15 de enero de 2025
Comentario destacado
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Y ola. Que nombraron a no sé quién de no sé cuánto. Que fulanito se coludió con zutanito y menganito con perenganito. Que el presidente conminó. Que el alto funcionario declaró. Que el ministro de Obras obró. Ah, y que Fabito Puyo el hijo de Gilmiller, el consentido del presidente y la niña de los ojos de un ex presidente se alzó con mil millones de las Empresas Varias y las dejó en la ruina y a Colombia de paso sin agua ni electricidad porque se las vendió a Venezuela, se embolsó el dinero, y hasta el sol de hoy: que lo vieron en Alemania gastándose los costalados de billetes con las putas y sobornando ala Interpol. Ah, y que menganita aspira a la alcaldía de Manizales y perencejita a la gobernación del Valle y que las encuestas dicen que las van a elegir. Porque han de saber los desinformados que tras las siete plagas de Egipto en Colombia entraron a torear las mujeres. No contentas con llenarnos el mundo de hijos y el mar de pañales cagados, se dieron a quitarnos estas putas los putos puestos que con tan improbos esfuerzos hace doscientos años, a machete y sangre, con sudor y lágrimas, le habíamos quitado al español. Que si nosotros orinábamos parados ellas orinaban sentadas y también tenían derecho a aspirar. Vaciaban el inodoro, se subían los calzones, salían del baño, ¡y a saquear lo que quedaba de la res pública como cualquier funcionario de pipí! ineptas, ignorantas, lambonas, iban escalando estas rastreras la jerarquía burocrática como cucarachas subiendo una pared. Ya arriba una tal Emma, una ministra, la muy alzada, la soliviantada, aspiraba a la presidencia. ¿La vagina al poder? No lo podía creer. –El Cauca -comentó-. Anoche soñé que lo cruzábamos en el Studebaker por el puente viejo de La Pintada, y que él se nos lanzaba al agua. Debo confesar que empiezo a aburrirme. –Bien -dijo el Min del Int Inf, sentándose al Iado de mi cama-. Yo y el gobierno queremos que nos consideres amigos. Sí, amigos. Te hemos curado, ¿no es así? Te dimos el mejor tratamiento. Nosotros nunca quisimos que sufrieras, pero algunos sí lo quisieron, y todavía lo quieren. Y creo que sabes de quiénes hablo. Las cámaras del canal oficial observaban desde un helicóptero el desierto de Los Toldos, los caseríos de los indígenas y, a veces, las idas y vueltas de los fotógrafos bajo el sol despiadado. El locutor hablaba en voz baja y el tenue fondo musical era la suite número 3 de Bach.»El presidente se ha recluido en el pueblo más simbólico de la pampa argentina,, decía el locutor. «En la celda que le han asignado hay sólo un catre austero, una mesa de noche, un crucifijo y una jofaina para lavarse. A las diez de la mañana, después de rezar el rosario, le suplicó al abad que le permitiera amasar el pan junto con los monjes. Se admitió a unos pocos fotógrafos para que registraran la escena. Vean ustedes el documento que ya es histórico. El jefe del Estado argentino, con la camisa arremangada, hunde sus manos en la humilde parva de harina y agua salada. Luego ayudará a cocinar las hogazas y a repartirlas entre los habitantes más pobres de esta dulce tierra.» Camargo ocupa lo que aún queda de la mañana en llamar al jefe de redacción de El Heraldo y a los directores de los tres semanarios que sobreviven en Buenos Aires. Después de sortear los untuosos pésames por la muerte de Ángela, les informa que una de las redactoras principales de El Diario, Reina Remis, a quien todos ellos conocen, ha recibido sobornos de una línea aérea, quizá también de una cadena de hoteles, y ha manipulado información en beneficio de esas empresas. Se lo advertí más de una vez, dice Camargo con la voz contrita, y aun así reincidió. No he tenido otro remedio que despedirla. Estoyseguro de que tarde o temprano los va a llamar para pedirles trabajo. No creo que les convenga aceptarla, y a mí, para serles franco, me ofenderla que lo hicieran. –Que está haciendo acá -preguntó la mujer, alarmada al principio, pero luego, al ver su aspecto de infinita diversión, contagiada también por su risa-. ¿De qué se ríe? Continuando nuestro camino me contó Darío que el muchacho solía de vez en cuando irse con él al cielo entre una nube de marihuana en su apartamento, y que todo había marchado bien hasta esa ocasión en que después de un año de no verse y de no probar el pobrecito la inefable, al volverla a probar se enloqueció, y tomando elcuchillo de la cocina, de la cocina de su propia víctima, el asesino se lo quiso despachar tal cual estaban, desnudos ambos en cuerpo y alma. Tras la cuchillada fallida, Darío, que por entonces iba al gimnasio y se hallaba en inmejorable forma, lo pudo dominar; le quitó el cuchillo y lo sacó enpelota a