15 de enero de 2025
Comentario destacado
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–Qué interesante. Este dibujo. Lástima los caballos, no armonizan bien con esos dos que se dan con todo atrás del sicómoro. ¿Qué están haciendo? O porque de pronto pensaste "justamente". Justamente. Queél se arrojara. ¿O no bastaba con pegarle un empujón? Cosa que lo hubiera decidido con cierta velocidad a convocar a los cien mil arcángeles soliviantados, o a flotar con gracia divina sobre los olivos. O a hacerse humanamente mierda contra el piso. Se le pidió una decisión a él, dentro de él, no una prueba de circo. ¿Acaso el Diablo podía ignorar si era o no hijo de Dios? Seamos serios. Cualquier antisemita nocturno, dándole una patada en el culo, sin ánimo de probar nada, pudo haberlo lanzado por el aire obligándolo al milagro o al papelón teológico. Por favor. A él se le exigió, anagógicamente, un salto voluntario al vacío. No se precisaba ser el Hijo de Dios para negarse a saltar. Cualquier pequeño judío, manso de espíritu y cargado de familia, oyendo una proposición semejante, se hubiera sentado a reír barriga en mano ante el infierno en legión, pegándose palmadas en los muslos, y se hubiera caído solo de ese techo. Y tengo la sospecha de que habría volado. La cláusula exigía y exige otro tipo de saltos. El Demonio no hace más que señalar el abismo. Todo contra nada. Sólo aquel que se arroja sabrá si los angelitos lo soliviantan. Todo contra nada. O rendir examen para el Banco de la Provincia. O planearLa Divina Comedia a la salida de la oficina. O pegarse honradamente un tiro. O fabricar caudalosos libretos de televisión, vengándose, con caca, de una sociedad que arroja a sus brillantes muchachos a esas cunetas; cosa que la sociedad acabe por sepultar a todos bajo un Himalaya de mierda. O pegarse honradamente un tiro. O tironear a la In mortalidad de la pollera, los domingos y feriados, en presencia de la familia reunida, en el intervalo que va de sonarle los mocos al menor de los Espósito a departir sobre el precio del mondongo con el padre de la Virgen de San Sixto. Y, no sin algún cariño, pasarle una franelita al long play de la Novena Sinfonía por aquello de que, donde hubo fuego, cenizas quedan.O pegarse honradamente un tiro. Despertar al querubín, en cambio, es una volición natural. Como la vida. La manera menos infame de aceptar la vida. Y ganarás ese pan con el sudor de tu frente. No pretenderás, mastuerzo, que le haya gritado Nonserviam!a Dios para conchabarme de mecanógrafo tuyo. No te sirvo. Mi existencia puede, no obstante, serte útil. Sólo que hay que comenzar por aceptarla. Algo así como la sonrisa de Santiago, pero en otra dirección. Mi teoría finalmente es ésta. Todo organismo pensante es, en potencia, genial. La buena nueva consiste en llegar naturalmente a serlo por una inexorable decisión. Cada uno solo, eligiéndose único entre todos los hombres y al mismo tiempo autorizando a todos los hombres por ese solo acto. Arrojándolos a la más sola de las soledades, desnudos, como él, ante su implacable conciencia. Pero preparados para cuandovenga Miguel, con su lindo escudo brillante, gritando Quién como Dios. –¿Por qué dijiste eso? Cerraste los ojos. La noche anterior había visto una larga fila de monjes en la ciudad del pasado con la que soñaba siempre. Le gustaba pasear por esa ciudad parque sabía orientarse en ella como si jamás hubiera conocido otra. Puentes, pasajes, mercados ruinosos que flotaban a la deriva en grandes lagos de sal, relojes que marcaban la misma hora eterna: ciudad sin árboles y sin fin, con un sol sucio y noches claras como el día. En las calles del centro se abrían unas cavernas que eran -Camargo lo sabía- hoteles, celdillas iluminadas por velas de cera espesa. A uno de esos hoteles estaban entrando los monjes. Los vio, eran miles, mientras la luna caía en