gigantesca, un metro setenta y tres, descalzo, dije exagerando tal vez dos centímetros), equivale, en escala argentina, al vindicatorio corte de manga de Cambronne ante los ingleses del duque de Wellington. ¡Mierda! Furriel, nada menos, del Escuadrón Comando del Regimiento 2 de Caballería Lanceros General Paz, Tercera División de Caballería, Guarnición Olavarría, clase 35. Tacatac tacatac tacatac. Para el soldado de caballería, princesa, no hay nada imposible. Su divisa es: El soldado de caballería no tiene problemas. Los causa. Mira el horizonte un metro por encima de la raza humana en general. Ahí está el detalle, elepos:lo heroico en su antigua acepción clásica. Un soldado de caballería, por otra parte, no puede desconocer el contradictorio corazón del hombre, puesto que trata a diario con toda clase de caballos. Sabe reír a grandes carcajadas, beber en grandes jarros, levantar grandes polvaredas, y no respeta más autoridad que la de quien monta el yeguarizo de mayor alzada, motivo por el cual le gustan las mujeres grandes. Como a Gauguin. Y sabe que cuanto más parecida a un buen caballo, más femenina será una mujer. Ejemplos. Como el caballo, deberá tener clinas sedosas; ancas anchas y firmes; manos y patas fuertes y largas, afinándose hacia los cascos o terminaciones. Cola ondulante y pecho alto. Y buenos dientes. Como Berenice. –Las dos y media -dijo una voz, a mi espalda. El pobre y viejo Lerdo, con su máscara de Pebe Shelley,smecó entonces ruidosamente y rugió como algún animal. Verónica y vos juntas en un ángulo del bar. Vos hablabas por teléfono. La Cavarozzi en el baño, llorando quizá por el barómetro fluorescente. Santiago, frente a mí pero como si estuviera muy lejos, fumaba y bebía. Hay que aprovechar esta especie de soledad para hacer algo con Cantilo. Yo era el mayor de los cuatro y todos me consideraban el líder del grupo, pero a veces se me ocurría que a Toro le rondaba por lagolová la idea de tomar el mando, y esto sólo porque era enorme y por lagroncagolosa que le salía cuando estaba en pie de guerra. Pero todas las ideas venían de Vuestro Humilde, oh hermanos míos, y además estaba lavesche de que yo había sido famoso y habían publicado mi foto y artículos sobre mí y toda esacala en lasgasettas. Además yo tenía el mejor trabajo de los cuatro, en los Archivos Nacionales de Gramodiscos en el lado de la música, y cada fin de semana tenía loscarmanos repletos de preciososgollis , además de un montón de buenos discos gratis para elmalenco estante de mi lado. –Aire que es lo que comemos aquí -me contestó y nos echamos a reír..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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