15 de enero de 2025
Comentario destacado
Project manager responsibilities
Así que tomé el ómnibus al centro de la ciudad, y luego el que va a la avenida Kingsley, porque el edificio 18A está ahí cerca. Créanme, hermanos, si les digo que el corazón me hacía clop clop clop a causa de la excitación. Todo estaba tranquilo, pues era temprano y una mañana de invierno, y cuando entré en el vestíbulo del edificio no había ningúnveco por ahí, sólo laschinas y losvecosnagos de la Dignidad del Trabajo. Lo que me sorprendió, hermanos, fue el modo como los habían limpiado, de modo que ya no les salíanslovos sucios de lasrotas a los Trabajadores Dignificados, ni se veían tampoco las partes indecentes del cuerpo que losmálchicos de mente sucia aficionados al lápiz habían dibujado en losplotos desnudos. Y también me llamó la atención que el ascensor funcionara. Vino zumbando cuando apreté elnopca eléctrico; entré y me sorprendió de nuevovidear que todo estaba limpio dentro de la jaula. –Me voy con vos -dijo la Austin. –Tal vez haya una hija, ¿no? Era como si el fantasma de un hombre que se hubiese ahorcado regresara al lugar de su suicidio, no por curiosidad morbosa sino por pura nostalgia de beber otra vez las copas que le dieron el valor de hacerlo, y para preguntarse, tal vez, cómo tuvo coraje… Vos habías dicho que no. –¿Y dónde, para irlo a buscar? ¿Monja? ¿Europa? –Hace años hubo una ventana ahí -dice Verónica-. ¿Cómo sabías? –Bueno, basta de recuerdos -dijo Billyboy asintiendo. No era tan gordo como antes-. Losmálchicos perversos que manejan lasbritbas filosas… bueno, hay que tenerlos a raya. -Y los dos me sujetaron muy fuerte y casi me sacaron en andas de labiblio. Afuera esperaba un auto de losmilitsos, y elveco que llamaban Rex era el conductor. Metolchocaron al meterme en el asiento de atrás, y no pude dejar de pensar que en realidad todo parecía una broma, y que en cualquier momento el Lerdo se quitaría elschlemo de lagolová y largaría el jajajaja. Pero no lo hizo. Dije, tratando de dominar elstraco dentro de mí: –Gringa de mierda -murmuró-. Puede que tengas razón. El viejo pendejo ya ni sabía qué estaba haciendo. Entonces, por inadvertencia otra vez, volvió a verse en el espejo, y vi sus ojos cansados mirándome con un cansancio infinito. Y esa misma noche, de rodillas… VI Por un momento duda, siente el impulso de seguir de largo. Querría decir: «Lo siento. No fumo». Busca en cambio un billete de cinco pesos y se lo entrega al hombre: «Compre un paquete de cigarrillos con esto», le dice. Y cruza la vereda. –Hay frases que no se pueden dejar en el aire. Eso fue lo que vos misma me dijiste, ¿te acordás? También a los cuerpos les pasan cosas que no se quedan en el aire. –Ellos tienen la culpa -criché, pestañeando, pues losglasos me ardían-. Los bastardos estaránpiteando en elDuque de Nueva York.Agárrenlos, malolientes militsos. -Y ahí nomás recibí otromalencotolchoco y oí risas, oh hermanos míos, y la pobrerota me dolía más que antes. Y así llegamos al hediondo cuchitril de losmilitsos, y a patadas y empujones me ayudaron a salir del auto, y metolchocaron escaleras arriba, y comprendí que estos pestíferosgrasñosbrachnos no me tratarían bien,Bogo los maldiga. El haras está unas veinte cuadras al oeste de la estación ferroviaria de Longchamps y es mucho más modesto de lo que Camargo ha supuesto. Un vasto patio de tierra se abre frente a los boxes de los caballos, seis en total, y más allá hay un alfalfar, con dos o tres vallas que tal vez se usen para los saltos. No se ve un alma. Casi con certeza, el guardián está todavía durmiendo, y tal vez el padre de Reina llegue de un momento a otro, junto con los demás jinetes. Ve a la mujer colocar la montura con increíble destreza sobre un alazán tostado, ajustar la cincha y acariciarle la cabeza. Pone el pie en el estribo y algo la detiene. Por el gesto Lo pregunté con sequedad, inamistosamente. no porque no fuera cierto; sino porque yo no había querido pensarlo. Un malestar que no tenía nada que ver con mi animal postcoito. Una sensación penosa, análoga a otra. Hacía doce años. Sólo que entonces llegué desde una cama a mi casa y le dije a mi padre: No voy a entrar en el Seminario; y pensé: Esteban Espósito abre la otra puerta, no la estrecha, y se mete dramáticamente en la adolescencia. Ahora salía de allí, y no me sentía dramático sino más bien con sueño. Otras emisoras aseguraban que el presidente se había retirado del convento benedictino después de la plegaria de Sextas, hacia la una de la tarde, con tantas precauciones de seguridad que un doble -el mismo doble que lo sustituía repartiendo bendiciones y promesas en las provincias remotas- había asistido al oficio de Vísperas. Según esas versiones, había viajado en el avión de un amigo desde un campo cercano a Los Toldos hasta Jáchal, en San Juan. Una vez allí, el presidente había empezado a comportarse de un modo extraño. Ordenó que no lo siguieran. Pidió prestado el auto de un senador y nadie sabe cómo, a eso de las cuatro de la tarde, llegó a la cabaña del guardián del Valle de la Luna. Iba vestido con un hábito blanco, de beduino, la cabeza cubierta por una capucha de monje y sandalias franciscanas. El guardián contó por la radio, con una voz sin entresijos de mentira, que había tratado de detenerlo mientras el presidente iba y venía por las depresiones del valle, rezando como un poseído bajo el sol enloquecedor. Uno de los móviles de la televisión de San Juan había llegado hasta las vallas tendidas por el ejército y mostraba al presidente desde lejos, trepando por los riscos. A falta de acción, las cámaras insistían en describir la intensidad religiosa de las rocas, en cuyas formas estaba inscripta la historia del mundo: hongos, lámparas, cavernas por las que asomaban lenguas de piedra negra, aves siamesas, parejas copulando, naves cilíndricas abandonadas después de los viajes de Dios..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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