15 de enero de 2025
Comentario destacado
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–¡Alacrán Mayiya! –Yo creo que tu amigo Santiago tenía razón -dijo Espósito sin mirarlo, y pensaba por qué había dicho tu amigo, por qué tu amigo y no simplemente Santiago o el jujeño, y sobre todo por qué había dichotenía-.Mucha razón. Ninguno de estos zánganos tiene la menor idea de que, cuando escriben, se delatan. Así los conozco: por lo que dicen. Soy como escribo, soy lo que escribo. Mientras se paseaba a las diez de la mañana por la sala de redacción, Camargo entonaba en voz baja el estribillo que resumía, para él, toda la sabiduría del periodismo. A esa hora siempre le gustaba dar vueltas por su reino desierto, con las blancas luces vírgenes manando de las claraboyas y los escritorios vacíos, los monitores impolutos, las páginas en blanco esperando soplos de imaginación que nunca llegarían. Ya los peones de la limpieza se habían llevado las traiciones cometidas el día anterior contra la sintaxis de los hechos y contra el silencio de lo no sucedido, todos habían escrito sobre, por qué, cómo, para qué, cuando él les había pedido que escribieran con, que vivieran con, que siguieran la línea donde se encuentra el mundo de fuera con el adentro de cada uno, la realidad tiene que parecerse a ustedes, les dijo, no ustedes a la realidad. Cuánto mejor sería el diario si pudiera escribirlo él solo. Cuánto mejor sería el mundo si él lo escribiera. ¿Por qué esa obsesión de mi amigo por los relojes? Vaya Dios a saber. –Irrealidat minga -dice el padre Cherubini-. Si Dios fizzo il mondo no in tempore sinocumtempore, come doxó Agustín, queste crioyo non vede que haiga más grrand realidat que il tempo. Zeit por cui, Zeit per la, e un camino largo que baja y se pierde. –¿Por qué carajos, Darío, no andás con la cédula, qué te cuesta? –¿Hervida? –Quizá toda la vida. El doctor Clarke,¿quién es?, has dicho. El hematólogo que la está viendo desde que empezó todo, se asombra Brenda. Cómo no te vas a acordar de él. Pero es así, no te acordás. Hace ya mucho que pensás en Ángela como si no tuviera que ver con vos. Decís su nombre y se te abre un blanco en los sentimientos. Las fotos de los conciertos, los paseos en bicicleta, nada de ese pasado te conmueve. Has ido a visitarla un par de veces este año y ni siquiera tuviste ánimo para abrazarla. Se ha vuelto demasiado frágil. Ha dejado de pertenecerte, porque ahora pertenece a la enfermedad, a la mala suerte, a una pena de la que preferís estar lejos. Tratás de decir algo más en el teléfono y no te sale. ¿Cómo está Diana?, has preguntado. Rara vez tu ex esposa y vos hablan de la otra melliza. Ella también te es ajena. No se ha separado ni un instante de la cama de Ángela, responde Brenda. Ahora sí,porque no la dejan quedarse en la sala de terapia intensiva. Está acá mismo, conmigo. ¿Querés hablar con ella? No, contestás, aterrado. Ahora no puedo. Tengo a dos de los editores en la antesala. La situación del país es grave, como sabés. Estamos esperando de un momento a otro la renuncia del ministro de Economía. Dale un beso de mi parte a Diana. Decile que la extraño. Si puedo viajar mañana te lo hago saber, Brenda. Tengo que cortar. ¿Mañana?, pregunta ella. No lo puedo creer. ¿Vas a esperar a mañana? Ángela tiene cuarenta y un grados de fiebre y no se la pueden bajar. No sé si te das cuenta que mañana podría perder la conciencia y agravarse tanto que no te dejen verla. Tiene que ser hoy mismo, Camargo. Sos el padre. Te subleva que Brenda invoque una responsabilidad a la que nunca has faltado. Estás gastando una fortuna en hospitales y médicos inútiles, que ni siquiera saben bajar una temperatura de cuarenta y un grados, y ella te habla de tus deberes de padre. Es más de lo que se puede tolerar. No me apurés, Brenda, le decís. Siempre estás queriendo manejar la vida de los otros. Ya voy a ver cómo me las arreglo para viajar. –Perdónenme -dijo Santiago-, pero todo eso de la violación, el suicidio, la historia, ¿incluye a los jujeños? Hermanos, no necesito describir lo que hicimos esa tarde, pues todos pueden imaginarlo fácilmente. Las dos fuerondesplatisadas en un