15 de enero de 2025
Comentario destacado
Irma rojas resume writer
Durante un rato, tomando mate, evocamos la vida del internado. "Loúnico que me quedó", diría él, "las tres cosas que se heredan de una buena educación religiosa, ponerme los pantalones como vos, debajo de la colcha, un latín pésimo, y esa forma rara de ateísmo que consiste paradojalmente en cagarse en Dios a cada rato." Con cuidado registré esa idea; me ofendió un poco que no fuera mía. Casi le confieso que yo había estado a punto de ingresar en el Seminario, pero me arrepentí y le propuse salir a la calle. Me habría resultado difícil explicar por qué Stefano, el Casto, renunció una noche al dulce lignum, dulce clavos, dulce pondus sustinet. Yo quería ser santo. Y antes, Papa. Hubo años salvajes en la espantosa jungla africana hasta que Roma me llamó e integré el Colegio de Cardenales. Mi celda de la meditación en los días temblorosos de la fumata, a la muerte del Santo Padre, se tiñó con lacerada sangre de mi cintura. Finalmente, yo, primer pontífice argentino y el nonagésimo nono de la Iglesia, el último, humildísim amenté me ceñía la diadema y heredaba la Tiara. Papa habemus, Satana! Abrís la ventana y lo que te salta al cuello son los ruidos atroces de la ciudad, televisores, ómnibus, ambulancias: la salvaje mierda humana. La noche te pesa tanto que te sentís como un buey arrastrándola, te agobia el cuerpo, la penumbra, la fiebre, la conciencia de un tormento que vaya a saberpor qué está en vos cuando debería estar en ella. ¿Qué hacés así, vestido, aún con la corbata y la camisa con puños de gemelos? Te desprendés con furia de esos estorbos y tu propia imagen te sorprende en el espejo. No hay verdad en las apariencias, ya lo sabías, porque ni la más fiel delas imágenes repite el pasado, el alma ni la incandescencia de lo que está reflejando. El ser que estás viendo ahora no sos vos, porque a la figura del espejo le falta la mujer. Ella debería estar allí arrastrándose a tus pies, implorando piedad, suplicando que no la abandones, doctor Camargo, ni le devores el pensamiento. No, no la dejes: un día va a devolverte todo lo que te ha quitado. Pero ya no la oís, es tarde para seguir oyéndola. Implacable, alzás tu pie y le aplastás la cabeza. –En este caso no es un deseo. Es una necesidad, una urgencia. O si querés que sea más clara, es una fatalidad. Ay abuela, si me oyeras, si vivieras, si supieras en lo que se han convertido mi vida y este país y esta casa, ya ni nos reconocerías. En mi cuarto escueto en que la noche empantanada no avanza, mirando por entre las tinieblas sin ver, miro el sillón vacío de la abuela, el sillón en que la abuela se sentaba a oír correr las horas cuando el abuelo se murió y ya no tuvo aliciente para seguir viviendo y se quedó mirando al techo. ¡Aliciente! La palabra es suya, de ella, y también ya se murió. Se murió y ni nos dimos cuenta. Dos de los senadores que habían asistido al funeral divisaron a Camargo desde la puerta de La Biela e hicieron el ademán de acercarse a la mesa. Camargo alzó una mano y, sin mirarlos, les dio a entender que no lo molestaran. Ella te respondió, con soltura: –No -dije-. Pero una vez vi un mamboretá. Un mamboretá comiéndose una mariposa. Verde y esquelético, parecía comulgar. Se la comía con una parsimonia que helaba la sangre. Era casi sagrado. Yo estaba más o menos a dos centímetros. Tienen la cabeza como una esmeralda muerta. De golpe giró sus ojitos de marciano en el extremo del pescuezo y me miró. Y eso también. Los únicos vehículos del Gran Salto que hay en tu oficio son las frases. La única cosa que debes aprender es a distinguir las mías de las tuyas. Las hermosas frases de las otras. Considerado a la luz de este axiomaEl Quijotees una frase más larga, más armoniosa, menos mortal, que la frase prohibido escupir en el suelo. Acertar con una o con la otra. Eso es lo que distingue a un genio de un ferretero higiénico. Aún te incomoda el tema de Reina Remis: es el invisible campo de espinas que ni Sicardi ni vos se atreven a franquear. ¿Algo más se le ofrece, doctor Camargo? ¿Nos olvidamos de Remise, tal vez?, te pregunta, obsequioso, allanando el terreno. Debed as agradecerle porque más de un vaso capilar ensu nariz habrá sucumbido a la tensión. Remis, lo corregís, acentuando con fuerza la primera sílaba. Se llama Reina Remis. Ya sabe usted que ha traicionado al diario. Esa aerolínea, Fleet, le ha pagado un soborno. No queda otra salida que despedirla, Sicardi. Y si fuéramos más despacio, doctor Camargo?, se alarma él. ¿Si le llamamos la atención con suspensiones escalonadas? Despedirla de un día para otro nos saldrá carísimo. acaso tenemos pruebas de esos pagos? Más caro sale retenerla, Sicardi. Actúe. No se extravíe en pruritos legales. Hasta hace un momento, nada. –No digás blasfemias, muchacho. –Está sorda. Nunca dije doce. Dije dos. Reina se quedó de pie. No sabía de qué necesitaba defenderse pero se defendió: Abrís la ventana y lo que te salta al cuello son los ruidos atroces de la ciudad, televisores, ómnibus, ambulancias: la salvaje mierda humana. La noche te pesa tanto que te sentís como un buey arrastrándola, te agobia el cuerpo, la penumbra, la fiebre, la conciencia de un tormento que vaya a saberpor qué está en vos cuando debería estar en ella. ¿Qué hacés así, vestido, aún con la corbata y la camisa con puños de gemelos? Te desprendés con furia de esos estorbos y tu propia imagen te sorprende en el espejo. No hay verdad en las apariencias, ya lo sabías, porque ni la más fiel delas imágenes repite el pasado, el alma ni la incandescencia de lo que está reflejando. El ser que estás viendo ahora no sos vos, porque a la figura del espejo le falta la mujer. Ella debería estar allí arrastrándose a tus pies, implorando piedad, suplicando que no la abandones, doctor Camargo, ni le devores el pensamiento. No, no la dejes: un día va a devolverte todo lo que te ha quitado. Pero ya no la oís, es tarde para seguir oyéndola. Implacable, alzás tu pie y le aplastás la cabeza. –Un buen caldillo con pimienta -dijo Santiago-. Y medio litro de vino de Mendoza, que da sueño. Te despenas con otro caldillo, que da sed. Y otro medio litro. Y así,sine termino.Una especie de carrera de Aquiles y la tortuga a la criolla. Me despedí de El Difunto reconfortado por sus palabras aunque a la vez inquieto por la perspectiva insidiosa de que al Ñato, y en general al ser humano (pues a juzgar por su maldad sin duda era eso), lo pudieran matar dos veces. ¿Podía eso ser? Por la preocupación se me olvidó preguntarle al Difunto por sus vacaciones en La Costa. ¿Vacaciones de qué?.

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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¿QUÉ SACÓ DE TU TIEMPO DE SILENCIO HOY?

Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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