15 de enero de 2025
Comentario destacado
Mers assignment
–Ah, pequeño 6655321, siéntate. -Y a loschasos: -Esperen afuera,¿quieren? -Y eso hicieron. Luego me habló con aire de mucha sinceridad, y me dijo: -Quiero que comprendas una cosa, muchacho, y es que no tengo nada que ver en todo esto. Si hubiese servido de algo habría protestado, pero no servía. No sé si entre aquellas casitas campesinas que quedaban estaba la del pesebre, o sea, quiero decir, la del pesebre más hermoso que hayan hecho los hombres desde que se estableció la costumbre de armar en diciembre nacimientos o belenes para conmemorar la llegada a esta mísera tierra a un establo, auna pesebrera, del Niño Dios. Todas las casitas campesinas de la carretera, desde que salíamos caminando de Santa Anita hacia Sabaneta tenían pesebre, y abrían las ventanas de los cuarticos que daban al corredor delantero para que lo viéramos. Pero ningún pesebre más hermoso que el de la casita que digo yo: ocupaba dos cuartos, el primero y el del fondo, llenos de maravillas: lagos con patos, rebaños, pastores, vaquitas, casitas, carreteritas, un tigre, y arriba de la montaña, en lo más alto, la pesebrera en la que el veinticuatro de diciembre iba a nacer el Niño Dios. Pero estábamos apenas a dieciséis, en que empezaba la novena y en que hacíamos los pesebres, y faltaban exactamente ocho días para el día, la noche, más feliz. Ocho días de una dicha interminable en espera. Cuáles ideas nunca supe, ¡pero qué maravilla! Y la nostalgia de lo pasado, de lo vivido, de lo soñado me iba suavizando el ceño. Y por sobre las ruinas del Bombay presente, el casco de lo que fue, en una nube desflecada, rompiendo un cielo brumoso, me iba retrocediendo a mi infancia hasta que volvía a ser niño y a salir el sol, y me veía abajo por esa carretera una tarde, corriendo con mis hermanos. Y felices, inconscientes, despilfarrando el chorro de nuestras vidas pasábamos frente a Bombay persiguiendo un globo. Con su aguja gruesa una vitrola en la cantina tocaba un disco rayado:"Un amor que se me fue, otro amor que me olvidó, por el mundo yo voy penando. Amorcito quién te arrullará, pobrecito que perdió su nido, sin hallar abrigo muy sólito va. Caminar y caminar, ya comienza a oscurecer y la tarde se va ocultando…" Y los ojos se me encharcaban de lágrimas mientras dejando atrás a Bombay, para siempre, volvía a sonar a tumbos, en mi corazón rayado, ese "Senderito de Amor" que oí de niño en esa cantina por primera vez esa tarde. Y qué hace sin embargo que volvía con Alexis por esta misma carretera, agotándose instante por instante en la desesperanza nuestro imposible amor… Víctor se apoyó contra el marco de la puerta (lo que tenía más cerca) y vi el dolor y el pasmo reflejados en su cara. Era amigo de papi desde antes de que yo naciera, y en los ¡res y ven¡res de sus vidas, de sus largas vidas, ni la sombra de una desavenencia había empañado su entrañable amistad. Tuvieron juntos una finca, La Solita, y un periódico, El Poder. Dos fracasos, y se explica en tratándose de caballeros, pues el éxito es prerrogativa de granujas. No sé por qué le pusieron a su periódico semejante nombre que designa el más grande embeleco de cuantos le han llenado su cabecita ventajosa y roma al hombre, siendo que ellos eran gente de bien y ese señuelo infame lo más lejano de sus ilusiones, que se iban cabalgando por los potreros de La Solita entre terneras y vacas, con el sol en la cabeza y con el viento en la cara, yuna botellita de aguardiente en las alforjas. El poder, inocentes, en Colombia no está en un potrero: está en el solio de Bolivar o silla de la ignominia donde sientan, en ese país sin remedio, sus liberales o conservadores culos los presidentes, nuestra roña. Tampoco sabía qué quería. Incluso la música que me gustabaslusar en mimalenca guarida era la que antes me habría hechosmecar, hermanos.Slusaba másmalencas canciones románticas, lo que llamanLieder, sólo unagolosa y un piano, muy tranquilas y tiernas, muy diferente de cuando todo eranbolches orquestas y yo me tumbaba en la cama entre violines, trombones y timbales. Algo estaba ocurriendo en mi interior, y yo me preguntaba si sería alguna enfermedad o si lo que me habían hecho aquella vez estaba trastornándome lagolová y me iba a volver realmentebesuño. –Vos estudiaste Filosofía y Letras, ¿no? Lo decía siempre sonriente, con voz acariciante. Si calculé que mi cigarrillo lo había apaciguado o sorprendido, no tenía la menor idea de la clase de tipo que era. A nuestro alrededor se había hecho una especie de vacío de campana de vidrio. La señorita Cavarozzi pareció volatilizarse en el airebalsámico del parque, perdiendo alguna pluma. Hubiera jurado que la vi allá arriba, espulgándose con su piquito en la rama de un árbol. –¿Qué me dices de un delicioso vaso de algo que nos saque el frío, eh Alex? -propuso Toro. No estábamos lejos delDuque de Nueva York.Los otros dos dijeron sí sí sí con la cabeza, pero todos me miraron paravidear si eso estaba bien. Estuve de acuerdo, así que hacia alláiteamos. Dentro del antro esperaban aquellasstarriasptitsas o harpías obábuchcas que recordaréis del principio y todas empezaron con lo de «Buenas noches, muchachos, Dios os bendiga, chicos, no hay mejores muchachos que vosotros», esperando que nosotros dijéramos: «¿Qué vais a tomar, chicas?» Toro hizo sonar elcolocolo y acudió un camarero frotándose lasrucas en el delantal grasiento. -El dinero sobre la mesa,drugos -dijo Toro sacando un tintineante montón dedengo-. Escocés para nosotros y lo mismo para las viejasbábuchcas,¿eh? –Bajá y hacéme un jugo de naranja. –Un médico de Rosario me lo advirtió hace unos días. Parece que tengo un hígado diamantino y soy inmune a la diarrea. Pero puede afectarme los sesos. De cualquier modo, nunca me emborracho antes de las cinco de la tarde. Ni uso trajes marrones. Como el duque de Edimburgo. Y vos podrías hacer lo mismo. -Me puse la camisa. -En realidad, nunca me emborracho. –¿Y esto qué es? -me preguntó Darío cuando le quise hacer tomar la primera capsulita. Minutos después escampó y el sol se dio a sorberse los charcos del jardín, a beber agua sucia. Indecisos como gallina timorata que da un pasito, otro, otro entrando en casa ajena, chorreaban los últimos goterones de la lluvia de las ramas del mango y el ciruelo. ¿Caigo, o no caigo? ¿Caigo o no caigo? –Limpia no. Eso no es cierto. Si tu alma estuviera limpia no habrías vuelto a acostarte conmigo. Me traicionaste a mí primero, después traicionaste al otro. –Me distraje -agregué..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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