15 de enero de 2025
Comentario destacado
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–Tampoco me interesa. Además no veo lo dramático. –El problema de la elección -dijo unagolosa rica y profunda, y era elchaplino de la cárcel-. En realidad, no tiene alternativa, ¿verdad? El interés propio, el temor al dolor físico lo llevaron a esa humillación grotesca. La insinceridad era evidente. Ya no es un malhechor. Tampoco es una criatura capaz de una elección moral. –Vení, vení -me dicen y con el índice me jalan, arrastrándome hacía su negra noche con una cuerdita invisible de eternidades. –Darío -le aconsejé-. Al próximo que le des un varillazo, medilo bien, no se te vaya a ir la mano o te vas a la silla eléctrica. –¿A qué has venido, perra? -le dijo-. ¿A reírte de mí? Amaneció y por las polvosas persianas pasó al cuarto el sol estúpido. Me levanté, me puse los pantalones y la camisa y me dirigí al baño a orinar. Al entrar al baño me vi por inadvertencia en el espejo, que jamás miro porque los espejos son las puertas de entrada a los infiernos. Era un pobre espejo deslucido, sin marco, como de hotel de putas, pegado en la pared sobre el lavamanos, y tenía rajado el ángulo superior derecho. Entonces lo vi, naufragando hasta el gorro en su miseria y su mentira en el fondo del espejo: vi un viejo de piel arrugada, de cejas tupidas y apagados ojos. Se sintió aliviado. De pronto, recordó que no se había despedido de las mellizas y pidió a las secretarias que las llamaran, para no tropezar de nuevo con la voz quejumbrosa de Brenda. ¿Qué clase de vida era su vida, atada a los teléfonos? ¿Sabría su vida alguna vez abrir los brazos a la felicidady a la desdicha? El escritorio era una fronda enloquecida de papeles y maquetas, pero siempre se las arreglaba para que el portarretratos de las hijas creara un oasis limpio frente a él. Apenas las había visto aprender a caminar, a hablar, a leer. Apenas las había visto y, sin embargo, eran el único amor que tenía. Le preocupaba la más débil de las dos, Ángela, que un par de semanas antes había caído en cama con una fiebre rebelde y un dolor de huesos que no la dejaba en paz. Se había vuelto de pronto melancólica y huidiza. Así sonó en el teléfono, como una niña desamparada. Tenía trece años y parecía de diez. –Un whisky -dije-. Sin hielo. Ya que era cuestión de rememorar la infancia había que hacerlo bien.El pato Dónala.Más páginas, más color: 20 centavos. Mi expectativa nocturna, cada lunes. Saber que al día siguiente caminaría por Terrero hasta Gaona, con deliberada lentitud, siendo eterno una cuadra y media. Vería por fin el cartel: lópez y livolsi libros. López diría: "A ver los veinte". Acá están. Él me da la revista, y yo, con majestuosa suficiencia, dueño de la eternidad, digo que no. No, ésa no, observe que está doblada, la otra, o mejor una de las de abajo. –Scorpio. And you? –Que estoy deslumbrado. ¡Cuántas veces no he pasado la escena por mi cabeza en ralenti! Veo sus ojos verdes viéndolo. Verdes turbios. Embriagados en lo irrepetible del instante. ¡Tas! Un solo tiro, sin comentarios. Alexis guardó el revólver, dio media vuelta y siguió caminando como si nada. ¿Por qué no le disparó por detrás? ¿Por no matar a traición? No hombre, por matar viendo los ojos. –Una laguna oleosa, y sobre todo el cansancio -y me pregunté por qué estaba hablando con el jujeño de estas cosas-, pero un cansancio como de abrirse paso en un pantano. Y siempre pienso lo mismo. Con los años he descubierto que el varón le llama a esto conquistar a una mujer. No sé qué imaginaba entonces al respecto pero me recuerdo subiendo al dormitorio de Verónica con la botella en una mano, un vaso tintineante ensartado en el pico de la botella y, en la otra mano, el vaso que, en esos tiempos, yo era capaz de beber subiendo una escalera. O encuentro el modo de sentir que estoy manejando esta situación, o encuentro el modo de escaparme decorosamente de esta casa. Supongo que lo pensé. Sólo la más innoble de las petulancias masculinas, esa presuntuosa estupidez de poder que el machoha conferido a sus quince o veinte centímetros ilustres, puede haberme puesto en esta situación. Verónica es hermosa, me atrae como la piedra imán al barco de Simbad, ya he conseguido, por alguna razón que ignoro, puesto que estas cosas siempre ocurren fuera de mí, convencerla de que ella tiene ganas de acostarse conmigo. Muy bien, qué necesidad de ir más lejos. Ya está. Lo sustancial y metafísico del acto se ha cumplido. Por qué debo someterme a la violencia de sacarme zapatos, medias, enjuagarme lugares quizá destinados a dar un nuevo ejemplar a la raza humana, si lo que más megusta de esta mujer es su voz, la armonía de las líneas de su cuerpo, el modo que tiene de mover los brazos. El anacoreta que hay en mí me susurra al oído que mi destino es comer langostas y miel silvestre, y hasta me dice que la miel es un placer excesivo, una concesión a la sensualidad y al desorden. Cierto lúbrico enano con testuz de chivo, que también me habita en circunstancias como ésta, me trata de impotente cretino, me ordena que agarre de una vez una buena porción de esa mujer que se ha detenido ante la puerta del dormitorio y haga algo inolvidable o escandaloso con ella, merecuerda que deben ser más de las cuatro y que la rapidez nunca fue nuestro fuerte. Ya es un poco tarde casi para cualquier cosa, acota uno de mis habitantes objetivos, el peor. Me he pasado la vida enfrentado conmigo mismo como ante varios antagonistas simultáneos, emperrados, astutísimos contrincantes que me acorralan, como ahora, en los momentos más inesperados. –Sí -dije-. Inofensivas. Sí, sí,video ese verdadero espanto. -Al oír esto ladébochca Georgina se rió otra vez de misslovos. Y luegos los dositearon a susvonosos juegos de palabras en casa del tal Greg, quienquiera que fuese. Y yo me quedéodinoco mirando michai con leche, frío a aquellas alturas, pensativo e inquieto. –Sí -dijo Verónica-. Y qué más querés saber. Pero bien sabía él que no, que papi ya no tenía mañana. Lo había dicho para que papi oyera y creyera que iba a seguir viviendo. Y hacía bien. Mientras uno no se dé cuenta de que se muere, bendita sea la Muerte. –A Brasil -dijiste. –¿Greg? -dije..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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