el horizonte de la ciudad como una pelota, y él corría entre astillas de luz a ponerla otra vez en su sitio. Los monjes cantaban en sordina y su ronroneo no lo dejaba en paz. Estaba empujando a la luna por un puente de madera cuando lo despertó el celular del diario. Eran las dos y media o las tres. Brenda dormía en la cama de al lado, boca arriba, la cara cubierta por una repugnante crema de almendras. Aún ignoraba que su madre empezaba a morir al otro extremo del mundo, aún ignorabas vos, Camargo, todo lo que estaba muriendo aquella noche. El celular insistía. Tardó en reconocer la voz del editor nocturno, deshilachada por el cansancio. Todo esto ocurría en Córdoba, a las nueve de la mañana. En plena calle Vélez Sarsfield, supongo. Lo dije casi desde el suelo, vigilando atentamente su próxima reacción. El astrólogo ni siquiera se detuvo. Yo, decidido a ir hasta el final, mientras buscaba un palo verdadero, una rama o por lo menos un gajo más grande, volví a hablar del verano. El verano que despierta a los abedules y que hasta los pinos sienten. ¿Por qué nosotros íbamos a negar su influjo? Él se había detenido y me observaba. Preguntó si me sentía mal. ¿No? Entonces qué estaba haciendo ahí en cuclillas. La insensatez de los sin techo te enfurece. Cómo se les ocurre a esas liendres oponerse a tu voluntad? No vas a pasar por alto este desaire. Vas a destruirlos, cuando llegue el momento. Ahora son, por desgracia, el arma que necesitas para darle una lección a la mujer de enfrente. Mientras no lo hayan hecho, tendrás que emplear todo tu poder en darles lo que piden. Recurrir tal vez a Sicardi, el jefe de personal, o a Enzo Maestro, que todavía tiene contactos con los servicios de inteligencia. –Todos los que me hacen daño -dije- son mis enemigos. –Qué. –A la improvisación, más bien. Soy ordenada. Torpe para improvisar. La intacta fuerza de voluntad por falta de uso previo se gastó en un año, exactito, como entran con exacta regularidad en Europa las estaciones. Para celebrar el aniversario, el milagro, Darío se tomó una medía de aguardiente ¡y adiós Panchita! A la medía siguió otra medía y a la entera otra entera y ése fue el comienzo de su acabóse. Yo digo quela voluntad es como el derecho, que se ejerce con la fuerza: por eso se llama «fuerza de voluntad», pero uno tiene que ejercerla desde chiquito. Si no, le coge a uno ventaja la pendiente y al fondo del rodadero va uno a dar. Eso no era paraél, jamás sería: había nacido a salvo del error. Cualquier cosa podía pasar al día siguiente, y para todo estaba preparado. Para todo, menos para lo que finalmente sucedió. Era un comentario imprudente, ordinario.¿Imaginarlo? Para qué, si ya todos lo conocían. Poca gente se tomaba la confianza de llamarlo Ge Eme, y casi nadie se preguntaba por el significado de esas iniciales. El tiempo las había convertido en un nombre propio, como sucedía con D. H. Lawrence, T. S. Eliot o H. A. Murena, y él ya ni siquiera pensaba en lo que querían decir. Correspondían al santo del día de su nacimiento, Gregorio Magno Pontífice, y aunque en su cédula de identidad figuraban las tres palabras, había logrado mantener en secreto la última. La mujer, al principio, pareció sonreír. Después, su cara se contrajo. Cuando se alejó vi que iba vestida totalmente de azul y tenía puesta una gorrita estrafalaria, como de vigilante; en la cinta, grabado en letras doradas que ahora yo no podía ver, decía, por supuesto, Ejército de Salvación. Renuncié a encontrar mi moneda. Iba a ponerme de pie cuando, a unos centímetros de mis ojos, vi el dibujo a todo color de una joven de largo pelo rubio y hermosa cola de pez. El libro de la nena del pie de oro. La dueña del libro tenía la mano extendida con la palma hacia arriba. Mi moneda..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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