instante, mientrassmecaban como locas, y les parecía que la diversión másbolche eravidear al viejo papá Alex todonago y erecto, empuñando la hipodérmica como un doctor desnudo, y aplicándose en laruca el viejo pinchazo de secreción de gato montés. Entonces saqué de su funda la hermosa Novena, de modo que ahora Ludwig van también estabanago, y apliqué la aguja silbante en el último movimiento, que era puro éxtasis. Y ahí estaban, las cuerdas del contrabajogoborando al resto de la orquesta desde debajo de mi cama, y luego lagolosa de hombre entrando y proclamando a todos la alegría, y la frase hermosa y extática acerca de la Alegría que era una chispa gloriosa brotada del cielo, y entonces sentí los viejos tigres que brincaban en mí, y me arrojé sobre las dos jóvenesptitsas . Esta vez no les pareció nada divertido, y dejaron decrichar, y tuvieron que someterse a los extraños y peculiares deseos de Alejandro el Grande que con la Novena y el pinchazo de la hipo eranchudesños ,samechatos y muy exigentes, oh hermanos míos. Pero lasptitsas estaban muy muy borrachas, de modo que difícilmente hayan sentido mucho. Te ocultas en la portería de tu propio edificio mientras Momir se despeja. Tenés miedo de que la mujer llegue de la oficina de un momento a otro. Al fin ves que el hombre se yergue y re busca con la mirada. Le indicas que cruce la calle, pero no lo hace hasta que su compañera se lo ordena: Pita ga. Ha llegado el momento de que le propongas el intercambio en el que estás pensando desde que leíste los mensajes de la mujer de enfrente a su amante colombiano. Vas a recomendarle discreción extrema -extrema, repetirás-, pero ¿cómo podría traicionarte este campesino sin lengua, ajeno al mundo? Desde ya descontás que la negociación no va a ser fácil: habrá consultas infinitas del sin techo con su pareja. Tu oferta es simple: una suma de dinero suficiente para cubrir dos pasajes a Belgrado, el ómnibus hacia Pranjani, más lo que haga falta para sobrevivir una semana. Vas a decir «Tres mil pesos, a la espera de que Momir replique: «Cinco». Lo que te pide es más, sin embargo. Quiere pasaportes nuevos para él y la mujer. Creés entender que en la travesía de Posadas a Buenos Aires les han robado todo lo que llevaban: documentos, dinero, joyas, ropas, fotografías. ¿Pasaportes?, repetís, extrañado. No es posible. ¿Cómo vas a conseguirlos en tan poco tiempo? El tendría que cumplir con su parte del trato mañana por la noche, y vos no podés entregarles los papeles antes de setenta y dos horas, con suerte. Voy a darles los pasaportes, les doy mi palabra. Tengan confianza. Te mira desconcertado. Cruza otra vez la calle y discute con la compañera. O Momir no ha entendido tus argumentos o la mujer no transige. Regresa cabizbajo. ¿De cuánto tiempo dispongo, entonces?, le preguntás. Ahora, responde Momir, implacable, señalando el piso con el índice, sin dejar dudas de su firmeza. Y le acercaba un banco, donde yo había puesto el caldo apetitoso, humeante, como para revivir cadáveres. Se tomaba dos o tres cucharadas que yo le daba con la mano en la boca como a un bebe pues él, por su extenuación, no podía ni sostener una taza. Tres cucharadas a lo sumo se tomaba y eso era todo, que ya no quería más. Le daba a continuación vitaminas, hormonas, árnica, lo que fuera, cafiaspirina, nada servia. Entonces, encomendándoselo a Dios y como último recurso, me ponía a armarle un cigarrillo de marihuana a ver si la humosa yerba le devolvía el apetito. Laúltima vez que hablé con papi fue unos meses antes de su muerte, la víspera de una de esas inútiles partidas mías que por un muerto u otro terminaban siempre en el regreso. Como tantas otras veces, nos sentamos en el balcón a conversar. Ese balcón (que la Loca llamaba «el volado») lo había adaptado papi como una segunda biblioteca cerrándolo con una vidriera y ahí leía (cuando la mandona de la Loca se lo permitía), y mientras leía, como un vigía desde su torre de vigilancia, vigilaba con el rabillo del ojo el movimiento de la calle y las plantas del antejardín (que por lo demás manteníamos aseguradas por las raíces con unas rejillas subterráneas electrizadas, sistema de nuestra