15 de enero de 2025
Comentario destacado
Problem solving with solution
–Estás borracho -dijo Espósito-. Levántate. Verónica se retira un paso del caballete. Hace un trazo rápido y habla con la Cavarozzi. A la mañana siguiente, la obcecada mujer ha dejado una nota sobre el escritorio de Maestro, informándole que irá de todas maneras a Caracas. Se ha protegido con habilidad de las sanciones que le podría imponer Sicardi: usará -dice en la nota- los cinco días de franco que Maestro le prometió a su regreso de Colombia, costeará el pasaje y los gastos de hotel con su dinero, y entregará a El Diario los documentos que ha ido a buscar, más el relato de la investigación. Son libres ustedes de publicarlos o no, concede con arrogancia. Como revelación era doblemente molesta. Para vos, Bastián y yo, y en cuanto me descuidara, Santiago y yo, teníamos más o menos la misma edad, lo que me volvía casi matusalénico. La otra parte de la revelación era que según eso todos estábamos naufragando en la misma Nave de los Locos. La historia particular de Esteban Espósito, mi historia, estos instantes rarísimos y preciosos, mi vida, dejaban de ser un asunto personal, yo venía de cualquier parte e iba a cualquier parte junto con una multitud sobre la cual, si el ratón no estaba equivocado, ya actuaba además la amenaza del futuro. ¿Con ellos o contra ellos? ¿La historia escrita en letras mayúsculas o suicidarse? Pero precisamente, ahijadito… Me volví rápidamente hacia mi izquierda y alcancé a captar en la fila de atrás la mirada redonda y amarilla del doctor Urba, el párpado de uno de sus ojos, cerrándose hacia arriba, con un guiño cómplice de búho. Estas cosas no suceden en la realidad, así que no me inquieto. Precisamente, pierrot, la melancólica música del pasado de cada cual y del país entero,anchedel mundo, la dulce Beatriz que nos regalaba corbatas con caballitos de mar emblemáticos; la Plaza Irlanda y su monumento lapidario; la cabeza del abuelo Laureano Zamudio rodando por esos suelos y alcanzando a ver desde allí abajo, durante un segundo, su propio cuerpo descabezado tirando a ciegas unos hachazos, todo eso y lo que se avecina, la potencia organizadora del futuro,ya están acá, son este parpadeo entre dos fatalidades; ¿o no te das cuenta de que el mundo se derrumba y estamos creando un nuevo tipo de sobreviviente y que esa mutación se opera en cada uno de ustedes?, de ahí que cada cual la sienta como puede, como una bisagra de la historia o como metamorfosis, metafísica, metaéxtasis o metáfora… "Salute!", dijo el padre Cherubini llegando en ese preciso momento, "te refriastes, Lucero?". Hola, padre, dijo el profesor Urba. "Cosa fablan et argumentan in cathedra?" De la crisis de la modernidad y su influencia sobre el mulataje, dijo el astrólogo. "Vexilia regís prodeunt ínferni!", dijo el padre Cherubini, "andiamo al Vesubio a discutir il Pater Noster?". En La Pintada hay dos farallones picudos como dos tetas, que se yerguen apuntando al cielo, tentando a Dios. Por entre ellos surge la luna, la luna loca, la luna roja, roja de sangre. Las nubes se apartan a su paso y el astro demente sube y alumbra al mundo. Entonces el machete y la tea toman posesión de la noche: tumban cabezas, queman veredas, hacen de las suyas. Colombia, la gran alcahueta, los deja hacer. Que acaben con lo queda, hasta con el nido de la perra como decía mi abuela. La necrología que escribió Enzo Maestro para El Diario no mencionaba a Reina Remis ni los tres años que ella y Camargo vivieron sin separarse casi, yendo de un lado a otro del mundo. Reina estuvo ahí todo el tiempo, en el centro de esa vida, y sigue siendo raro que los demás vean la historia de amor que los unió como si nadie la hubiera vivido y los personajes se hubieran retirado de ella, dejando sólo la historia. Ahora se sabe que la minuciosa investigación de Remis sobre el contrabando de armas también quedó en la nada, a pesar de las pruebas que ella y Camargo recogieron en los bancos de Zurich y en los archivos de las cancillerías balcánicas. El presidente penitente fue amenazado con la cárcel por el gobierno que lo sucedió, pero salvó el pellejo con facilidad. Todos los que debían juzgarlo habían sido nombrados por él, y estaban ansiosos por devolverle el favor. No tardaronen descubrir errores en los sumarios y con esa excusa invalidaron los procesos. También al nuevo gobierno le convenía que estuviera libre, para dividir a los opositores. La impunidad persistió. El parlamento siguió aprobando leyes que saqueaban el país hasta convertirlo sólo en un nombre vacío: el mismo desierto inútil que había sido cuatro siglos antes. –No me interesa -dijiste con brusquedad. Algo había pasado. ¡Cómo olvidarlo! Él arriba bendiciendo y abajo