15 de enero de 2025
Comentario destacado
Perfect covering letter
Vinieron los de la funeraria, colgaron el teléfono, y tras de envolverme en una sábana y montarme en una camilla me sacaron los originales con los pies por delante. Al de la Procu (la Procuraduría venal mexicana) hubo que darle mordida para que me dejara cremar. ¿Que por qué, si eso era lo que quería, no lo había hecho constar por escrito ante un notario? Que para eso estaban. –¿Por qué dijiste eso? Cerraste los ojos. Abrís la ventana y lo que te salta al cuello son los ruidos atroces de la ciudad, televisores, ómnibus, ambulancias: la salvaje mierda humana. La noche te pesa tanto que te sentís como un buey arrastrándola, te agobia el cuerpo, la penumbra, la fiebre, la conciencia de un tormento que vaya a saberpor qué está en vos cuando debería estar en ella. ¿Qué hacés así, vestido, aún con la corbata y la camisa con puños de gemelos? Te desprendés con furia de esos estorbos y tu propia imagen te sorprende en el espejo. No hay verdad en las apariencias, ya lo sabías, porque ni la más fiel delas imágenes repite el pasado, el alma ni la incandescencia de lo que está reflejando. El ser que estás viendo ahora no sos vos, porque a la figura del espejo le falta la mujer. Ella debería estar allí arrastrándose a tus pies, implorando piedad, suplicando que no la abandones, doctor Camargo, ni le devores el pensamiento. No, no la dejes: un día va a devolverte todo lo que te ha quitado. Pero ya no la oís, es tarde para seguir oyéndola. Implacable, alzás tu pie y le aplastás la cabeza. Las comunas son, como he dicho, tremendas. Pero no me crean mucho que sólo las conozco por referencias, por las malas lenguas: casas y casas y casas, feas, feas, feas, encaramadas obscenamente las unas sobre las otras, ensordeciéndose con sus radios, día y noche, noche y día a ver cuál puede más, tronando en cada casa, en cada cuarto, desgañitándose en vallenatos y partidos de fútbol, música salsa y rock, sin parar la carraca. ¿Cómo le hacía la humanidad para respirar antes de inventar el radio? Yo no sé, pero el maldito loro convirtió el paraíso terrenal en un infierno: el infierno. No la plancha ardiente, no el caldero hirviendo: el tormento del infierno es el ruido. El ruido es la quemazón de las almas. Espósito se acercó y lo tomó por los brazos mientras el cuerpo de Bastían, tirando hacia abajo, iba haciéndose un ovillo y las venas de su cuello y de su frente se marcaban como cuerdas bajo la piel. Los músculos de sus brazos parecían de mármol. Tiene una fuerza inmensa, pensó asombrado Espósito. Lo soltó. En eso o en lo que fuera, el día amaneció normal, asesino. Ni rastro de la noche borrascosa. Poniendo cara de inocente la luz del día, hipócrita, mentirosa. Fuimos a comprar el refrigerador para la mamá de Wílmar, y me dio por pasar de regreso por el Versalles dizque a comprar pasteles. Esos pastelitos "de gloria" que hacía mi abuela, y que no se comen ni en la misma Viena. –Qué hago acá yo, entonces -dijo Insiarte-. ¿Me voy para Jáchal, me voy para La Unión? Lo mejor es que llame a Camargo por el celular. Antes de que amaneciera, la madre volvía del hospital y lo primero que hacía era entrar en la pieza de Camargo y acariciarle la cabeza. Más de una vez, él había esperado ese momento durante la noche entera, temiendo que la caricia pasara y él no se diera cuenta. La oía abrir la puerta cancel, atravesar el zaguán y la pequeña sala de la entrada, y acercarse a su cama en puntas de pie. Camargo fingía dormir. Había aprendido a fingir con tanta destreza que sus ojos estaban suspendidos e inmóviles en esa eternidad de la caricia y su respiración adquiría una placidez que jamás alcanzaba en los sueños verdaderos. Se estremecía por dentro al oír los susurros del delantal, cada vez más cerca, y oler el perfume a desinfectante que impregnaba el cuerpo de la madre, aun después de bañarse. Luego se preparaba para la extrema suavidad de su tacto: ella lo rozaba con una piel tan inasible, tan aérea, que parecía sólo un suspiro de los dedos. –Podrías mudarte. Yo estoy por mudarme. -Ya sé. Sicardi me cuenta todo. –Perdón -dijo Esteban-. Usted me hablaba. –¿Hepatoma? ¿Cáncer del hígado? ¿Habráse visto mayor necedad? Puesto que tiene várices esofágicas es cirrosis. –¿Es urgente? -dice. Con la mano libre, acerca el telescopio y observa. –¿Y qué tengo que ver con todo eso, señor? -pregunté. Inactivada por la edad la máquina reproductora, para llamar la atención y que se ocuparan de ella la Loca se entregó a las enfermedades y a los médicos. ¡Y a hacerse operar! De un tobillo, de una rodilla, del otro, de la otra, del apéndice, las amígdalas, el útero, la cervix, la próstata, tuviera o no tuviera, de loque fuera. Que las amígdalas, decía, no sirven y que lo que no sirve estorba, que hay que sacarlas. Y a sacarlas. Y que el apéndice idem, igual. E idem, igual. El trueno se arrastró a lo largo de la noche de Córdoba como un vago bramido y se apagó al otro lado de las sierras. En el silencio, tu voz: ¡Hermanitos! Unas piltrafas de viejos querrás decir, bestia. Y miré hacía arriba, hacía la planta alta donde estaba la bestia. Asomada estaba a la ventana de la biblioteca que daba al jardín, atalayando al mundo: desde hacía quince o veinte años no bajaba la escalera para no tener que volverla a subir. Unos meses atrás, desde su elevado puesto de observación, vio cómo se llevaban los sepultureros el cadáver de su marido, su sirvienta, que se le iba a contar el polvo del infinito. Cuánto, todavía, le quedará de vida, calculé, y aparté de ella mi mirada. Pero mi Señora Muerte no estaba arriba. Estaba abajo, junto a la hamaca de mi hermano. –Sí, hijo -contestó mi pe-. Lo que tú digas. Bajé la escalera, abrí el portón, y dando un portazo de puta madre que hizo cimbrar la casa y le bajó sus putos humos a la Muerte salí a la calle. ¡Protagonismos a mí, en un libro mío, cabrones! –No sé de qué estás hablando -dije sin mentir..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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¿QUÉ SACÓ DE TU TIEMPO DE SILENCIO HOY?

Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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