15 de enero de 2025
Comentario destacado
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–Yo hacía más, no se peleen -dijo Beatriz. –La marihuana, que no lo deja engordar -respondía yo. –Quiere decir que acá, o en París, ¿qué cambia? –No. –Que lo maten, yo pago el entierro. Encerrada entre rejas para que no se la robaran en un descuido de su guardián (por ejemplo cuando iba al baño), la casetera tocaba día y noche sin parar vallenatos, la música predilecta de los difuntos cuando pasaron por aquí abajo todos ventiados. Caras, lugares, palabras. Hay, incluso, palabras que fueron pronunciadas no sé cuándo, y que no encuentran sitio, como si hubiesen sucedido en el plazo brevísimo de un sueño que, al ser contado, maravilla por su extensión; recuerdo la palabrafrialdad yuna voz que dice: "Qué poco significan ciertas palabras, ésa por ejemplo, o egoísmo. Quién sabe dónde terminan la frialdad y el egoísmo y empieza lo único verdadero que tenemos, chango. Vivir. Pero a qué le llaman, qué es vivir para estos atorrantes", dijo Santiago y no se refería a nadie en especial, ni siquiera daba la impresión de estar hablando conmigo. Detrás de él había un largo paredón de piedra contra el que parecía borrarse el gris de su traje, y asomaban unos árboles. Antiguos, había dicho antes,como el miedo."Estamos solos sobre el corazón de la tierra atravesados por un rayo de sol, y de pronto anochece", lo dijo y yo me asombré: era difícil imaginar al jujeño leyendo a Quasimodo. "Vivir. Hoy lo nombraste a Balzac: ¿vos te crees que se pueden escribir semejantes novelas si el gordo hubiera hecho alguna vez lo que éstos llaman vivir? Dos mil personajes, madre mía… Pero me gusta la vida, ahí está la cosa. La vida de ellos, sí, más que la de Balzac. Quiero tomar vino en bota y cojer tirado en el pasto, estoy podrido de libros y de emparedarme en una pieza a la luz de una lamparita eléctrica en pleno día o en plena tarde, mientras afuera un sol redondo grandote como chupetín de mil pesos. Ahí tenés una metáfora." Se rió. "Y la mujer y los hijos", dijo con seriedad, "en la pieza de al lado, tratando de no pisar fuerte para no meter bulla porque el poeta está de parto.Papá escribe…Vean qué lindo. Sin embargo, era lindo… Me miras con cara de risa; soy contradictorio. Y cómo querés que sea. Porque oíme, ¿de qué mierda sirve la vida?… Suponete un tipo que nace a contramano, algo así como un albañil con las ideas de un arquitecto gótico, que quiere hacer la Portada de la Gloria de Santiago de Compostela, pero con un fratacho y medio kilo de cal, que viene y te dice: y vos te crees que vale la pena tu famosa vida, tus verdes yuyos y tu linda chinita, tus vides como manzanas y todo el cielo arriba y toda la gente abajo y toda la risa de dos changos gordos como el niñoJesús, y uno en camino, si no podes levantar el San Lorenzo, como quería Leonardo, y ponerlo sobre otro pedestal, o escribir los dos mil personajes de Balzac… Te regalo un tema, Espósito: un pobre infeliz que, cuando se sentía modesto, lo menos que pensaba era cantar la guerra de Troya y se enganchó en el ejército de Agamenón y anduvo a los hachazos y violó a una teucra. Y se tomó todo el vino de la ciudad, cantando y asolando. Pero escribir, no pudo. O pior, fíjate. Un día se topó con un linyera ciego que, por un vaso de tintillo, agarraba el laúd y se acompañaba en laIlíada.Me reí. –Dónde te habías metido -dijo Verónica. –No se metía con nadie -dijo mi pe-, y la policía le dijo que no se quedara allí. Estaba en una esquina, hijo, esperando a una chica. Y le dijeron que se moviera, y él dijo que tenía derecho a estar allí, y entonces se le fueron encima y lo golpearon mucho. –Una persona me está esperando en Rió, doctor. Ha viajado miles de kilómetros para verme. –Bueno, papi, este negocio se acabó. Ya no vas a sufrir más, vete tranquilo, y no te preocupés por esta casa que ya sé quién la va a barrer en adelante. ¡El puto viento! El campo recién bañado por la lluvia desfilaba con su verde límpido por las ventanillas del taxi. Aquí y allá, a la vera del camino o dominando una colina, con sus paredes encaladas de blanco, sus corredores de chambrana y macetas florecidas sobre las chambranas, viejas casitas campesinas me veían pasar yme decían adiós. En cuanto a mí, a mí el sida no se me da, no se me pega porque el sida no entra por los ojos. Si no ya se habría acabado la humanidad. Esa vida de indiferencia cambió para siempre una madrugada de enero. Camargo se había quedado leyendo hasta muy tarde novelas de Julio Veme y aún tenía el sueño enredado entre los náufragos de la isla misteriosa y la cantante resucitada del castillo de los Cárpatos cuando oyó un sollozo en sordina que venía del dormitorio de los padres. Se levantó descalzo, vestido con el único calzoncillo ya deshilachado que le quedaba, y descubrió al padre sentado en la cama, golpeándose la frente con un pedazo de papel. El cariño que había retenido desde hacía años se le vino encima de pronto como una ola muy alta, y tuvo que hacer un esfuerzo para dejar pasar la ola sin besar ni abrazar al padre, porque éste también creía, como la madre, que los sentimientos son uñas sucias que deben cubrirse con guantes. Retiré la mano con tanta brusquedad que volqué un vaso sobre el mantel. La encontró por fin. La tomó con whisky. Volví a sentarme. Parecías sumamente enfrascada en la contemplación de una de tus uñas. Verte las manos me alegró. Pocos meses después, mientras releía Los hijos del capitán Grant de Julio Verne, encontró en el segundo tomo una carta que la madre le había dejado. Se notaba, por la letra, que estaba muy apurada: «Gatito, no aguanto más en esta casa. Perdoname. Sé que vas a estar bien. Adiós». Estuvo a punto de mostrársela al padre, pero tuvo miedo de que se la quitara. La escondió en una costura del pantalón, pero el día que lavaron toda la ropa en agua caliente, la carta se deshizo. –¡Pa que sepan que aquí estoy yo! Pero retomando el hilo perdido del discurso, el hilo de Machado y sus meditaciones trascendentales sobre el ojo, volvamos a los del muerto para preguntarnos:¿por qué será que no los cierran? Abiertos, brillantes todavía de rabia mala, siguen reflejando sin parpadear al corrillo alegre, a la chusma vil que se arremolina en torno. Una vez, a uno, por caridad, se los quise cerrar para que no viera tanto alborozo, pero se le volvían a abrir como los de esos viejos muñecos de hace años que decían: "Mamá"..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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¿QUÉ SACÓ DE TU TIEMPO DE SILENCIO HOY?

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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