la escalera. Después por la ventana que daba a la calle le tiró la ropa. En plena calle, en pleno barrio de La Perseverancia que miraba, se vistió el angelito, con ese pelito suyo cortado casi al rape de los soldados que me encanta, o mejor dicho me encantaba, nos encantaba, in illo tempore. –No entiendo. Es… –¡Grñññññ! -gruñía la tigra hembra. Los pequeños altavoces de mi estéreo estaban todos dispuestos alrededor del cuarto, en el techo, las paredes, el suelo, de modo que cuando me acostaba en la cama paraslusar la música, estaba como envuelto y rodeado por la orquesta. Lo que primero deseaba escuchar esa noche era el nuevo concierto para violín, del norteamericano Geoffrey Plautus, tocado por Odiseo Choerilos con la Filarmónica de Macon (Georgia), de modo que lo saqué del estante, conecté y esperé, y entonces, hermanos, llegó la cosa. Oh, qué celestial felicidad. Estaba totalmentenago mirando el techo, lagolová sobre lasrucas , encima de la almohada, losglasos cerrados, larota abierta enéxtasis,slusando esas gratas sonoridades. Oh, era suntuoso, y la suntuosidad hecha carne. Los trombones crujían como láminas de oro bajo mi cama, y detrás de migolová las trompetas lanzaban lenguas de plata, y al Iado de la puerta los timbales me asaltaban las tripas y brotaban otra vez como un trueno de caramelo. Oh, era una maravilla de maravillas. Y entonces, como un ave de hilos entretejidos del más raro metal celeste, o un vino de plata que flotaba en una nave del espacio, perdida toda gravedad, llegó el solo de violín imponiéndose a las otras cuerdas, y alzó como una jaula de seda alrededor de mi cama. Aquí entraron la flauta y el oboe, como gusanos platinados, en el espeso tejido de plata y oro. Yo volaba poseído por mi propio éxtasis, oh hermanos. Pe y eme en el dormitorio, al Iado, habían aprendido ahora a noclopar la pared quejándose de lo que ellos llamaban ruido. Yo les había enseñado. Ahora tomaban píldoras para dormir. Tal vez advertidos de la alegría que yo obtenía de mi música nocturna, ya las habían tomado. Mientrasslusaba , losglasos firmemente cerrados en eléxtasis que era mejor que cualquierBogo desynthemesco, entreví maravillosas imágenes. Eranvecos yptitsas , unos jóvenes y otrosstarrios, tirados en el suelo y pidiendo a gritos piedad, y yosmecaba con toda larota y descargaba la bota sobre loslitsos. Y habíadébochcas desgarradas ycrichando contra las paredes, y yo me hundía en ellas como unaschlaga , y cuando la música, que tenía un solo movimiento, llegó a su total culminación, yo, tendido en mi cama con losglasos bien apretados y lasrucas tras lagolová, sentí que me quebraba, yspataba, y exclamaba aaaaah, abrumado por eléxtasis. Y así la bella música se deslizó hacia el final resplandeciente. –Para qué estar despierta, digo yo. Este mundo es sólo maldad y sufrimiento, sufrimiento y maldad. –No tenemos teléfono -dijo ladébochca-. Lo siento, pero no tenemos. Tendrá que ir a otro lado. -Del interior de la casita se podíaslusar el clac clac clac claquiti clac clac de unveco que dactilografiaba, y entonces el ruido se interrumpió y se oyó lagolosa delcheloveco que decía:- ¿Qué pasa, querida? –¿Qué significa todo esto? -pregunté, porque casi no podía creer lo que llegaba a misucos-. Hermanos, fueron ellos los que me atacaron. Ustedes no querrán ayudarlos, no pueden. No puedes, Lerdo. Fue unveco con quien jugamos una vez en otraépoca, y ahora ha buscado unamalenca venganza después de tanto tiempo. Es que la vida es así, cosa grave, parcero. Por eso vuelvo y repito: no hay que andar imponiéndola. Que el que nazca nazca solo, por su propia cuenta y riesgo y generación espontánea. Apuntalado en una precaria legitimidad electorera, presidido por un bobo marica, fabricador de armas y destilador de aguardiente, forjador de constituciones impunes, lavador de dólares, aprovechador de la coca, atracador de impuestos, el Estado en Colombia es el primer delincuente. Y no hay forma de acabarlo. Es un cáncer que nos va royendo, matando de a poquito. –Yarboclos -dijo el Lerdo, burlándose-.Yarboclosbolches para ti. No tenías ningún derecho. Te pelearé con la cadena, elnocho o labritba cuando quieras. No me sorprenderás contolchocos inesperados, y ya verás entonces. –¡Uf! Llevo más de doscientos treinta, perdí la cuenta. Pasé. Descargué la maleta en el piso y entonces vi a la Muerte en la escalera, instalada allí la puta perra con su sonrisita inefable, en el primer escalón. había vuelto. Si por lo menos fuera por mí… ¡Qué va! A este su servidor (suyo de usted, no de ella) le tiene respeto. Me ve y se aparta, como cuando se tropezaban los haitianos en la calle con Duvalier..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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