nosotros el rebaño aborregados en la cerrazón de la plaza. En mi opinión, en mi modesta opinión, bendecía demasiado y demasiado inespecíficamente y con demasiada soltura, como si tuviera la mano quebrada, suelta, haciendo en el aire cruces queteníamos que adivinar. Como notario que de tanto firmar daña la firma, de tanto bendecir Su Santidad había dañado su bendición. Bendecía desmañadamente, para aquí, para allá, para el Norte, para el Sur, para el Oriente, para el Occidente, a quien quiera y a quien le cayera, a diestra y siniestra, a la diabla. ¡Qué chaparrón de bendiciones el que nos llovió! Esa mañana andaba Su Santidad más suelto de la manita que médico recetando antibióticos. –Podría haberle sacado losglasos realmentejoroschó -dijo el Lerdo, y las viejasbábuchcas continuaban la cantinela: -Ah, gracias, muchachos. –Yo nunca uso trajes marrones -dijo Santiago. Echó delicadamente un chorrito de ginebra en la tapa del porrón, y lo bebió. -Tengo una curiosidad -dijo después-. ¿Viste una especie de langosta que estaba ahí y saltó por la ventana? –No vale la pena, Darío, te lo aseguro, es un Metro cualquiera, rápido, feo -le decía tratando de disuadirlo-. Y en el estado en que estás no vas a poder subir su infinidad de escalones. Me llamo Esteban Espósito, no es un buen nombre. –Bueno bueno bueno,drugo -dije-,¿cómo te va? Hace mucho, mucho tiempo que no tevideaba. Y ya que hay que explicar las cosas de algún modo, puedo decir que en ese momento vi realmente y por última vez en mi vida a Beatriz, vi sus ojos enormes e incrédulos que interrogaban al jujeño y supe en el corazón que Santiago no le había dicho nada de esto ni había roto con su mujer, típico del jujeño, son tan buenos estos desgraciados que por no lastimar a nadie siempre terminan haciendo las cosas del peor modo posible, Beatriz ahí, sus ojos como dos grandes gotas de agua purísima sobre una hoja verde, llorando de este lado de acá de la realidad, en ese bar frente al hotel o en la quinta de Verónica, y yo nunca habíavisto nada parecido a esto, lloraba de frente, a cara descubierta y era una cosa monstruosa e insensata, lloraba sonriendo mientras retrocedía hacia la nada, vos tenías las manos cruzadas sobre el mantel y te mirabas la punta de los dedos, íbamos a tener que irnos de la isla, una lástima, se estaba bien allá, hasta demasiado bien, no podía durar toda la vida. Dejaste de caminar, tan bruscamente que fue como si hubieras desaparecido. –Perfecto, perfecto, ¿eh? Este muchacho puede ser un instrumento perfecto, ¿eh? Hasta convendría que pareciera todavía más enfermo y estúpido que ahora. Cualquier cosa por la causa. Seguramente se nos ocurrirá algo. Aun después de agotar la búsqueda de indicios en asilos y hospitales, de revisar listas y listas de cadáveres no identificados en la morgue y en los cementerios, y de estudiar los censos de las villas de emergencia y la nómina de ancianas que habían servido en los conventos, Camargo no quiso darse por vencido. Los diarios se armaban todavía en planchas de plomo y faltaban dos décadas para que se difundiera el uso de las computadoras. Había que tener entonces una paciencia de iluminista medieval para adivinar las biografías escondidas detrás de cada nombre y para comparar las fotos de los archivos con los torpes dibujos de la memoria. O inmovilizarse, como Camargo, en la ciénaga de una idea fija. No lo acobardó la infinitud de los desengaños. Llevaba ya una serie larga de fracasos cuando se le dio por imaginar que, después de todo, tal vez la madre se había mantenido fiel a las costumbres burguesas y que debía vivir, casada o viuda, en alguna casa modesta de Palermo. Recorrió todas las calles de una punta a la otra: Gorriti, Guatemala, Fitz Roy, Armenia, Soria. Visitó los mercados de carnes y hortalizas alrededor de un triángulo verde que en esos tiempos se llamaba la esquina de Serrano o de Racedo y que después sería la placita Julio Cortázar, investigó los conventillos de fotógrafos de la calle Gurruchaga y los clubes masones de la calle Uriarte. Pensaba que la vería en cualquier momento tomando el fresco en la vereda y hablando con las vecinas. Más de una vez, cuando la noche se le venía encima, buscaba refugio en un bodegón que se las daba de francés y al que, cuando la hora de la cena languidecía, iban cayendo cantantes de tango a los que se les había marchitado la voz y que entretenían a los clientes rezagados por un guiso de lentejas y un vaso de whisky Criadores. Se sentaba junto a la ventana para ver pasar a la madre. Alguna vez lo alumbraría el relámpago de los guantes y sabría que era ella. (El criminal no crea la belleza:.

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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