15 de enero de 2025
Comentario destacado
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–¿Qué decías acerca del pecado, eh? –Qué soldaditos. ¡Ay, socorro! A mí se me hace tan ridículo pedir socorro. Será porque así se llamaba una sirvienta que tuvimos, Socorro, sucia y desdentada de tanto fumar y echar humo por la chimenea negra de hollín de su boca. La puerta se abrió del todo, y vi una luz cálida y un fuego que hacía cracl cracl cracl. -Entre -dijo elveco-, no importa quién sea. Dios lo asista, pobre víctima, y veamos qué le pasa. -Entré tambaleándome, y esta vez, hermanos, no representaba una escena, porque me sentía realmente acabado. Esteveco bondadoso me pasó lasrucas por losplechos y me llevó al cuarto donde ardía el fuego, y entonces comprendí en seguida por qué elslovo HOGAR sobre la entrada me había parecido tan familiar. Miré alveco yél me miró con bondad, y entonces lo recordé bien. Por supuesto, él no podía recordarme, porque en aquellos tiempos yo y mis supuestosdrugos hacíamos todas nuestrasbolchesdratsadas, juegos ycrastadas con máscaras que eran disfraces realmentejoroschós. Era unveco más bien bajo, de mediana edad, treinta, cuarenta o cincuenta años, y llevabaochicos .- Siéntate al Iado del fuego -dijo-, y te traeré un poco de whisky y agua caliente. Dios mío, alguien estuvo golpeándote con verdadera saña. -Y me echó una mirada compasiva a lagolová y ellitso. La luz del contestador indica que no hay mensajes. Levanta el tubo para verificar si las líneas funcionan y marca, impaciente, el 113, donde una voz monótona solfea las respiraciones del tiempo: once horas, dieciséis minutos, cuarenta segundos. ¿Qué pasa? ¿No tendría Germán que haberse despertado? Deberla insistir. Hasta hace apenas dos días se comunicaban con fluidez, al primer intento. Una vez más, al otro lado, salta la máquina irritante. «Amor, amor», le dice. Siente un estremecimiento recóndito en la voz y suspira, para tranquilizarse. «Estoy en casa, esperando que me llames. No puedo viajar a Río. ¿Oíste bien? No puedo. Me harías feliz si, en cambio, nos encontráramos en Buenos Aires. Te necesito. Te quiero» –Excelente -crichó este doctor Brodsky-. Está yendo muy bien. Una más y hemos terminado. Hacía las cinco de la mañana sonó el teléfono y contesté, desde este lejano país ajeno: era él, para explicarme que ya le habían entregado los resultados del análisis. –Juicio, ¿eh? -me dijo o le dije al despedirnos, él a mí o yo a él, ¡qué más da si de todos modos no íbamos a hacernos caso! Mientras una belleza furibunda a mí me trataba de acuchillar aquí, una belleza furibunda a él lo trataba de acuchillar allá. Es lo mismo. Fidelidad. Fidelidad fanática, hasta la muerte. Lealtad al signo primordial regidor de la cabeza y del fuego. Todo lo que no tenga que ver con esto, vaderretro, evade el recto destino combustible de tu estirpe. Coexisten, en tu tipo astral, dos Esteban: el superior y el otro, el deleznable. Y como es obvio, amén de redicho, en ese microcosmos paradojal nosotros gobernamos al Esteban superior; él, el elegido para las tareas luminosas, es quien va a casa de Verónica, sonríe cuando no debe, irradia frescura cuando le arden las zonas del sentimiento y, para darte un ejemplo lastimoso de esto último, decide leer alcamarada Lenin en vez de armar una bomba casera, cuando descubre que Josefa Bartolotti lo que tiene es hambre. Él huye por las escaleras en calzoncillos, no honra al padre ni a la madre, codicia mujer e ideas ajenas, no ama a su prójimo ni mucho menos a sí mismo, se olvida de santificar sus propias fiestas, sus efemérides, motivo por el cual deja plantada a la niña de Plaza Irlanda junto a un alegórico relieve, añorando sus anillitos. No interrumpas. Me refiero al impuro, humano, vivo, contradictorio Esteban con antorcha. Porque el artista, fíjate bien, el artista, para sobrevivir en este mundo y en el que se avecina, ha de poseer una fuerte dosis de inmoralidad. De ahí lo de la falta de principios. Inmoralidad -y empleo nomenclaturas a nivel burgués para facilitarte la comprensión jesuíta de conceptos cuyo sentido, en los hechos, te resulta desde antiguo familiar- inmoralidad, o quizá amoralidad, que si bien permitirá a un gran artista obtener espléndidos resultados en la construcción de una catedral en homenaje a la Sagrada Familia, pongo por caso, y no al azar, le impedirá en cambio no ya salvar el alma, que para eso nunca hizo falta la divertida gente del subsuelo, sino también fundar una. –Subamos -dijo Camargo-. El piso es el octavo. VIII –¿Cómo? -preguntó Camargo. Casi le confieso que su sonrisa se parecía a la de mi padre cuando recordé la otra sonrisa, junto al Calicanto. Nací en el año de la Nova Hércules, el 27 de marzo de 1935. Aries. Eran las ocho de la noche. Escorpio. Signo de fuego y sexo, nuevamente oh, incurable. Cuidado con los golpes en la cabeza. No le falta más que la túnica, el zodíaco atrás y esa especie de juguete enorme, el universo, con planetas y círculos. Urba. Doctor Urba. ¿Usted se golpeaba a menudo, mijito?, no lo dijo pero lo oí, y él ponía ojillos con elle, rendijas o ranuras de alcancía, muy tipo Doktor Urba Herr