15 de enero de 2025
Comentario destacado
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–Tac, tac, tac, tac, tac, tac, tac -iban diciendo con apremio las plumillas del parabrisas rebasadas por el agua. La que sí le habían curado los años era la de los muchachos: pasaban por su apartamento y por su vida sin tocarlos. Perfección a la que aún no he llegado yo pero de la que ya estoy cerca: lo cerca que estoy de la muerte y sus gusanos. En fin, por ese apartamento de José Antonio, por entre sus relojesdetenidos como fechas en las lápidas de los cementerios, pasaban infinidad de muchachos vivos. O sea, quiero decir, vivos hoy y mañana muertos que es la ley del mundo, pero asesinados: jóvenes asesinos asesinados, exentos de las ignominias de la vejez por escandaloso puñal o compasiva bala. ¿Qué iban a hacer allí? Por lo general nada: venían de aburrirse afuera a aburrirse adentro. En ese apartamento nunca se tomaba ni se fumaba: ni marihuana ni basuco ni nada de nada. Era un templo. Y ni eso, vaya: vaya a la Catedral o Basílica Metropolitana para que vea rufianes fumando marihuana en las bancas de atrás. Distinga bien el olor del humo, que no se le confunda con el incienso. Pero bueno, entre tanto reloj callado tronaba un televisor furibundo transmitiendo telenovelas, y entre telenovela y telenovela las alharacosas noticias: que hoy mataron a fulanito de tal y anoche a tantosy a tantos. Que a fulanito lo mataron dos sicarios. Y los sicarios del apartamento muy serios. ¡Vaya noticia! ¡Cómo andan de desactualizados los noticieros! Y es que una ley del mundo seguirá siendo: la muerte viaja siempre más rápido que la información. –Antes, usted decía que las batallas las ganan las entrañas de un jefe. –Esteban -dijiste. Lo pregunté con sequedad, inamistosamente. no porque no fuera cierto; sino porque yo no había querido pensarlo. Un malestar que no tenía nada que ver con mi animal postcoito. Una sensación penosa, análoga a otra. Hacía doce años. Sólo que entonces llegué desde una cama a mi casa y le dije a mi padre: No voy a entrar en el Seminario; y pensé: Esteban Espósito abre la otra puerta, no la estrecha, y se mete dramáticamente en la adolescencia. Ahora salía de allí, y no me sentía dramático sino más bien con sueño. Al otro lado de la imagen de L'Etoile, por ejemplo, ella ha escrito unas pocas líneas enigmáticas encabezadas por el titulo «Diario de Viaje,,. Son éstas: «No debí llevarte a parís / esa ciudad era sólo mía / yo en parís soy todo lo que tengo / la próxima vez parís / te llevará a vos. y yo / me quedaré sola aquí / sin mí». Esas reflexiones te parecen superiores a lo que sabés de la mujer y suponés, por lo tanto, que las ha tomado de un libro. Las líneas que aparecen en el reverso de la postal de la Puerta de Alcalá son, en cambio, mis propias de su lenguaje corporal descuidado: «En el museo Reina Sofía / delante de un Dalí / abriste una carta de tu hija la enferma / Va a morir, me dijiste. Tengo que regresar / Yo estaba mal también. / Toda la tristeza del mundo / cayó sobre nosotros / y no paró de caen,. –No seas europeizante, Oribe -dijo Santiago-. Hay dos tipos básicos de argentinas. Las que quieren irse a Brasil y las que quieren irse a París. Yo de mi país no me muevo. Los cadáveres se devoran desde adentro, dijo el gusanito. O sea que he estado hablando. Seguramente ya te conté que mi madre me abandonó a los ocho años, seguramente ya te conté mis peores defectos transformándolos en patéticas o radiantes virtudes. Seguramente ya te hablé un poco de la locura y el suicidio. El diario, sin embargo, es lo de menos. Lo de más es la culpa que podrías sentir si te quedás. ¿No será mejor que viajés a Chicago? Maestro es ingenioso pero no organizado. Desconoce a la tropa, ignora cuál de los redactores se entera por el celular de lo que pasa en Olivos mientras almuerza en su casa con la familia. No se fía tampoco de los consejos de Sicardi. Vas a tener que darle una mano con las escaramuzas de mañana. Le sugerís que ponga a Remis tras las huellas del vice dimitente. Le dejás por escrito un detallado plan de operaciones: que a las ocho de la mañana lo encuentre en el café de la esquina de su casa, donde acostumbra tomar el desayuno; que siga paso a paso la escritura de la renuncia, el llanto de la esposa, las llamadas infructuosas desde Olivos tratando de disuadirlo, la conferencia de prensa en la que se despide, la soledad del hogar y la congoja de la gente. ¿Remis?, se extraña Maestro. ¿No estamos por echarla? Sí, y eso qué importa?, respondes. Lleva meses trabajando con negligencia y además robándonos. Mañana démosle la oportunidad de devolver lo que nos debe. Ocupate de que cumpla. Que Sicardi confirme de tanto en tanto si está en su puesto. Y no la dejés irse hasta que no hayas enviado al taller el último punto y aparte de la historia. Vos la quedas, Camargo, se atreve a decir Maestro. Hasta hace poco la seguías queriendo. Por eso mismo, contestás. Nunca permito que los sentimientos se mezclen con el trabajo. Todavía es útil. Sabe narrar con la destreza de Victoria Ocampo y es tan insidiosa como Patricia Highsmith. También es dañina. Abanicada su indiferencia por las palomas, ajeno a todo, más allá de las miserias humanas, seguía sobre su pedestal Pedro Justo Berrío, el viejo gobernador que gobernó a Antioquia por el tiempo inconcebible de cuatro años, un récord Guiness. Aquí lo usual es que duren meses; se tumban los unos a los otros en su rapiña, en su voracidad burocrática. Frente al prócer se alzaba en su desmesura idiota el tren elevado, el dizque metro, inacabado, detenido en sus alturas y convertido abajo en guarida de mendigos y ladrones. No lo han podido concluir, tienen años con él detenido: endeudaron a Antioquia para hacerlo y se robaron la plata. Hicieron bien: si no se la hubieran robado ellos se la habrían robado otros. Y al que no le guste la impunidad que no la respire, que siga su camino sin mirar, tapándose las narices. Unos roban y a otros los roban, unos matan y a otros los matan, así es esto. –De tu pueblo. –Quién es el joven peludo de la bandeja -pregunta. La señorita Cavarozzi está sentada a su lado. –¿Y por qué no las vendían? Siete Bastián seguía sentado. Me miraba torciendo la cara. Santiago le puso entre las manos la cantimplorita y fue hacia la puerta. Bastián no hizo un gesto. Sin dejar de mirarme, dijo: –No, chango; es algo mucho más profundo. –¿Juana de Arco? -pregunté con disgusto..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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¿QUÉ SACÓ DE TU TIEMPO DE SILENCIO HOY?

Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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