15 de enero de 2025
Comentario destacado
Logo assignment
Ahora había que hacer una buena acción, que era un modo de gastar un poco de dinero, cosa de tener más de un incentivo paracrastar una tienda, y también de prepararnos de antemano una coartada; de modo que fuimos todos alDuque de Nueva York,en la calle Amis, y por supuesto allí se habían refugiado tres o cuatro viejasbábuchcaspiteando café y menjunjes pagados con bonos AE (Ayuda del Estado). Ahora éramos losmálchicos bondadosos, que saludaban sonrientes a todo el mundo, pero las viejas y arrugadas harpías comenzaron a agitarse, les temblaban las viejasrucas venosas y los vasos salpicaban las mesas con sus menjunjes. -Déjennos tranquilas, muchachos -dijo una de ellas, la cara con más líneas que un mapa-, no somos más que unas pobres viejas. -Pero nos contentamos con mostrar la dentadura, flash, flash, flash, nos sentamos, tocamos la campanilla y esperamos que viniese el camarero. Cuando apareció, todo nervioso y frotándose lasrucas en el delantal grasiento, le pedimos cuatro veteranos: una mezcla de ron y jerez muy popular entonces, y que algunos preferían a la canadiense, con un chorrito de lima. Le dije al camarero: –Lo único de valor es él. El espíritu santo de la improvisación la iluminó en ese instante. Salió del reclinatorio no hacia la derecha, donde habría tropezado con los monjes, sino hacia el lado opuesto. Caminó velozmente tras los escaños, llegó al altar y, luego de una veloz reverencia a la imagen de san Benito, se arrodilló ante el abad. Supo que sería imprescindible decirle: «Le traigo este mensaje de la dama protectora», insinuando que el sobre contenía dinero. Fue aún mejor lo que le dictó el instinto: «Bendígame, padre. Vine a traer estas palabras de allá arriba». «¿Usted es la prima de Europa?», preguntó el abad. Reina no tuvo tiempo de contestar. Al advertir que sucedía algo fuera de su control, Maestro se abalanzó, tratando de arrebatar el mensaje: «¿Me permite, monseñor, me permite?». «De ninguna manera», se defendió el fraile, sepultando el sobre en uno de los pliegues de su hábito: «En este templo es sagrado todo lo que nos envía nuestra madrina». –Es mayorcita ya. En noviembre cumple treinta y uno. Vos entonces hablaste demasiado fuerte o te reíste sin motivo y yo busqué de reojo en las mesas vecinas la cara de un adolescente sombrío parecido a Snoopy. No la vi. Pero eso no significaba nada. El tono de tu voz o de tu risa estaba unido como por un hilo invisible a la rigidez de tu cuerpo, en el Calicanto, a tu cintura cuando cruzábamos la calle. En alguna zona, eran la misma cosa. Me di vuelta. Hasta me puse de pie. Camargo ordenó a los editores que olvidaran las fotos. No quería golpes bajos que deslucieran la inesperada historia del depósito bancario. Tres cronistas salieron volando a confirmar lo que Pimenta Neves les había dicho. Y aunque era improbable que el presidente replicara en persona, sus voceros no podrían quedarse callados. Cuando las imágenes empezaron a llegar desde Brasil, Camargo advirtió que la información sería irrefutable: estaban no sólo el cheque del depósito con la firma infantil de Juan Manuel Facundo, el estado de la cuenta, la boleta con la orden de transferencia al Uruguay y laselocuentes imágenes de la orgía, sino también varias poses del chico, captadas por las cámaras del banco, mientras hacía las transacciones en la oficina del gerente. Enzo Maestro llamaría de un momento a otro para detener ese aluvión. Va a izar la bandera blanca antes de las seis, pronosticó Camargo. Y lo mismo y con aproximadas palabras se preguntaban en mi casa: Había en las afueras de Medellín un pueblo silencioso y apacible que se llamaba Sabaneta. Bien que lo conocí porque allí cerca, a un lado de la carretera que venía de Envigado, otro pueblo, a mitad de camino entre los dos pueblos, en la finca Santa Anita de mis abuelos, a mano izquierda viniendo,transcurrió mi infancia. Claro que lo conocí. Estaba al final de esa carretera, en el fin del mundo. Más allá no había nada, ahí el mundo empezaba a bajar, a redondearse, a dar la vuelta. Y eso lo constaté la tarde que elevamos el globo más grande que hubieran visto los cielos de Antioquia,un rombo de ciento veinte pliegos inmenso, rojo, rojo, rojo para que resaltara sobre el cielo azul. El tamaño no me lo van a creer, ¡pero qué saben ustedes de globos! ¿Saben qué son? Son rombos o cruces o esferas hechos de papel de china deleznable, y por dentro llevan una candileja encendida que los llena de humo para que suban. El humo es como quien dice su alma, y la candileja el corazón. Cuando se llenan de humo y empiezan a jalar, los que los están elevando sueltan, soltamos, y el globo se va yendo, yendo al cielo con el corazón encendido, palpitando, como el Corazón de Jesús. ¿Saben quién es? Nosotros teníamos uno en la sala; en la