15 de enero de 2025
Comentario destacado
How to write a profile essay
A mi regreso a Colombia volví a Sabaneta con Alexis, acompañándolo, en peregrinación. Alexis, aja, así se llama. El nombre es bonito pero no se lo puse yo, se lo puso su mamá. Con eso de que les dio a los pobres por ponerles a los hijos nombres de ricos, extravagantes, extranjeros: Tayson Alexander, por ejemplo, o Fáber o Eder o Wílfer o Rommel o Yeison o qué sé yo. –Le ruego que nos acepte una última sugerencia, doctor. En la oficina de personal tenemos un revólver Taurus calibre.38, sólo por precaución, para situaciones como la que usted acaba de explicarnos. El certificado de compra, el permiso a nombre de los ejecutivos de El Diario: todos esos requisitos están en orden. Acepte llevar el revólver con usted, por las dudas. Si lo hace, vamos a sentirnos más seguros. Lo que sigue, dijo Lalo, es una total carnicería. Esteban dijo que no entendía por qué el apellido de Verónica era Solbaken. "Porque el abuelo nunca tuvo tiempo de reconocer legalmente al hijo de Aasta, a Manuel Martín, que viene a ser el padre del padre de mi padre." O sea que el abuelo era en realidad tu tatarabuelo, dijo Esteban. "Chocolate por la noticia", dijo Verónica. Y ahora, dijo Esteban, una pregunta que no tiene nada que ver con la historia nacional. –En su casa. Me dijo algo sobre un acto de clausura en la Universidad o en el Observatorio. Que vos sabías todo, que me dejaba en tus manos. ¿Qué quiso decir? Sí sí sí, eso era. La juventud tiene que pasar, ah, sí. Pero en cierto modo ser joven es como ser un animal. No, no es tanto ser un animal sino uno de esos muñecosmalencos que venden en las calles, pequeñoschelovecos de hojalata con un resorte dentro y una llave para darles cuerda fuera, y les das cuerda grrr grrr grrr y ellositean como si caminaran, oh hermanos míos. Peroitean en línea recta y tropiezan contra las cosas bang bang y no pueden evitar hacer lo que hacen. Ser joven es como ser una de esasmalencas máquinas. La mujer se acaricia la curva trasera de las rodillas y, volviéndose hacia el espejo, explora con dificultad algo que ha llamado la atención de su tacto: tal vez la súbita erupción de una verruga o la sombra de una várice. Ese gesto introduce una mudanza inesperada en la rutina, y Camargo no quiere perder el menor movimiento. Hubo una pausa. –Bueno bueno bueno bueno bueno. ¿Qué pasa, viejodruguito? -Parece que nadieponimó eso, pero alguien me dijo congolosaáspera: –Con todo respeto, señor, me opongo firmemente a lo que acaba de decir. Señor, no soy un delincuente común, ni soy repugnante. Los otros pueden ser repugnantes, pero no yo. –Ese hombre, el colombiano, ya no me importa. Tenía obsesión por las naranjas desde que papi compró La Cascada, una finca que sólo producía esas frutas odiosas, y a la cuerda se le metió entonces en la cabeza que teníamos que ser autosuficientes y «economizar» desayunando, almorzando y cenando naranjas. –En la vida todo va y viene, Reina. Cada vez que te sucede una felicidad, debés esperar una desdicha. Y al revés: no hay desgracia, aparte de la muerte, que no se arregle con alguna felicidad. Esta mañana me desperté con la ilusión de verte. No estabas. A pesar de eso, respiré con alegría el polvo del campo, tomé café, fui a ver unas colmenas. Cuando venta para Buenos Aires, mi mujer me llamó por el celular desde Traverse City, en Michigan, cerca de los lagos. Tengo hijas mellizas, ¿sabés?: trece años. La abuela vive cerca de ahí, en el lago Torch, y las mandó llamar porquele dio un infarto y creyó que iba a morir. Contra todos los vaticinios, ha sobrevivido. Pero a una de las mellizas, Ángela, le descubrieron una leucemia. Hacía ya tiempo que se