15 de enero de 2025
Comentario destacado
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Empecé a bajar la escalera, lento y silencioso, admirando en el descensograsñas imágenes de otros tiempos -débochcas con pelo largo y cuello alto, cosas del campo conárboles y caballos, el santoveco barbado todonago colgando de la cruz. Había unvono realmente mohoso a gatitos y a pescado y a polvostarrio en estedomo, diferente de lo que se olía en los edificios de viviendas. Y cuando llegué a la planta baja pudevidear el cuarto iluminado del frente, donde ella había estado sirviendomoloco a loscotos y lascotas. Más, pude ver las grandesscotinas bien rellenas que iban y venían ondulando la cola y como frotando el piso con la barriga. Sobre un arcón de madera, en el vestíbulo oscuro, había una bonita ymalenca estatua que brillaba a la luz de modo que decidícrastarla para mí: era unadébochca delgada y joven, de pie sobre unanoga con lasrucas extendidas; en seguida vi que era de plata. De modo que la tenía en la mano cuando me metí en el cuarto iluminado, diciendo: -Ja, ja, ja. Al fin nos encontramos. Nuestra brevegoborada por el agujero de las cartas no fue, digamos, satisfactoria,¿sí? Reconozcamos que no, oh ciertamente no lo fue, hedionda ystarria viejafilosa. -Tuve que frotarme los ojos cuando vi el cuarto y a la viejaptitsa . Habíacotos ycotas por todas partes, yendo y viniendo sobre la alfombra, y mechones de pelo amontonados, y lasscotinas gordas eran de diferentes formas y colores, blanco, negro, moteado, jengibre, carey, y también de todas las edades, así que había cachorritos que jugaban, y gatos crecidos, y otros realmentestarrios y de muy mal carácter. La dueña, la viejaptitsa, me miró agresiva como un hombre, y dijo: El tío Patricio no esperaba algo así. Nadie lo esperaba. Lo curioso, pensó Esteban, es que yo tampoco. En el silencio que siguió le pasé revista al cuarto de papi, a la biblioteca, al volado inspeccionándolo todo, y todo estaba igual, tal y cual él lo había dejado. Como no fuera la eternidad con sus primeras capas de polvo, nadie en el tiempo transcurrido había tocado nada. Ahí seguían sus libros en la biblioteca, sus papeles en el escritorio del volado, sus trajes en el closet de su cuarto. Esos trajes modestos suyos marca Everfit de los tiempos de antes, que eran los que usaba en Colombia la gente honorable. ¡Pero cuánto hace que esa raza idiota desapareció de allí! Por eso hoy nadie en el país de Cacousa trajes Everfit: ni los rateros de adentro del Congreso ni los de afuera. Calculo que ya hayan cerrado la fábrica. Te miré caminar. –Ceca -dijo. –Todos conocen al pequeño Alex y a susdrugos. Nuestro Alex ya es un chico bastante famoso. Hija era de su papá, mi abuelo, que economizaba gasolina así: al llegar a la bajada de El Poblado le apagaba el motor al carro, a su Hudson 1946, y con el impulso que traía de Envigado más la fuerza de gravedad pretendía llegar hasta el centro de Medellín, a treinta cuadras por entre un tráfico pesado de peatones y carros. ¿Que se le atravesaba un peatón? Peor pa él. No frenaba ni por el Putas, que ya dije quién es. Un día atropelló a dos albañiles y una monja. La monja quedó descaderada, los albañiles no sé. El impulso residual del carro de mi abuelo se transformó en el calor residual de lasparrillas de la Loca. Camargo hizo rodar hacia atrás su sillón unos centímetros y puso los pies sobre el escritorio: su pose preferida para pensar. Necesitaba estrategias nuevas de investigación. O un golpe de dados que fecundara el azar. ¿Por qué no buscar al tipo que filmó el video? El video había llegado a manos del diputado opositor enun sobre anónimo, y los agentes de inteligencia del gobierno no habían conseguido rastrear al responsable. Quizás en la embajada de Estados Unidos supieran algo, pero si el video se había filtrado desde allí -como suponía Camargo-, nadie soltada la lengua. Los editores tomaban notas afanosas en sus libretas, y los televisores, a sus espaldas, repetían las mismas historias: soldados de la República Popular China entrando en Hong Kong, el culo de Salma Hayek, neumáticos cruzados en la ruta 9, cerrando el acceso a la ciudad de Salta. Apoyaste los codos en la mesa, pusiste las manos abiertas una a cada lado de mi cara, y me obligaste a mirarte a los ojos. –¿Y este piquito qué es? –Yarboclos -dijo el Lerdo, burlándose-.Yarboclosbolches para ti. No tenías ningún derecho. Te pelearé con la cadena, elnocho o labritba cuando quieras. No me sorprenderás contolchocos inesperados, y ya verás entonces. –¿A qué debo este notable placer? ¿Algo anda mal, señor? Había llegado instantáneamente, como a través de un sueño. Un sueño exasperado y barroco, uno de esos sueños poblados de imágenes indescifrables que se olvidan súbitamente al despertar. "Una señorita preguntó por usted." Como un perro que al salir del agua se sacude frenéticamente en todas direcciones, al ver la cara regordeta del hotelero traté de organizar este nuevo aspecto del mundo a mi alrededor. Este hombre se llamaba Ripul. Era bajito y tenía manos de bebé enorme. Usaba unos pantalones extraordinarios, muy anchos en la cintura. Lo que unido al hecho de sujetárselos con tiradores causaba la molesta impresión de imaginarlo colgado. O de que alguien lo hiciera flotar tironeándolo desde arriba con un mecanismo sujeto a la entrepierna. Daba un poco de miedo. Como si Humpty Dumpty estuviera a punto do transformarse en Peter Lorre. Susurraba. "Una señorita preguntó por usted", dijo. Como si acabara de almorzar algodón. Una señorita, por mí. Hacía unos minutos que nos habíamos separado en la esquina del Colegio Monserrat. Era imposible, o por lo menos bastante improbable, que hubieras venido a buscarme a un hotel que no conocías. Que me gane la lotería. Apoyaste la cucharita sobre el plato. Cuando todo estuvo en orden, arrimaste hacia mí la taza como quien ha iniciado algo importantísimo y ahora alienta al otro a que lo termine victoriosamente. –¿En esto? Y como se percatara la hijueputica, la asesina, la cínica, de que yo estaba armando un «vareto»:.

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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¿QUÉ SACÓ DE TU TIEMPO DE SILENCIO HOY?

Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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