sala de la casa de la calle del Perú de la ciudad de Medellín, capital de Antioquia; en la casa en donde yo nací, en la sala entronizado o sea (porque sé que no van a saber) bendecido un día por el cura. A él está consagrada Colombia,mi patria. Él es Jesús y se está señalando el pecho con el dedo, y en el pecho abierto el corazón sangrando: góticas de sangre rojo vivó, encendido, como la candileja del globo: es la sangre que derramará Colombia, ahora y siempre por los siglos de los siglos amén. –¿Y aquí? Cuando traté con Alexis de levantarlo para sacarlo del agua descubrí que el perro tenía las caderas quebradas, de suerte que aunque lo sacáramos no había esperanzas de salvarlo. Un carro lo había atropellado y el animal, arrastrándose, había logrado llegar a la quebrada pero se había quedado atrapadoen sus aguas al intentar cruzarla. ¿Cómo iba a poder salir de allí herido, destrozado, si se nos dificultaba a nosotros sanos? Los bordes de cemento que encauzaban el arroyo le impedían salir. ¿Cuánto llevaba allí? Días tal vez, con sus noches, bajo las lluvias, a juzgar por su deterioro extremo. ¿Habría tratado de volver acaso, herido, a su casa? ¿Pero es que tendría casa? Sólo Dios sabrá, él que es culpable de estas infamias: Él, con mayúscula, con la mayúscula que se suele usar para el Ser más monstruoso y cobarde, que mata y atropella por mano ajena, por la mano del hombre, su juguete, su sicario. –No puedo callarme y hablar más bajo -dijiste-. Esa Graciela es la que no existe. –Mirad,drugos, escuchad me -dije-. Por alguna razón esta noche no estoy bien de humor. No sé por qué o cómo, pero así es la cosa. Vosotros tres salid por vuestra cuenta esta noche y yo me quedo fuera. Mañana nos encontraremos en el mismo lugar y hora, y espero estar mucho mejor. Sí señor. La lucha implacable es a muerte, esta guerra no deja heridos porque después se nos vuelven culebras sueltas. No señor. –Abre esas ventanas, Darío, para que salga esta humareda que ya no me deja pensar. Elveco me miró, hermanos, como si no hubiera pensado en eso, y de todos modos no tenía mucha importancia comparado con la Libertad y toda esacala, y me miró sorprendido porque había dicho lo que dije, como si pensara que yo era egoísta porque quería algo para mí. Luego contestó: -Oh, como ya te dije, eres una prueba viviente, pobre muchacho. Termina el desayuno y ven a ver lo que escribí, porque aparecerá enLa Trompeta Semanalcon tu propio nombre, infortunada víctima. –¿Te parece? Acá no hay principio ni fin. En este país siempre parece que está por pasar algo terrible, y no pasa. Todo va a seguir igual, ya vas a ver. Por fin, te veo llegar. Antes de que te sientes, me pongo de pie. Mientras recorría las calles oscuras y bastardas de invierno después deitear delmesto de té-y-café,videé visiones parecidas a esos dibujos de lasgasettas. Alex, Vuestro Humilde Narrador, regresaba a casa del trabajo para cenar un buen plato caliente, y unaptitsa acogedora lo recibía amorosamente. Pero no conseguíavidearlo, hermanos, ni imaginar quién podía ser. Sin embargo, tuve la profunda certeza de que si entraba en la habitación próxima a aquélla donde ardía el fuego y mi cena caliente esperaba sobre la mesa encontraría lo que realmente deseaba, y de pronto todo cuadró, la fotografía recortada de lagasetta y el encuentro con Pete. Porque en esa otra habitación, en una cuna, mi hijo gorjeaba gu gu gu. Sí sí sí, hermanos, mi hijo. Y sentí unbolche agujero dentro de miploto, que me sorprendió incluso a mí. Comprendí lo que estaba sucediendo, oh hermanos míos. Estaba creciendo..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

¿Por qué no te comprometes a tener devociones diarias con nosotros todos los días de este año? Regístrate al final de la página para recibirlas en tu correo electrónico todos los días. ¡Deja que Dios haga algo especial en tu vida! 

¿QUÉ SACÓ DE TU TIEMPO DE SILENCIO HOY?

Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

  • Te llegará por correo electrónico diariamente o una vez a la semana, según elijas.
  • Le llevará a través de la Biblia en 6 años, frase por frase o tema por tema.
  • Llega a ti en pequeños fragmentos de unos pocos versículos cada día.
  • Podrás elegir cualquier versión de la Biblia que quieras leer con un solo clic.
  • Después de leerlo puedes escribir tus pensamientos y aplicaciones si así lo deseas.
  • Luego puedes hacer clic en mi comentario que incluye una explicación sencilla del contenido, una ilustración práctica y una aplicación personal.
  • Hay una página de oración y alabanza de los misioneros que cambia semanalmente.
  • Hay un versículo para memorizar semanalmente que corresponde con lo que estás leyendo.
  • Hay un lugar donde puedes escribir tus pensamientos o hacer preguntas diariamente.

Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

Continuar