15 de enero de 2025
Comentario destacado
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Eso que dije yo es lo que debió decir la autoridad, pero como aquí no hay autoridad sino para robar, para saquear a la res pública… Y así me encuentro a Sabaneta, el pueblo sagrado de mi niñez, en el bochinche y la guachafita, en el más descarado desorden que me están introduciendo estos cabrones. Mi indignación no podía más, me estaba dando un ataque de ira santa. "¡Uuuuuu! ¡Uuuuuu!" aullaba una ambulancia con su letrero de ambulancia escrito al revés para que uno tenga que leerlo patas arriba dando la vuelta; paraba en seco y se bajaban dos camilleros a recoger a los muertos. Dos, tres, cuatro… ¿Esto es la guerra de Bosnia-Herzegovina o qué, una masacre? Y hé aquí otro ejemplo de lo hiperbólico que se nos ha vuelto el idioma en manos de los "comunicadores sociales". ¿Una masacre de cuatro? Eso es puro desinflamiento semántico. ¡Masacres las de ahora tiempos! Cuando los conservadores decapitaban de una a cien liberales y viceversa. Cien cadáveres sin cabeza y descalzos porque el campesino de entonces no usaba zapatos. ¡Ésas sí son masacres! Ustedes muchachitos de hoy en día no han visto nada, les está tocando muy bueno. ¡Masacres! –¿Me puedo ir, entonces? "Hoy en el centro -le conté a Alexis luego hablando en jerga con mi manía políglota- dos bandas se estaban dando chumbimba. De lo que te perdiste por andar viendo televisión". Se mostró interesado, y le conté hasta lo que no vi, con mil detalles. Le desplegué por todo Junín un tendal de muertos. Me sentía como Don Juan presumiéndole a Don Luis de las mujeres que se había echado. Luego procedí a contarle mi retirada, cómo pasé incólume por entre el plomero, sin agacharme, sin inmutarme, sin ni siquiera apurar. "¿Tú qué habrías hecho?" le pregunté. "Tocaba abrirse", contestó. ¿Huir yo? ¿Abrirme? Jamás de los jamases. Jamás. A mí la muerte me hace los mandados, niño. En el automóvil que los llevaba a una lujosa casa de Bethesda, al norte de la capital, Reina se enteró de que su enamorado le vigilaba hasta el olor de los excrementos. No vayas a descuidarte nunca porque yo sé todo lo que haces, le dijo. Sé con quiénes hablas por teléfono, conozco hasta la última palabra de las cartas que escribís, puedo repetir la lista de los libros que has leído en los últimos dos meses y las anotaciones que has dejado en los márgenes, cuáles son los resultados de tus análisis de sangre y de tus mamografías, qué secretos míos has contado a otros redactores. Hay tres hijos de puta que te mandan emails con insinuaciones sexuales sin que vos les hayas parado el carro. Uno de los tres está en Washington, ¿eh?, tanteó. ¿Por qué no me avisaste? ¿Por qué me tengo que enterar por terceros de tus levantes clandestinos? En fin, me soltaron elploto atado al sillón y la piel encima de losglasos, así que pude abrirlos y cerrarlos de nuevo, y bien que los cerré, oh hermanos míos, por el dolor y los latidos de lagolová, y luego me pusieron en la vieja silla de ruedas, y sentí que me llevaban a mimalenco dormitorio, y elsubveco que empujaba el carrito canturreaba una podrida canción pop, de modo que casi rugí: -Cállate de una vez -pero se limitó asmecar y dijo: -No te preocupes, amigo -y siguió cantando más fuerte. Me pusieron en la cama, pero yo seguíabolnoyo y no podía dormir, aunque pronto empecé a sentirme unmalenco mejor, y ahí nomás me trajeron unchai caliente con muchomoloco ysacarro, y alpitearlo comprendí que la horrible pesadilla era cosa pasada y concluida. En eso entró el doctor Branom, todo simpatía y sonrisas, y me dijo: Entonces yocriché: -Eso fue hace más de dos años. Después me castigaron y he aprendido la lección. Vean allí… mi foto está en los diarios. ¿Qué cómo llegué a saber, a confirmar? Hombre, de lo más simple, de lo más sencillo, de lo más fácil: lo dijo el taxi. Llevaba el radio prendido cacariando, el asqueroso, cuando tras la noticia de otra matazón dieron la de ésta: