15 de enero de 2025
Comentario destacado
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Cuando volví a lachisna, después de un hueco negro negro que a lo mejor duró un millón de años, yo estaba en un hospital, todo blanco y con esevono de los hospitales, todoácido y pulido y limpio. Esasvesches antisépticas que usan en los hospitales tendrían que tener unvono de verasjoroschó a cebollas fritas o a flores. Muy despacio empecé a entender quién era yo, y me tenían todo envuelto en cosas blancas, y no podía sentir nada en elploto, ni dolor ni sensación ni otrasvesches. Me habían vendado lagolová, y tenía como unos pedazos de tela pegados allitso, y lasrucas también todas vendadas, y pedacitos de madera atados a los dedos, algo así como si fueran flores que hay que tener derechas, y mis pobres y viejasnogas también estaban estiradas, y por todos lados vendas y jaulas de alambre, y en laruca derecha, cerca delplecho, elcrobo rojo rojo goteaba de un frasco boca abajo. Pero yo no sentía nada, oh hermanos míos. Había una enfermera sentada al lado de mi cama, y leía un libro impreso con letras muy oscuras, y se podíavidear que era un cuento porque había un montón de comas invertidas, y mientras leía respiraba fuerte uh uh uh por la emoción, así que seguramente era un cuento acerca del viejo unodós unodós. Esta enfermera era unadébochca de verasjoroschó, con unarota muy roja y largas pestañas en losglasos, y debajo del uniforme muy almidonado se podíavidear que tenía unosgrudos realmentejoroschó. Así que le dije: -¿Qué tal, hermanita? Ven y acuéstate un ratito con tumalencodrugo en esta cama. -Pero losslovos no me salieron nadajoroschó, era como si yo tuviera larota toda rígida, y sentí con layasicca que algunos de missubos ya no estaban. Pero la enfermera pegó un salto y el libro cayó al suelo, y ella dijo: Se ríe con desenvoltura. El doctor Cantilo es sorprendente. Ese hombre hace pis con bastante más naturalidad que yo, piensa Espósito. Será porque es su árbol. –Tengo que viajar a Río esta misma noche -dice Reina. –¿Su mujer, señor? -pregunté-. ¿Acaso lo abandonó? -Realmente deseaba tener noticias de la mujer, pues la recordaba muy bien. –¿Quién es usted, amigo? ¿Dónde consiguió esa llave? Afuera, antes de que le aplaste la cara. Salga y golpee. Explique qué lo trae, pronto. Reina no pensaba en la complejidad de ese cuadro sino en lo tarde que se había hecho. Las nueve y media ya. El casero y el chofer estaban esperando fuera, en el relente. Y Camargo quizás había llegado a Membrillar y avanzaba a ciegas por una retícula de lagunas y canales. Al dejar sobre el mostrador la plata de la ginebra, Reina no pudo evitar que Duran apretara su mano contra la madera y le dijera con la voz saturada de aguardiente: «Es temprano para dormir, nena. ¿Por qué te vas? Es temprano para dormir pero no es tarde para otras cositas,,. Ella lo apartó con un desprecio que le subió de las vísceras: «No es tarde para que te bañés, Durán. Olés a mierda. Y aunque te bañés, vas a oler a mierda toda tu vida». No hizo caso de las miradas voraces y rencorosas de los otros hombres ni del siseo de Durán a sus espaldas: «Puta. ¿Vieron qué lengua la de esta puta?». Eliminé el techo, eliminé las paredes, eliminé el suelo y quedé suspendido en la nada infinita y oscura mirando las estrellitas de Dios. El sur estaba abajo, a mis pies; el norte arriba, sobre mi cabeza; el occidente a mi izquierda, del lado de mi corazón; y el oriente por contraposición al occidente, a mi derecha. Girándome en el vacío me puse de cabeza y quedó patasarriba la eternidad del Altísimo. No hay más punto de referencia en el espacio que yo. Y un cuarto es un cubo lleno de aire y varios cubos una casa. Pero no me hagas caso que te estoy hablando de cosas bellas, de diciembre, de Santa Anita, de los pesebres, de Sabaneta. El pesebre de la casita que te digo era inmenso, la vista de uno se perdía entre sus mil detalles sin saber por dónde empezar, por dónde seguir, por dónde acabar. Las