15 de enero de 2025
Comentario destacado
No country for old men essay
Parados en una esquina de las comunas, los sobrevivientes de las bandas esperan a ver quién viene a contratarlos o a ver qué pasa. Ni nadie viene ni nada pasa: eso era antes, en los buenos tiempos, cuando el narcotráfico les encendía las ilusiones. No sueñen más, muchachos, que esos tiempos, como todo, ya pasaron. ¡O qué! ¿También se creyeron ustedes eternos porque se estabanmuriendo rápido? Parchados en una esquina de las comunas, viendo correr las horas desde una encrucijada del tiempo, los muchachos de las antiguas bandas hoy son fantasmas de lo que fueron. Sin pasado, sin presente, sin futuro, la realidad no es la realidad en las barriadas de las montañas que circundan a Medellín: es un sueño de basuco. En tanto, la Muerte sigue subiendo, bajando, incansable, por esas calles empinadas. Sólo nuestra fe católica más nuestra vocación reproductora la pueden contrarrestar un poco. Todas las sutilezas de la mandonería hipócrita las cultivaba. No decía, por ejemplo, «Caliénteme un café», Sino «¿me calienta un café?», que suena menos perentorio. Y «¿m'hija?» ¡Ay, tan cariñosa! ¡Mentirosa! ¡Si las odiabas! Las odiabas tanto como te odiaban ellas a vos. Esa mandonería insidiosa era lo que les revolvía la barriga a las sirvientas, y a mí lo que me reventaba el saco de la hiel. Ves al guardián y a una mujer salir de la casa, aferrándose las ropas y chillando como cerdos. Ves el disco blanco del sol en el cielo liquido y sentís que todo está bien, Camargo. Volvés a sentirte limpio como en el día que naciste, cuando todavía nadie te había abandonado. –Después les cuento lo que falta -dirá esa noche Lalo. 3 –En la vida todo va y viene, Reina. Cada vez que te sucede una felicidad, debés esperar una desdicha. Y al revés: no hay desgracia, aparte de la muerte, que no se arregle con alguna felicidad. Esta mañana me desperté con la ilusión de verte. No estabas. A pesar de eso, respiré con alegría el polvo del campo, tomé café, fui a ver unas colmenas. Cuando venta para Buenos Aires, mi mujer me llamó por el celular desde Traverse City, en Michigan, cerca de los lagos. Tengo hijas mellizas, ¿sabés?: trece años. La abuela vive cerca de ahí, en el lago Torch, y las mandó llamar porquele dio un infarto y creyó que iba a morir. Contra todos los vaticinios, ha sobrevivido. Pero a una de las mellizas, Ángela, le descubrieron una leucemia. Hacía ya tiempo que se quejaba de cansancio y dolor de huesos. Ayer por la mañana, me dijo Brenda -mi mujer se llama Brenda-, Ángela estaba jugando con unos pájaros que la vieja tiene sueltos en el granero. Dos zorzales aletearon, rozándola en los brazos, y en seguida estuvo llena de hematomas, derrames. La llevaron al hospital de Traverse City y le hicieron análisis de sangre y de médula. El patólogo dio la alarma esta mañana: leucemia mieloblástica. Aunque se salve, aunque entre en remisión -como se dice-, la pobre Ángela va a tener toda la vida esa espada sobre la cabeza. –Pero si a mí no me parece mal ese vicio. Miguel Ángel, con lo fortachón que era, mal que mal también se hacía soplar la tuba, y eso no le quita mérito. O acaso yo digo que ese chico no maneja bien la rueca o el bastidor. Lo que me llama la atención es su nombre de Centauro. Fíjese que en mi pueblo había un enano que se llamaba Simón Bolívar, cómo puede ser. Y el doctor Pitto tenía una hija a la que le puso Elsa. Iba al colegio conmigo. Los chicos le llevábamos moscas, para ver si el sapito se las comía. ¿Se da cuenta de lo que puede la pila bautismal? Yo no me acostumbro a la realidad, señorita Etelvina. A que no adivina cómo se llama el mayor fabricante de artículos sanitarios del país, me refiero a inodoros y esas cosas, se llama Ortelli. Con ciertos apellidos no se puede fabricar masitas, hay que vender aparatos de poner enemas o inventar un supositorio gigante. Y el señor Custodio A. Fuertes, ¿a qué se dedica? Acertó. Tiene una cadena de negocios de cajas de seguridad. Al principio sorprende, como cuando