Proffesor und Privatdocent Urba. Y el otro, ¿quién será? Cherubini. Padre Custodio Cherubini. ¿y por qué habla de esa manera? Pero el hecho es que sí me golpeaba a menudo y que la cabeza cada día me duele más, como si me barrenaran el cráneo o como si quisieran arrancarme algo con una gran pinza de dentista, tirando hacia abajo para desarraigar una muela gigantesca y podrida. Quizá los fórceps. Salí todo machucado, mamá, resistiendo heroicamente hasta último momento, conmigo no podrán hijos de puta. Al menos te habrá dolido bastante, grandísima atorranta. Llámame tía y cuidadito con decirle nada a tu padre. Y creo que me daba cuenta, por supuesto que me daba cuenta, si ahora me doy cuenta es porque entonces ya me daba cuenta. Nadie recuerda lo que no recuerda. Complicidad infantil, protoalcahuetería. Estebancito Celestina de siete años traidor a la causa del gran Sandokán, su padre, con quien sin embargo navegaba de noche por la Rada de Batavia, recuerdo su voz profunda leyendo al abordaje mis tigres, voto a bríos, entre el tronar de los arcabuces y las espingardas, sin saber él que yo la llamaba tía y que el avión aquel me lo regaló un señor. Perdón, papá. ¿Quién será Bríos? Hace unos días soñé con ella, venía caminando de espaldas desde el fondo de un pabellón. De espaldas pero con la cabeza vuelta hacia mí. No fue un buen sueño. Tenía un guardapolvo con un número o una letra, que yo veía claramente pero que no podía leer. Un alfabeto de manicomio. Sus ojos, sobre todo. El lago del corazón del que hablaba Dante no está en el corazón, está en los ojos. Yo creo que la locura se hereda. En el fondo me gusta la idea. No seré noble pero vivan las taras familiares. Blasón no, ley de herencia. El menor peligro que se corre jugando a ser loco, llegar a serlo. Fiksler también jugaba, algún día ir a visitarlo al Neuropsiquiátrico y escribir sobre la cordura de don Jacobo. Sólo que por qué jugaba. El famoso demonio de la perversión, chueco jorobadito ladino que hace leer a Artaud, al viejo Poeta, a Nerval: hacete el loco que te queda lindo. Mi madre con sus enormes ojos opacos, como cuando de noche se sentaba de golpe en la cama y me decía Esteban, tuve un presagio. ¿Qué es presagio? Una premonición, un anuncio: ellos están cerca, vienen hacia acá, me van a llevar. Y yo pensaba quién va a hacerme el café con leche por la mañana, mamá. Pensar eso era el miedo. De mañana era buena, madre-diurna, hacía caricias, contaba historias, decía que las soñaba. Y una mañana no estaba más, zas, pensé, se la llevaron, pero mi primo Julio dijo se piante con un tipo y empezamos a rodar por el patio de baldosas, caí de cabeza pero igual le gritaba retirá lo dicho. Laura estaba mirando. Sucia carroña, gritaba yo. Me parece que uno ya viene con la literatura puesta. Anankee. Las estrellas inclinan pero no determinan. Como el materialismo histórico. Santo Tomás pensaba algo parecido, el futuro de los pecadores está bajo el dominio de los astros, sólo los pecadores tienen destino. Idea rara. Algo puede haber, sin embargo. Como la influencia de la Luna sobre las mareas, algo así; o sobre las cosechas. ¿Las mujeres? Por ejemplo. Lógico: astro lógico. Mira a van Gogh, multicolor imbécil, loco ariano desorejado babeándose gritando imposible imposible. O Baudelaire. He cultivado mi histeria con regocijo y terror, ¿cómo seguía?, y hoy nosecuánto de nosequemés de nosequéaño he sentido pasar sobre mí el viento del ala de la imbecilidad. Ahí tenés lo que se llama un presagio. Bach también de Aries, pero manso. De todas maneras uno se tiene que ir dando cuenta. Al principio debe ser algún tartamudeo. O enojarse por cualquier estupidez. O ver algo que no está. Las voces, eso es lo raro. Hace unas noches, en Rosario, en esa casa de Fisherton. Pero fue de dormir poco, y del botellón de whisky que tomamos en esa casa. Había un médico pelirrojo, pelitieso y peligroso. Parecía un fósforo recién encendido. Su apellido era fácil, significaba algo que se parecía a él, raro que no me acuerde. Nunca vi a nadie tomar tanto, creo que tenía una cuestión personal conmigo. Cantaba bien. No tan raro, ya que cuando salí de esa casa yo no sabía ni mi propio nombre. Como esta mañana. La cuestión es que lo oí claríto. Pactemos. Y me desperté, en la bañadera. Además no estaba dormido ni eran voces. Era como pensar con fuerza, como si ahora pienso: Pactemos. ¿Qué? El asunto de los pájaros ya es un poco más divertido, el cansancio hace oír pájaros. Trinos. Pajaritos en la cabeza. Signo, señal. Indicio y dato. Humo y fuego. Y emprendía veloz carrera el niño por el corredor de la finca Santa Anita a darse de cabezazos contra el piso, cerca de unas atónitas azaleas. ¡Tan! ¡Tan! ¡Tan! contra las duras, frías baldosas. XVII Vos habías dicho que no. –Pobre Ethel -dice Verónica-. La primera vez, y a su edad. Al otro día lo sabía todo Jujuy. Pedile a Santiago que te lo cuente..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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¿QUÉ SACÓ DE TU TIEMPO DE SILENCIO HOY?

Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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