15 de enero de 2025
Comentario destacado
How to write a personal essay about yourself
Cuatro años han pasado desde el análisis, y henos ahora aquí en este jardín de esta casa, en la placidez de esta hamaca rememorando, echándole cabeza a ver quién lo pudo contagiar, por el muy humano deseo de saber, de saber quién fue el que te mató. Descartada como fuente de contagio la comunión, quedaban los parias de la Terraza Pasteur de la Carrera Séptima de Bogotá, país Colombia, planeta Marte. ¿Pero cuál? ¿Cuál entre diez o mil o diez mil? –Va a coordinar a todos los editores, Reina. Es un buen tipo. Tenés la mala costumbre de juzgar a la gente antes de conocerla. –Así son las cosas, Reina -dijo Camargo-. A veces los sacrificios de la inteligencia valen menos que un golpe de suerte. Cuando me desperté pudeslusar música que atravesaba la pared, de verasgronca , y eso fue lo que terminó de despertarme. Era una sinfonía que conocía realmentejoroschó pero no habíaslusado durante muchos años, la Tercera Sinfonía delveco danés Otto Skadelig, una pieza muygronca y violenta, sobre todo el primer movimiento, justo lo que estaban tocando ahora.Slusé unos dos segundos, interesado y gustoso, y de pronto todo se me vino encima, empezó el dolor y la náusea, y el gemido me salía de lo más profundo de lasquischcas. Y ahí estaba yo, que tanto había querido la música, arrastrándome fuera de la cama y gimiendo oh oh oh, y después bang bang bang en la pared, mientrascrichaba: -¡Basta, basta, paren eso! -Pero siguió, y parecía que más fuerte. Y yo seguí golpeando la pared hasta que me quedaron los nudillos todos pelados y manchados decrobo rojo rojo, ycrichaba ycrichaba, pero la música no paraba nunca. Entonces pensé que tenía que escapar, así que salí delmalenco dormitorio y fuiscorro a la puerta de entrada, pero la habían cerrado con llave por fuera y no conseguí salir. Y mientras tanto la música se hacía cada vez másgronca, como si tuvieran la intención de torturarme, oh hermanos míos. De modo que me metí los dedos en losucos, hasta el fondo, pero los trombones y los timbales resonaban bastantegroncos. Así que lescriché otra vez que parasen y otra vez golpes y golpes y golpes en la pared, pero no conseguí nada.- Oh, ¿qué puedo hacer? -jujujué para mí mismo-. Oh,Bogo del Cielo, Señor, ayúdame. -Recorría todas las habitaciones, queriendo escapar del dolor y las náuseas, tratando de no oír la música y sintiendo el gemido que me venía de las tripas, y entonces, arriba de la pila de libros y papeles y de toda esacala que estaba sobre la mesa, vi lo que tenía que hacer y lo que yo había querido hacer hasta que me lo impidieron losvecos de labiblio pública y después el Lerdo y Billyboy disfrazados demilitsos, y lo que yo había querido hacer era eliminarme,snufar, desaparecer para siempre de este mundo perverso y cruel. Lo que vi fue elslovo MUERTE en la tapa de un folleto, aunque sólo se trataba de las palabras MUERTE AL GOBIERNO. Y como si hubiera sido el Destino había otro folletomalenco que mostraba una ventana abierta en la tapa, y decía: «Abra la ventana al aire fresco, a las nuevas ideas, a un nuevo modo de vivir». Y entonces comprendí que era como decirme que acabase todo saltando. Tal vez un momento de dolor, y después el sueño para siempre siempre siempre. –Mire -dijo la señorita Etelvina-. Diga de una vez todo lo que tiene que decir y déjese de pensar cosas sucias. A usted le parece mal que Facundito sea eso. Momento en el que por alguna razón me sentí perfectamente bien. De los muertos que cargaba Alexis en su conciencia (si es que tenía) cuando nos conocimos, yo no soy culpable. De los de este niño, los suyos propios, tampoco. Allá ellos con sus muertos que de los que aquí tenemos compartidos ustedes son testigos. Le dije a Wílmar que en mi opinión ya no tenía objeto seguir en Medellín, que esta ciudad no daba para más, que nos fuéramos. ¿Que para dónde? Para donde fuera. El mundo no se acababa aquí, era bien grande. –Camargo, Camargo, ¿de dónde has sacado eso? –Bueno -dijo Santiago-. Las langostas suelen comer de todo. Mientras uno esté sobrio y la cosa esté realmente ahí… La noche anterior había visto una larga fila de monjes en la ciudad del pasado con la que soñaba siempre. Le gustaba pasear por esa ciudad parque sabía orientarse en ella como si jamás hubiera conocido otra. Puentes, pasajes, mercados ruinosos que flotaban a la deriva en grandes lagos de sal, relojes que marcaban la misma hora eterna: ciudad sin árboles y sin fin, con un sol sucio y noches claras como el día. En las calles del centro se abrían unas cavernas que eran -Camargo lo sabía- hoteles, celdillas iluminadas por velas de cera espesa. A uno de esos hoteles estaban entrando los monjes. Los vio, eran miles, mientras la luna caía en el horizonte de la ciudad como una pelota, y él corría entre astillas de luz a ponerla otra vez en su sitio. Los monjes cantaban en sordina y su ronroneo no lo dejaba en paz. Estaba empujando a la luna por un puente de madera cuando lo despertó el celular del diario. Eran las dos y media o las tres. Brenda dormía en la cama de al lado, boca arriba, la cara cubierta por una repugnante crema de almendras. Aún ignoraba que su madre empezaba a morir al otro extremo del mundo, aún ignorabas vos, Camargo, todo lo que estaba muriendo aquella noche. El celular insistía. Tardó en reconocer la voz del editor nocturno, deshilachada por el cansancio. Y llegó la mañana en que me desperté y tomé el desayuno de huevos, tostadas y jalea, ychai con leche muy caliente, y entonces pensé: -Ya no falta mucho. Debo de estar cerca del final. Sufrí el máximo, y no puedo más. -Y esperé, esperé, hermanos, que laptitsa enfermera trajese la jeringa, pero no apareció. Y en eso llegó elsubveco de chaqueta blanca, y dijo: –Yo no estaría tan seguro. La gente que enviamos ahí sigue con las manos vacías. Nadie puede acercarse a la entrada de esa fortaleza. La dama benefactora llamó al abad y le anunció que vas al oficio de Vísperas. Me hizo prometer que no vas a preguntarle nada a nadie, que si abrís la bocasólo va a ser para rezar. Tiene pendiente un préstamo para maquinarias agrícolas y no quiere pleitos con el gobierno. Si me lo hubiera dicho antes, no te había mandado. –Llegaste tarde -dije-. Eso se llamaMozart y Salieri,y lo escribió Puschkin..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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