uno descubre que elcottolengoestá en la calle Carabobo. Parece demasiado adrede. Hasta que por fin uno sospecha si no habrá un orden secreto en todo esto. Yo he cavilado mucho sobre el poder misterioso de los nombres. El profesor Matera es cirujano del cerebro, el Costa de la funeraria se llama Lázaro, hay otro funebrero célebre, de apellido Marchito. O por qué cree que Malatesta era anarquista. Para no hablar de los otros Malatesta, el marido y el cuñado de Francesca. Imagínese que usted hubiera sido religiosa, quiero decir monja, superiora de un convento. Sor Etelvina, o incluso sor Ethel. Claro que no siempre hay un orden. El caso de Simón Bolívar, el de mi pueblo. Lo formidable es cuando los propios padres colaboran con la locura. Todo el mundo sabe, por la Guía Telefó nica, que existen las familias Barriga o Culo, por nombrar las más clásicas. También hay Pie, Gamba, Gambastorda, y ni hablo de la prosapia de los Concha, más que nada chilenos. Si se sigue moviendo de ese modo y se pone colorada no hablo más. Me remito sólo a los Culo. Muy bien. Yo me pregunto, qué lleva a un integrante de la estirpe de los Fuertes a ponerle Dolores a su pequeña hija; o por qué el señor y la señora Grande bautizan a sus mellizas: Martirio y Suplicio. Y hecho esto, qué demonio de la perversidad hace que la primera de las niñas crezca y se enamore y se case con un integrante del clan Culo. Qué pasa en el alma de esa chica cuando firma por primera vez Dolores Fuertes de. Y por qué razón los hermanos Culo o dos primos carnales de esa misma familia, tienen que llevar fatalmente al altar a las mellizas. Martirio Grande de Culo. O Suplicio. Dígame un poco, señorita Etelvina, si por algún motivo una de ellas tiene que ir a la farmacia a comprar vaselina, pongamos que porque su marido es carpintero y quiere engrasar el serrucho, ¿usted cómo cree que interpreta la risita del cadete que la atiende? Ya ve. Que a Facundito le fumiguen el potrero no me incumbe. Pero a mí me parece que hay algo maligno en su nombre. Yo siempre quise escribir algo sobre el Brigadier General, y ahora cómo hago. Ese chico debería usar seudónimo o por lo menos afeitarse. Te creí. ¿Ahora qué te ha quedado de ella, Camargo? Mirás dentro de vos y sólo ves un horizonte de asco, un río de escorias que irás secando poco a poco. Vas a permitir que la mujer relaje sus costumbres durante una semana y, de paso, que siga delatándose en sus artículos. Tal como has previsto, la mención a Fleet Air reaparece en la segunda entrega de su insulsa entrevista al coronel. Mientras tanto, Sicardi ha verificado que llama al amante desde los teléfonos del diario. A la traición suma la estafa. Cuando la mujer acude a Maestro para que le autorice un viaje más, a Rió de Janeiro, su descaro te colma la paciencia. Vas a retenerla ahora sólo un par de días, exigiéndole que escriba sobre la crisis ministerial y sobre la segura renuncia del vicepresidente. Sus artículos van a ser desastrosos, porque harás que Sicardi la humille hasta secarle el lenguaje, que le ajuste el garrote al cuello y estrangule su orgullo. La encontró por fin. La tomó con whisky. Y al hospital a pasarse una temporadita de comida simple, sin sal, que nos cobraban como caviar del Báltico. –Sí, a usted le habla. Algunos mozos arrastraron una tarima de madera hacia el centro del restaurante y pusieron allí un par de taburetes altos. Camargo divisó a dos hombres de melena engominada junto al mostrador del bar. Llevaban la cara pálida de talco. –De acuerdo, de acuerdo. Tal vez estamos todos un poco cansados. Mejor no hablemos más. -Me sorprendió y un poco me pusopuglioslusar al Lerdo,goborando de ese modo, tan sensato. El Lerdo dijo:- Lo mejor es irse a dormir, de modo que andando para casa.¿De acuerdo? -Me sorprendió mucho. Los otros dos asintieron, diciendo de acuerdo de acuerdo de acuerdo. Yo agregué: –Qué quiere decir "acá o en París qué cambia". Lo miraste..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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