15 de enero de 2025
Comentario destacado
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Verónica lo miraba, inexpresiva. –Me gustaría que en Buenos Aires vayamos a visitar a mi padre, Reina. Ya ha pasado los noventa y no creo que le quede mucha vida. 4 Cuando le llevaron la información de la primera página, la corrigió con displicencia. No dudó al elegir el titulo principal. Era fácil:El hijo del presidente depositó una fortuna en un banco de Brasil. Un título sensacionalista, como Maestro temía. Subido de tono y verdadero para quien creyera que siete millones eran una fortuna. Aquellas pocas palabras develarían, sin duda, la punta del ovillo de la corrupción: el contrabando de armas, la razón del suicidio de Valenti, las valijas henchidas de dinero que el presidente hacía entrar por Ezeiza, las conexiones con los narcos de Cali, las pústulas de la pobre patria. Siempre tenías razón, Camargo, ése era tu orgullo máximo: no equivocarte cuando todos se equivocaban. Le vino a la memoria una canción de los años sesenta:Has evitado los erroresyte sientes salvado.Pero has caído en el supremo error de no cometerlos. Nunca supo realmente qué fue lo que sucedió, tampoco tuvo tiempo material de averiguarlo, de todos modos, ninguno de los invitados de aquella noche pareció entender su exacto sentido. –Mañana, amiguito, fuera fuera fuera. -Y movieron el viejo pulgar, como apuntando a la libertad. Y elveco de chaqueta blanca que me habíatolchocado, y que seguía trayéndome bandejas depischa y me escoltaba todos los días a la tortura, me dijo luego: -Pero todavía te falta un día importante. Será el examen de salida. -Y elvecosmecó con una sonrisa recelosa. Desde los tiempos de Maricastaña y el maricón Gaviria. Y ojo al que se sentara en ese inodoro: se golpeaba las rodillas contra la pared. Ya quisiera yo ver a Su Santidad Wojtyla sentado ahí. O bajo la regadera, un chorrito frío, frío, frío que cala gota a gota a tres centímetros del ángulo que formaban las otras dos paredes heladas. –Hasta mi mujer es buena. Y tengo dos changos. Velos. Víctor se apoyó contra el marco de la puerta (lo que tenía más cerca) y vi el dolor y el pasmo reflejados en su cara. Era amigo de papi desde antes de que yo naciera, y en los ¡res y ven¡res de sus vidas, de sus largas vidas, ni la sombra de una desavenencia había empañado su entrañable amistad. Tuvieron juntos una finca, La Solita, y un periódico, El Poder. Dos fracasos, y se explica en tratándose de caballeros, pues el éxito es prerrogativa de granujas. No sé por qué le pusieron a su periódico semejante nombre que designa el más grande embeleco de cuantos le han llenado su cabecita ventajosa y roma al hombre, siendo que ellos eran gente de bien y ese señuelo infame lo más lejano de sus ilusiones, que se iban cabalgando por los potreros de La Solita entre terneras y vacas, con el sol en la cabeza y con el viento en la cara, yuna botellita de aguardiente en las alforjas. El poder, inocentes, en Colombia no está en un potrero: está en el solio de Bolivar o silla de la ignominia donde sientan, en ese país sin remedio, sus liberales o conservadores culos los presidentes, nuestra roña. Y que te vaya bien, que te pise un carro o que te estripe un tren. –De cualquier modo es un buen tipo -murmuró el jujeño cuando llegamos a la mesa-. Es como es. –Hablábamos -dijo Esteban. Bultos y bultos de naranjas traían de La Cascada a Medellín, a podrirse en la parte de atrás de mi casa. Sin marihuana ni aguardiente era dócil, adorable, como una ramita de palma un Domingo de Ramos. Sólo que sin marihuana y aguardiente no era él, era otro: su Ángel de la Guarda, efímero, volátil, pasajero. Andaba por las selvas del Amazonas o los campos de la Sabana hinchado de humo, todo ventiado, y con una botellita de aguardiente atrás, una media, en el bolsillo trasero, en tanto en una mochila llevaba más, de reserva, por si la de atrás se le evaporaba. Compraba medias por optimismo, para no irse a enviciar con el número entero. De medía en medía se las iba tomando todas su Ángel de la Guarda, y donde empezamos con un doctor Jeckyll acabamos con un mister Hyde. –A esa mujer ya la vi dos veces -dije. Pero un par de días después vinieron dos vecos doctores, jovencitos y con sonrisas muysladquinas , y traían un libro de imágenes. Uno de ellos dijo: -Queremos que mire estas cosas y nos cuente lo que piensa. ¿De acuerdo? –Cuidado, porque la tinta no sale. Entonces, hermanos, me llevaron a un sitio que no se parecía a lossinys que yo conocía. Es cierto que una pared estaba completamente cubierta con papel plateado, y enfrente tenía agujeros cuadrados para el proyector, y había altavoces de estéreo distribuidos por todo elmesto. Pero sobre la pared de la derecha había un banco con cosas que parecían medidores, y en medio del cuarto, frente a la pantalla, algo parecido a la silla de un dentista, y de allí salía toda clase de alambres, y casi tuve que arrastrarme desde la silla de ruedas al asiento, con la ayuda de otroveco enfermero de chaqueta blanca. Entonces vi que debajo de los agujeros de proyección había como un vidrio opaco, y me pareció que detrás se movían sombras de personas, y que seslusaba a alguien que tosía cashl cashl cashl. Pero en eso pude darme cuenta de que yo estaba de veras muy débil, y pensé que era el cambio de lapischa de la prisión y la nuevapischa, muy alimenticia, y las vitaminas que me habían inyectado. -Bueno -dijo el veco que había empujado la silla de ruedas-, lo dejo ahora. La función empieza apenas llega el doctor Brodsky. Espero que le guste. -Para ser sincero, hermanos, en realidad no me sentía con ganas devidear películas esa tarde. No tenía ganas, y nada más. Hubiera preferido de veras una linda y tranquilaspachca en la cama, linda y tranquila y completamenteodinoco. Estaba muy caído..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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