que dos víctimas más, inocentes, de esta guerra sin fin nodeclarada, habían caído acribillados en el atrio de la iglesia de Aranjuez cuando se dirigían a misa, por dos presuntos sicarios al servicio del narcotráfico. ¿Yo un presunto "sicario"? ¡Desgraciados! ¡Yo soy un presunto gramático! No lo podía creer. Qué calumnia, qué desinformación. A ver, ¿quién me pagó? ¿Qué narcotraficante conozco yo como no sea nuestro embajador en Bulgaria porque salió en el periódico? ¿Sicario el que se defiende? ¿Qué policía había que nos defendiera a nosotros cuando nos iban a matar? De haber habido, nos habrían detenido para extorsionarnos. Pero no, andaban extorsionando en el centro. Y se tomaba un aguardiente. –Acaso he dado yo alguna orden de que me compren pasajes? -dijo-. Que Sicardi los devuelva va mismo. En la esquina de La Perla del Once aún quedaban ejemplares de El Diario. En la primera página estaba el artículo sobre el oficio de Vísperas dominando las columnas superiores, a la derecha. El editor nocturno había subrayado su firma, Reina Remis, ilustrándola con una foro en la que se veía más joven, casi adolescente, resignada a una sonrisa que delataba sus encías. Sólo Camargo, llamando por el celular desde la Azotea de Carranza, podía haber dado la orden de que destacaran su nombre y la convirtieran, por ese simple pase de magia, en la periodista del momento. Sin embargo, esta inesperada fama no se debe a lo que ha sucedido entre los dos, se dijo Reina. Me la debo a mí, a la destreza con que deshice la farsa del presidente penitente. No estaba arrepentida de la intimidad con Camargo, para nada. Ella también había descubierto placeres de los que no se creía capaz, pero ahora pensaba que esos sentimientossiempre se apagan la misma noche en que se encienden y que lo mejor sería tratar al director de El Diario como si lo estuviera viendo por primera vez. Jamás pedirla nada, no quería nada. A la gloria fugaz del primer artículo seguirían otras, estaba segura, porque su ambición la llevaría ahora a cualquier parte, ella misma era un viento que subiría a cualquier cielo, pero no de la mano de Camargo sino arrastrada por los ángeles de su propia inteligencia, como en el sueño de Jacob. –Desde que me llamaron por lo del suicidio no pude pegar un ojo -dijo Maestro. Estaba agitado y sudaba-. Si a mí me quisieran meter en la cárcel también me habría suicidado. –¿Y si estuviéramos hablando de alguien que escribe contra la corrupción, qué haríamos? –Basta demunchar. Yo no les di permiso. Tengan a esteveco para que puedavidearlo todo y no se escape. Camargo sobrevivió tres años a la tragedia que le cambió la vida. Fue una lástima que no pudiera leer las dos inspiradas columnas que le dedicó Enzo Maestro. Era un texto sin una palabra de más, a la izquierda de la primera página, con un título que a él le habría gustado: Duelo: El Diario llora la pérdida / de su ex director G. M Camargo. Aun cuando ya no hacía falta, el texto acataba los deseos del difunto. Deslizaba sólo una vez, como de paso, el nombre de sus documentos civiles, Gregorio Magno Pontífice, e ignoraba casi todos los detalles íntimos de su biografía, desde el abandono de la madre en plena infancia hasta el divorcio de Brenda y la tardía reconciliación. Con generosidad, Maestro convertía al padre en «un pionero de nuestra radiotelefonía» y resumía el ostracismo del gran periodista en un par de líneas sobrias: «Poco antes de caer enfermo, Camargo había recorrido el mundo con asombro, como si fuera otra vez un redactor joven. Los artículos que envió desde las grandes capitales europeas, desde Katmandú, los templos de Angkor Wat y las ruinas de Chichén Itzá son ahora clásicos argentinos. Su viuda, Brenda, se propone reunirlos en un volumen, junto con laúltima colaboración que, ya retirado, envió a El Diario y que reproducimos para solaz de nuestros lectores»..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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