invención), no se las fuera a llevar algún transeúnte ocioso, viviendo como vivíamos en el país de Caco donde se alzan con una casa entera con sus pisos, techos y sanitarios, y son capaces de robarle la barca a Caronte, la cruz a Cristo, y sus medias sucias al ladrón de Bagdad. Ahí, instalados en esa atalaya desde donde dominábamos a Colombia y sus miserias, hablábamos por horas y horas de nuestra pobre patria, de nuestra patria exangüe que se nos estaba yendo entre derramamientos de sangre y de petróleo saqueada por los funcionarios, sobornada por el narcotráfico, dinamitada por la guerrilla, y como si lo anterior fuera poco, asolada por una plaga de poetas que se nos vinieron encima por millones, por trillones, como al Egipto bíblico la plaga de la langosta. Pero la última vez que conversamos me cambió el tema. Cuando se restableció el orden, el Poeta Místico no pudo retomar el hilo de sus ideas. Y poco a poco comencé a ver con asombrosa claridad todas las cosas. En los secantes, las manchas eran indistintamente estallidos de novas, flores de otro mundo y peces terribles, parecidos a tiburones, aunque no eran tiburones porque yo sabía perfectamente que tenían otro nombre mientras Santiago hablaba con su hermosa y grave voz de la grave y hermosa Edad Media, de la vieja edad en que todo era posible porque el tiempo fluía como un manso río y se podía visitar, aunque con pavura, el sótano helicoidal donde vuelan como palomas Paolo y Francesca, sumirse en redondo y bajar al círculo de Ugolino, que se comió a sus tres hijos y muerde desde hace siete siglos la cabeza tonsurada de un cura. Bajar y volver a subir, y contemplar de nuevo las estrellas. –¿Qué harán -pregunté- con el gran grandengo , o dinero como tan presuntuosamente lo llaman?¿No tienen todas lasvesches que necesitan? Si quieren un auto lo sacan de la calle. Si necesitandengo lo toman.¿Sí? ¿A qué viene estesilaño repentino?¿Ahora quieren ser unos gordos capitalistas mugrientos? Y no lo creo porque, por definición, el ser humano está dotado de libre albedrío, y puede elegir entre el bien y el mal. Si sólo puede actuar bien o sólo puede actuar mal, no será más que una naranja mecánica, lo que quiere decir que en apariencia será un hermoso organismo con color y zumo, pero de hecho no será más queun juguete mecánico al que Dios o el Diablo (o el Todopoderoso Estado, ya que está sustituyéndolos a los dos) le darán cuerda. Es tan inhumano ser totalmente bueno como totalmente malvado. Lo importante es la elección moral. La maldad tiene que existir junto a la bondad para que pueda darse esa elección moral. La vida se sostiene gracias a la enconada oposición de entidades morales. De eso hablan los noticiarios televisivos. Desgraciadamente hay en nosotros tanto pecado original que el mal nos parece atractivo. Destruir es más fácil y mucho más espectacular que crear. Nos gusta morirnos de miedo ante visiones de destrucción cósmica. Sentarse en una habitación oscura y componer laMissa Solemniso laAnatomía de la melancolíano da pie a titulares ni a flashes informativos. Desgraciadamente mi pequeño libelo atrajo a muchos porque despedía los miasmas del pecado original como un cartón de huevos podridos. –Un libro -dije-. Usted está escribiendo un libro. -Hablé con unagolosa muyáspera.- Siempre experimenté la mayor admiración por los que saben escribir libros. -Luego miré la primera hoja, y tenía escrito el nombre, LA NARANJA MECANICA, y dije:- Caramba, es un título bastanteglupo .¿Quién oyó hablar jamás de una naranja mecánica? -Seguí leyendo, e iba alzando lagolosa, hasta el agudo del tipo predicador:«Para oponerme al intento de imponer al hombre, criatura que crece y puede demostrar bondad, que es capaz de beber el néctar que brota de los labios barbados del Señor, para oponerme al intento de imponerle leyes y condiciones sólo apropiadas para una creación mecánica, levanto la acerada pluma…».

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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¿QUÉ SACÓ DE TU TIEMPO DE SILENCIO HOY?

Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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