15 de enero de 2025
Comentario destacado
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–Tal vez no quiera abrir -dijo Georgie. –Ya aprendí. No habrá. –Tiene que firmar. Como un brazo tenso y erguido enángulo recto que nos mentara la madre, hinchadas las arterias y las venas y a punto de explotar, a empujones, a empellones, palpitando, trepidando, con sacudidas violentas, el instrumento portentoso eyaculo, y nos dejó inundado del liquido lechoso y viscoso el sucio piso del baño. Estoy por preguntarle quiénes somos nosotros, pero me he quedado pensando en algo. El viento llevaba y traía colillas desfloradas por la humedad. En el atrio del cementerio, Camargo se detuvo ante el gran tarjetero donde los visitantes anotaban sus nombres para indicar que habían asistido al funeral. De reojo, vio que Enzo Maestro trotaba hacia él y se hizo el distraído. Enzo no había estado en laceremonia. ¿Qué querría? En 1982 tenían escritorios contiguos en la redacción del diario y mantenían un espaciado ritual de almuerzos a solas que era lo más cercano a lo que Camargo entendía por amistad, pero ahora Maestro se había convertido en un perro servicial del presidente, el secretario privado, y prefería hablar con él sólo cuando no tenía más remedio. –Bailemos, vení -dijiste. De cerca, la puerta diluyó su ambigua amenaza de sirena. Sin embargo, aquello había estado ahí y acaso aún estaba, acechándome, y supe que al correr hacia vos lo hacía también en otra dirección, pero, ¿en qué dirección? –No me gusta. Le tendés las manos para ver si me las acaricia, como antes. Las ignora. Finge que se concentra en el vaso de whisky. Santiago se detuvo en seco y me miró. –¿Y este semiengendro por qué no me saluda, o es que dormí con él? –No sé de qué estábamos hablando, pero ahora me acordé de una casa. -Te miré. -Sé perfectamente que hablábamos de irnos a cualquier parte, los cuatro. Lástima que Santiago de a ratos envejece y que el único nombre que se me ocurrió para su viuda es una reminiscencia de Dante, da un poco de frío, ¿no? Hace un momento también hiciste ese gesto. Es el viento, que viene del Paraná. Hay una casa muy vieja, en San Pedro, en la barranca. O había hace muchos años. Una casa con un mirador. El mirador tiene una grieta que baja hasta la cornisa de la portada. Como una cuña. En verano, alrededor de las dos de la mañana, te sentás en el tercer banco de la plaza de la iglesia, a la izquierda, como viniendo del río, y esperas. Ya de por sí la rajadura impresiona bastante, fuera de que tiene la forma de un triángulo y eso debe de ser simbólico. Cuando el reloj del cabildo da el primer campanazo hay que tener los ojos muy abiertos, fijos en el mirador, y arrepentirse de todos los pecados. Entonces empieza a aparecer la Loca, en mitad de la rajadura. Primero ves un resplandor; después, nadie sabe. Yo veía una especie de cabeza de tigre, amarilla y veteada de fuego. Que es amarilla, es amarilla, aunque a veces tira a colorado. Linda y jodida, decía un amigo mío, como la idea del suicidio. Cuando pensaba entrar en el Seminario yo veía un triángulo y un ojo, la órbita fosforescente del ojo de Dios, espiándome a mí solo. Más adelante y según el estado de ánimo, he visto el sangriento sexo femenino del universo, la luna, mi corazón desgarrado entre las estrellas y la esfera famosa, no la de Pascal sino la del reloj, donde todas las que pasan hieren pero la última mata. En fin, no se puede describir. Hay que verlo. Al lado de eso, el resplandor final de la casa Usher es un tubito fluorescente, Dios me perdone. Todos en las comunas están sentenciados a muerte. ¿Que quién los sentenció, la ley? Pregunta tonta: en Colombia hay leyes pero no hay ley. Se sentenciaron unos a otros, solitos, y a sus parientes y amigos y a cuantos se les arrimen. El que se arrime a un sentenciado es hombre muerto, cae con él. Demográficamente hablando, así nos vamos controlando aquí. En mi Colombia querida la muerte se nos volvió una enfermedad contagiosa. Y tanto, que en las comunas sólo quedan niños, huérfanos. Incluyendo a sus papas, todos los jóvenes ya se mataron. ¿Y los viejos? Viejos los cerros y Dios. –Apagá esa luz que me estoy asando. –Brenda ha vuelto a llamarte? –Pura imaginación. No tiene por qué preocuparse. Ya viene otra película. -Tal vez quiso hacer una broma, porque oí como unasmecada en la oscuridad. Y entonces tuve que empezar avidear una película repugnante sobre la tortura japonesa. Era en la guerra de 1939-1945, y aparecían soldados clavados a los árboles, y debajo encendían fuego, y después les cortaban losyarblocos, e incluso sevideaba cómo le cortaban lagolová a un soldado de un sablazo; la cabeza rodaba, y larota y losglasos parecían seguir vivos, y elploto del soldado continuaba corriendo, y del cuello le brotaba una fuente decrobo , y al final se derrumbaba, y todo el tiempo los japoneses se reían como locos. Los dolores en la barriga, y la cabeza, y la sed que yo sentía eran terribles, y todo parecía venir de la pantalla. Así quecriché : Si. Lo había abrazado con tal fuerza que lo ahogó. ¡Lo asfixió de amor! ¡Hermanitos! Unas piltrafas de viejos querrás decir, bestia. Y miré hacía arriba, hacía la planta alta donde estaba la bestia. Asomada estaba a la ventana de la biblioteca que daba al jardín, atalayando al mundo: desde hacía quince o veinte años no bajaba la escalera para no tener que volverla a subir. Unos meses atrás, desde su elevado puesto de observación, vio cómo se llevaban los sepultureros el cadáver de su marido, su sirvienta, que se le iba a contar el polvo del infinito. Cuánto, todavía, le quedará de vida, calculé, y aparté de ella mi mirada. Pero mi Señora Muerte no estaba arriba. Estaba abajo, junto a la hamaca de mi hermano..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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