15 de enero de 2025
Comentario destacado
Persuasive essay online
–Para mí sos nadie -te interrumpe. Y hace el ademán de volver al caballo. La muy puta. –Entonces es cierto que yo hablé con él -dijo Esteban. –Si no me das de comulgar ya, en el acto, me voy -amenazaba la multípara-. Tengo quince hijos y no me puedo soplar una misa entera, ¿o es que crees que me sobra el tiempo como a vos? Primero la obligación que la devoción, cura hijueputa. –Que te escucho -dijiste-, que hace un minuto casi gritaste que yo no me iba a ninguna parte porque teníamos que hablar, que yo te pregunté de qué, y me contestaste que de cualquier cosa. Y que ahora te escucho. Estás a punto de hablarme de cualquier cosa. Pero si vos no hablas de cualquiercosa, yo voy a hablar de cualquier cosa. Esta noche hay una fiesta, en el Cerro. Podemos vernos ahí. Después de un rato comencé a sentir dolores en todo elploto, y entonces llovió y era una lluvia helada. No habíaliudos a la vista, ni luces de casas.¿Adónde podía ir, si no tenía hogar nidengo en loscarmanos? Lloré por mí mismo, ju ju juuuu. Luego me levanté y eché a caminar. Ni me contestaba.Él no tenía un segundo que perder contestando preguntas idiotas. Y se iba a cercar un potrero, a reparar una acequia, a desgusanar unas vacas. Yo me iba tras él. Y lo creo muy capaz: les lee el discurso que le escribieron en inglés con esa vocecita chillona, montañera, maricona, suya, y con el candor y acento de un niño de escuela que está aprendiendo: "This is my nose. That is your pipi". "¡Apaga a ese bobo marica -le dije a Alexis-, que pa maricas los de aquí adentro!" Se rió de verme tan desquiciado, tan enojado,y oh milagro, lo apagó. Y añadió: "Si querés te quiebro a esa gonorrea", con esos calificativos suyos que adoro. "¿Y cuándo vas a quebrar la casetera?" pregunté. "Ya". Y la tomó, corrió al balcón y la tiró por el balcón. Le hice ver lo irresponsable de esos arrebatos incontrolados suyosque podían matar, con un poquito de suerte, a algún presunto transeúnte que pasara. Parada frente a La Perla del Once, sintió que la gente clavaba la mirada en ella y la reconocía por la foto publicada en la tapa de El Diario. Tuvo ganas de releer su crónica del monasterio bebiendo un capuchino en una de las ilustres mesas de La Perla, donde ochenta años atrás Borges había aprendido las lecciones de idealismo de Macedonio Fernández, para quien no había materia duradera detrás de las apariencias del mundo ni un yo que percibiera las apariencias. Allí mismo solían citarse los Montoneros a comienzos de los años setenta, desafiando a los escuadrones de la muerte, para escribir sus gacetillas de prensa clandestina, y algunos músicos de rock habían imaginado junto a la ventana las primeras letras de escarnio contra la dictadura. Nada de todo eso queda en pie, se dijo Reina al descubrir una mesa de formica libre pero aún sucia de medialunas y diarios cortados en tiritas. Los que gastaban la mañana eran desocupados ojerosos, que volvían de formar filas inútiles antes del amanecer en las escasas oficinas con vacantes, o padres de familia en busca de alguien que les ofreciera una changa para pagar el almuerzo, cualquier cosa, desde gestiones en la aduana a buscar botones raros en las mercedas. Lo que más abundaba, sin embargo, eran los mendigos. Se colaban bajo las sillas como los gatos, a la caza de algún mendrugo suelto, esquivando la cólera de los mozos. También aquella Perla del Once se había convertido en la capital de la desdicha -capitale de la douleur, diría Paul Eluard-, enun país que se cata a pedazos. Las mesas en las que Xul Solar había inventado un castellano práctico, pero impronunciable e ilegible, sólo registraban ahora historias de menesterosos. Ni siquiera eran las mismas mesas: la noble madera había sido reemplazada por viles caballetes de plástico y aluminio, que se ladeaban fatalmente por más soportes que se pusieran bajo las patas. El capuchino que le llevaron a Reina estaba frío y las moscas se posaban sobre las páginas del diario con terquedad de lectoras. Prefirió marcharse cuando iba por el tercer párrafo de su articulo y había echado apenas una ojeada a los balbuceos de Insiarte, relegados a la página siete. –Y entonces me casé con Cantilo -dijo. –¡Qué! -le increpaba-. ¿No puedes vivir sola y tienes que andar siempre acompañada, con esa corte de sabandijas? Estás como mi amigo Manolo Dueñas que adonde va, va con séquito, o como el cura Papa. Aprende de mí, güevona, que me basto solo. No sé de dónde los sacan o cómo los inventan. Es lo único que les pueden dar para arrancar en esta mísera vida a sus niños, un vano, necio nombre extranjero o inventado, ridículo, de relumbrón. Bueno, ridículos pensaba yo cuando los oí en un comienzo, ya no lo pienso así. Son los nombres de los sicarios manchados de sangre. Más rotundos que un tiro con su carga de odio. Al día siguiente de las exequias, que congregaron a los presidentes de Argentina, Chile y Venezuela, asistí a la lectura del testamento, depositado en la sucursal del Banco de Santander. Se había previsto que la ceremonia fuera estrictamente privada y tuve que movilizar todas mis influencias para que nos permitieran entrar a Brenda y a mí. Fue una precaución vana, porque los enviados de televisión de quince países forzaron el frágil cordón de seguridad e invadieron el salón Embajador del hotel donde estábamos reunidos los abogados, un trío de escribanos, la primera esposa del difunto con su único hijo y sus nueve hermanos, además de un número escaso de testigos. Como el presidente suicida seguía aún casado con la actriz de telenovelas, se descontaba que esa mujer irla a reclamar al menos la mitad de los bienes. No estaba allí, sin embargo. La representaba su padre, un hombre pálido, delgado, que fumaba con avidez un cigarrillo tras otro. –Un momento -dijo Georgie-. ¿Qué es estavesche del lugar? Nunca oí decir que losliudos tienen que aprender cuál es su lugar. Ella se apartó del paso y él, al avanzar, le tomó la mano. Ella no se la quitó. Me miraste con frialdad, casi despectivamente..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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