quejaba de cansancio y dolor de huesos. Ayer por la mañana, me dijo Brenda -mi mujer se llama Brenda-, Ángela estaba jugando con unos pájaros que la vieja tiene sueltos en el granero. Dos zorzales aletearon, rozándola en los brazos, y en seguida estuvo llena de hematomas, derrames. La llevaron al hospital de Traverse City y le hicieron análisis de sangre y de médula. El patólogo dio la alarma esta mañana: leucemia mieloblástica. Aunque se salve, aunque entre en remisión -como se dice-, la pobre Ángela va a tener toda la vida esa espada sobre la cabeza. El examen para ver si portábamos en el torrente sanguíneo, entre tanta vitalidad desviada, el bichito solapado del sida nos lo hicimos juntos la víspera de uno de mis viajes a México, uno de tantos que he hecho entre el país de la coca y el país de la mentira, y en los que se debate desde hace mucho mi vida, de aquí para allá, de allá para acá, como pelota de pingpong, yendo y viniendo, jugando contra sí mismo mi destino. Nos lo hicimos y yo partí y se me olvidó el asunto. Recuerdo que como tantas otras veces él me acompañó al aeropuerto. El cielo que nos mira desde arriba vive tan enojado como los cristianos de abajo, y cuando se suelta este loco a llover es a llover, con una demencia desbordada. Arroyos torrentosos empezaron a saltar por las escaleras de cementó como cabras locas deshalagadas y a confluir en ríos por las desbarrancadas calles. Me hice a un lado para que el ríotromba que bajaba atronando, atrabancado, atropellando, pasara y no me llevara. íbamos para el mismo lado, para abajo, pero yo sin tanta prisa. Y mientras el loco frenético de arriba se despanzurraba de la ira, nadie en las desiertas calles de las comunas., Ni un alma, ni un asesino. Y ni un alero tampoco para guarecerme en tantas casas miserables, mezquinas, construidas con el egoísmo del sálvese quien pueda. Lo que más detesto en el mundo es que me cuiden. Estuve a punto de decírtelo pero sentí que era absurdo. Iba a estropear estúpidamente la noche. No iba a estropearla: ya estaba estropeada. Hasta ese momento no había notado la repugnante cara del mozo que nos atendía. Cara de gestapo, pensé. Y esas pinturas en las paredes, por favor. Y yo acá jugando al alma atormentada con Graciela Oribe alta de manos bizantinas, a la que le gustaba caminar de noche descalza junto al mar, lectora de Teresa de Ávila y de la pequeña Lulú, devota de Bob Dylan y de Mozart, que quería ser yo, que quería ser Bernardette, y después Monelle y seguramente todas sus hermanas, las pequeñas rameras. Y mientras yo estoy acá, miles de chicos caquécticos en el norte del país, ahí nomás, cruzando Córdoba. Y el mozo de mierda ese, qué mira. Lo que pasó de inmediato estaba previsto. Detrás de mí comenzaron a levantar sillas y a apilarlas sobre las mesas. Nos estaban echando. Pero sobre todo a mí. Pedí un whisky, pedí la cuenta y pagué. Puesto que eran casi las tres de la mañana había que irse, y si eran casi las tres de la mañana no existía ninguna razón para que una niña de familia de veinte años, si es que tenías veinte años, anduviese fuera de su casa con un desconocido. A menos que esté bastante acostumbrada a llegar con cualquiera a cualquier hora. Sin contar, ahijadito, que habernos sentido Francisco de Asís lamedor de chancros gracias al inesperado bálsamo de la niñez caquéctica argentina, nos revelaría para nuestros adentros no carecer de cierto fangoso y más que regular cinismo. –¡Eh, carajo, ustedes si no sirven ni pa calentar un café! Me lo trajeron hirviendo. ¿Qué van a hacer sin mí cuando me muera? Me lo dijo a mí. ¿Estaba loco?.

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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