casitas a la orilla de la carretera en el pesebre eran como las casitas a la orilla de la carretera de Sabaneta, casitas campesinas con techitos de teja y corredor. O sea, era como si la realidad de adentro contuviera la realidad de afuera y no viceversa, que en la carretera a Sabaneta había una casita con un pesebre que tenía otra carretera a Sabaneta. Ir de una realidad a la otra era infinitamente más alucinante que cualquier sueño de basuco. El basuco entorpece el alma, no la abre a nada.El basuco empendeja. Durante algunas semanas Reina había sentido el ingreso de Enzo a El Diario como un agravio personal. No podía perdonar sus años de servidumbre a un gobernante corrupto ni su celo policial en el monasterio de Los Toldos. Aunque Camargo lo defendiera por su lealtad, a ella le parecía que un cómplice es tan repugnante como el criminal que lo alquila. Reconocía, sin embargo, que desde la llegada de Maestro, se respiraba en El Diario un aire más vivo, más-cómo decirlo?-atlético. En la primera página aparecían de vez en cuando relatos sobre pueblos que desaparecían bajo las aguas o sobre partos de mujeres en los basurales: era más osado que Camargo y, para su sorpresa, más sensible también a las desgracias de la gente. –Bueno, si es así avisame cuándo vienen para no estar aquí porque no les quiero ver la cara. Sentí que me estabas mirando; pero no ahora: no mirándome en ese momento o desde hacía unos segundos, no Graciela Oribe en esta calle de Córdoba, que fue algo así como mi Piedra de Rosetta de la ciudad y desde donde se veía frente a la Universidad Mayor una placita que se llamaba Obispo Trejo y muchos años después, durante una semana, se llamó Camilo Torres, y hoy podría llamarse la Ruina de los Sueños; no vos desde tus ojos, sino un genero, una raza, una especie entera, dejándome hablar como a un chiflado inofensivo y mirándome desde hacía varios milenios. La mirada antiquísima y sosegada, los ojos inmemoriales de la Bona Dea. Momento en que me oí decir que tenía sacado el pasaje a Buenos Aires y que me iba al día siguiente. –No hay. En esta casa no hay ni frijoles. –Qué se habrá creído tu madre? -le dijo-. Llevo años aguantándole que se acueste con un kinesiólogo del hospital y ahora, no conforme con eso, se ha ido a vivir con él. –La historia, sin embargo, está llena de hijos de Dios. santiago se mató esa noche. El balazo le abrió el cráneo en cuatro, como un gran huevo, y la explosión le saltó un ojo. La idea, aproximadamente, es ésta: un huevo a medio empollar, porque es necesario imaginarse un huevo con cierta consistencia interna, partido en cuatro. El pollito, formado a medias y conese aire de ambigüedad gelatinosa que adoptan las criaturas de Dios antes de llegar al mundo, entre la putrefacción y la vida, vendría a ser, derramándose pesadamente por las grietas, la masa encefálica del jujeño. Yo no lo vi, puesto que a esa hora, Graciela, deambulaba buscándote entre loscantos y la tormenta, en el Cerro de las Rosas; pero igual me acuerdo. Sólo tengo alguna dificultad para pensar el ojo. El ojo de Santiago, aparte, con el iris de un verde tenue, ligeramente traslúcido; solo sobre la mesa o quizá aún más lejos, caído en el suelo. Intacto. Mi error consiste, supongo, en que no puedo imaginarme a Santiago desde ningún ángulo del cuarto, como no sea de allí, desde el ojo. –Bah, bah, juuujuuu. Llora, chiquito. -Y ahí nomás me arañó otra vez la nariz con una uñabolche y dura, y pudeslusarsmecadas muy ruidosas de diversión que venían del público en la oscuridad. Le dije verdaderamente desesperado, procurando mostrarme amable con esteveco insultante y agresivo, y parar así los dolores y las náuseas: –Antes, usted decía que las batallas las ganan las entrañas de un jefe..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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¿QUÉ SACÓ DE TU TIEMPO DE SILENCIO HOY?

Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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