15 de enero de 2025
Comentario destacado
Instant essay writer
Abanicada su indiferencia por las palomas, ajeno a todo, más allá de las miserias humanas, seguía sobre su pedestal Pedro Justo Berrío, el viejo gobernador que gobernó a Antioquia por el tiempo inconcebible de cuatro años, un récord Guiness. Aquí lo usual es que duren meses; se tumban los unos a los otros en su rapiña, en su voracidad burocrática. Frente al prócer se alzaba en su desmesura idiota el tren elevado, el dizque metro, inacabado, detenido en sus alturas y convertido abajo en guarida de mendigos y ladrones. No lo han podido concluir, tienen años con él detenido: endeudaron a Antioquia para hacerlo y se robaron la plata. Hicieron bien: si no se la hubieran robado ellos se la habrían robado otros. Y al que no le guste la impunidad que no la respire, que siga su camino sin mirar, tapándose las narices. Unos roban y a otros los roban, unos matan y a otros los matan, así es esto. Darío era un inconsciente desaforado. Desde hacía mucho que tiró ese estorbo a la vera del camino, volando su Studebaker destartalado de bache en bache entre nubes de polvo, mientras a los lados de la carreterita torcida, torcida como sus intenciones, saltaban pollos y mujeres embarazadas a un charco. Corriendo después el tiempo y el río, para encauzar tanta vitalidad descarriada metieron en cintura al San Carlos y lo pusieron a mover una central hidroeléctrica, llegándole a sacar tal cantidad de megavatios, que con la sola luz que él producía había de sobra para alumbrar a Colombia, que es el doble de España y el doble de Francia. ¡Ay, el San Carlos, cómo lo quise! Era un río hermoso, luminoso, y godo como nosotros, o sea del partido conservador. –¡Ah! -replica Gloría tranquilizada-. Si te llamó es que está vivo, y si está vivo es que está otra vez borracho bebiendo: con cualquier puta. –Ah, no -dijo el doctor Cantilo-. Yo estuve realmente detenido. –Señor -respondí con voz cansada. No entendí muy bien de quégoboraba con ese asunto de las cuentas, porque sentirse mejor después de estarbolnoyo es asunto de uno, y nada tiene que ver con cuentas. El doctor Branom se sentó, muy amable ydrugo, en el borde de la cama, y me dijo: Pasando elDuque de Nueva York,en dirección al este, se levantaban edificios de oficinas, luego lastarria y carcomidabiblio y elbolche edificio llamado Victoria, seguramente por alguna victoria; y luego se llegaba a las casasstarrias de la llamada ciudad vieja. Aquí se levantaban algunos de los antiguosdomos realmentejoroschós , hermanos míos, habitados porliudosstarrios, viejos coroneles ladradores armados de bastones y viejasptitsas enviudadas y damas sordasstarrias aficionadas a los gatos y que, hermanos míos, no habían sentido el toque de ningúncheloveco en todos los días de la purísimachisna . Y en esas casas había, es cierto,veschesstarrias que valían dinero en el mercado turístico: cuadros y joyas y otrascalasstarrias de la misma clase, de laépoca anterior al plástico. Así que nos acercamos discretamente aldomo llamado Manse, y afuera había focos de luz sobre postes de hierro, como guardando los dos costados de la entrada, y también una luz más penumbrosa en uno de los cuartos de abajo, así que buscamos un lugar oscuro en la calle para mirar por la ventana dentro de la casa. Esta ventana tenía barrotes de hierro, como una prisión, pero pudimosvidear claramente lo que pasaba adentro. Momir se inquieta cuando recibe los documentos. El pasaporte para una y el pasaje para otro son inútiles por sí solos. Así no era el trato, te dice, o suponés que te dice. Así son todos los tratos, le respondés: voy a darte el resto cuando cumplas con tu parte. Eso no es una respuesta. –En serio -dijiste. ¿Por qué decías en serio? ves. Tiene que haber algo más en algún lugar del departamento, ahora que lo piensa, porque ella se ha comportado de un modo extraño en los últimos días. Sus gestos ante el espejo han sido más morosos, más insinuantes, y a veces camina de un cuarto a otro distraída, como si se hubiera perdido a s(misma. Si hay algo, tiene que estar en el escritorio: fotos, copias de cartas, recortes de revistas, allí guarda todo lo que podría delatarla. Además, no se le cruza por la cabeza la sospecha de que estén espiándola. Se siente a salvo. Fuera de la empleada de la limpieza, nadie más entra en la casa. La mujer ha preservado ese espacio para ella sola y no recibe visitas. Habría que averiguar si el aislamiento es voluntario, si de veras está contenta así o sólo finge. Un gentío se agolpaba afuera contra la valla de alambre de gallinero que cercaba el lote esperando entrar. Yo pasé ante los guardias de la caseta de entrada sin mirar, volviéndome a mi esencia, a lo que soy, el hombre invisible. Seguí a una antesala. Por sobre el llanto de los vivos y el silencio de los muertos, un tecleo obstinado de máquinas de escribir: era Colombia la oficiosa en su frenesí burocrático, su papeleo, su expedienteo, levantando actas de necropsias, de entradas y salidas, solícita, aplicada, diligente, con su alma irredenta de cagatintas. Mis ojos de hombre invisible se posaron sobre las "Observaciones" de una de esas actas de levantamiento de cadáver, que habían dejado sobre un escritorio: "Al parecer fue por robarle los tenis -decía-, pero de los hechos y de los autores nada se conoce". Y pasaba a hablar de heridas de la vena cava y paro cardiorespiratorio tras elshock hipovolémico causado por la herida de arma cortopunzante. Pero no creo que sea una imagen justa de la vida humana. –Quiero eso color guinda -dijo-. El otro también. -Volvió a tu lado y te ofreció uno de los vasos..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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