15 de enero de 2025
Comentario destacado
Psychology purdue
Cuando iniciábamos la subida por la carretera de Rionegro se soltó a llover: una lluvia densa, cerrada, que ocultaba el paisaje. Así que la última vez que vi a Antioquia fue unas semanas atrás, bajando a Medellín del aeropuerto, a mi llegada. ¡Quién iba a decirlo, quién iba a saber! ¡Ay los Rendones, lo que nos han hecho sufrir, en primero y segundo grado! Los Rendones son locos. Locos e imbéciles. Imbéciles e irascibles. Pese a lo cual andan sueltos en un país de leyes donde no existe una ley que les impida reproducirse. En legislación genética aquí andamos en pleno libertinaje, en pañales. Yo calculo que entre los cien mil genes del Homo sapiens, en los Rendones hay cuando menos mil quinientos desajustados, y tienen que ver con el cerebro. Un ejemplo: mi primo hermano Gonzalito, Gonzalito Rendón Rendón, una furia. El «ito» lo perdió hace mucho, pero así lo sigo recordando yo, de niño, poseído por la demencia cósmica cuando le decían «Mayiya» –Quiero eso color guinda -dijo-. El otro también. -Volvió a tu lado y te ofreció uno de los vasos. El abuelo está junto a la chica. Le grita que monte en las ancas del moro. Ella no contesta, parece no escucharlo, mira como enajenada a la yegua quebrada, el blanco demencial de los ojos de la yegua es de un horror intolerable. No hay nada más espantoso que el dolor inexpresivo de los animales. Laureano ve acercarse a los treinta. Ya no hay tiempo para nada, piensa. Desmonta y habla con suavidad. "Cierre los ojos", dice, "voy a matarla." La chica cierra los ojos, él le pasa un brazo por sobre el hombro y cuando ella apoya la cara en su pecho le dispara un balazo en el corazón. Vuelve a cargar la pistola y sacrifica a la yegua. Después monta en el moro y carga contra los treinta. La última cosa que vio en este mundo fue su propio cuerpo, de pie, entre un montón de muertos y de hombres gritones que lo sableaban a mansalva; sin comprender lo que veía, vio desde el suelo su propio cuerpo decapitado, vio su brazo que todavía sostenía el sable, vio en el cielo una franja colorada que le pareció el amanecer. Llegó el mozo. Le pediste un café doble y un poco de leche. "Y eso de ahí", agregaste, señalando algo que tenía el vago aspecto de un alfajor desproporcionado. Cómo puede ser posible, pensé; es capaz de comérselo. A los dieciocho años, ese alfajor me habría partido el corazón (…desde la casa se escuchaba el río, ella se llamaba Cecilia y él, sentado en la cama, le leyó un poema mientras ella andaba por algún lugar de la casa, vestida sólo con la camisa de él, camisa que le quedaba tan obscena y conmovedoramente bien con sus piernas al aire como a cualquier mujer y casi a cualquier edad le quedan las camisas de cualquier hombre, sólo que ellas parecen saberlo desde que nacen y uno lo descubre tardísimo, cuando ve a la primera y acaso únicamente si la camisa es propia. Era necesario leer en voz alta o levantarse envuelto en una sábana, como un poeta romano o griego. Buscarla, ahora en silencio, por los cuartos. Hasta verla por fin entre los árboles del patio, con su gran camisa pero sorda a todo verso, chupando pensativa una naranja de tamaño concurso para fenómenos cítricos. El rapsoda pensó: A los catorce años esto me habría partido el corazón…) –Bueno bueno bueno bueno bueno bueno bueno. El pequeño Alex en persona. Tanto tiempo que no nosvideamos,¿eh,drugo?¿Cómo te va? -Yo estaba aturdido, y el uniforme y elschlemo me impedíanvidear quién era, aunque ellitso y lagolosa me parecían conocidos. Entonces volví losglasos hacia el otro, y sobre ese delitso sonriente ybesuño, no tuve dudas. Entonces, todo entumecido y cada vez más aturdido, volví los ojos al que decía bueno bueno bueno. Reconocí nada menos que al gordo y viejo Billyboy, mi antiguo enemigo. El otro, por supuesto, era el Lerdo, que había sido midrugo y también el enemigo del gordo cabrón Billyboy, pero que ahora era unmilitso con uniforme yschlemo, y látigo para mantener el orden. Exclamé: Empiezo a escribir en forma tan arrevesada, cortando a machetazos los párrafos, separando sus frases, por culpa de Vargas Vila, por la influencia maldita de ese escritor colombiano del planeta Marte que escribía en salmodia, pero, cosa curiosa, no para echarle incienso a Dios sino para excitar al prójimo. Vargas Vila era un marica vergonzante, pese a lo cual sólo trató en sus libros de sexo con mujer. Un maromero. Un maromero invertido. Pero volvamos al jardín. –No tenés que decir nada. No tenés que pensar nada. Soy yo el que ha dicho todo. –¡No jodan más, no insistan! ¿No ven que estoy con el psiquiatra confesándome? ¡Qué va! Él las oía como quien oye un partido de fútbol, con espíritu deportivo. Hasta el final conservó el optimismo, su fe en la vida, su buen humor. Fue un santo. Veintitrés hijos engendró en una sola mujer, alegremente, sin pensarlo mucho, y se murió dejándonos una casa en el barrio de Laureles, tres vaquitas en un pegujal, y en el alma un recuerdo desolado. –Está bien, está bien -dijo muyscorro el del Inferior Interior-. Me habla como a un amigo,¿no es así, hijo? –Por Dios, nunca olvido una forma. Jamás olvido la forma de nada. Por Dios, cerdo inmundo. Ahora te tengo. -Sí, cristalografía. Eso era lo que había retirado de la biblio aquella vez. Los dientes postizos aplastados verdaderamentejoroschó. Losplatis desgarrados. Los librosrasreceados, y todos eran de cristalografía. Hermanos, se me ocurrió que lo mejor era salir de allí realmentescorro. Pero elstarrio y viejocheloveco se había puesto de pie,crichando comobesuño a todos losstarrios y viejos tosedores que miraban lasgasettas frente a la pared, y a los que dormitaban sobre las revistas en las mesas.- Lo tenemos -crichó-. El cerdo perverso que destruyó los libros de cristalografía, obras raras, obras que es imposible conseguir de nuevo. -Y todo lo decía con unchumchum realmente enloquecido, como si el viejoveco hubiese perdido de veras lagolová.- Un ejemplar especial de esas bandas de jóvenes bestias cobardes -crichó-. Aquí, entre nosotros, y en nuestro poder. Él y sus amigos me golpearon, me patearon y derribaron. Me desnudaron y destrozaron la dentadura. Se rieron viendo cómo yo sangraba y gemía. Y me despidieron a patadas, mareado y desnudo. -Como ustedes saben, hermanos, eso no era del todo cierto. Le dejamos algunosplatis, y no estaba completamentenago. Dios no existe y si existe es un cerdo y Colombia un matadero.¡Y yo que juré no volver! Nunca digas de esta agua no beberé porque al ritmo a que vamos y con los muchos que somos el día menos pensado estaremos bebiendo todos el aguamierda de ese río. Que todo sea para la mayor gloría del que dije y la que dije. Amén. –Vos hablas de Mariano. Te pregunto de veras. Estás hablando de Mariano..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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