15 de enero de 2025
Comentario destacado
How to submit an assignment on blackboard
–Bueno, señor, por los caños llegó la noticia de que entró irregularmente una partida de cocaína, y de que el centro de distribución se instalará en una celda del bloque 5. -Imaginé todo mientras caminábamos, como había hecho otras veces, pero elchaplino de la prisión se mostró muy agradecido y dijo: -Bien, bien, bien. Se lo comunicaré a Él mismo -así se refería siempre al director. Luego dije: –Te dije que no quería empezar esta historia para que no nos hiriéramos. No hay nadie en mi vida, Camargo, nadie. sería mejor que tampoco estuvieras vos. Muchacho, rugiente tiburón del paraíso Todos los noticieros exhibieron imágenes del rescate. En un mar sin viento, bajo la luna radiante, los buzos recuperaron los restos del avión antes de la medianoche. No les fue tan fácil encontrar el cadáver del piloto, que apareció flotando a la madrugada del lunes, treinta kilómetros mar adentro, sin nada que lo identificara. –¿Qué conseguiste,bratito ?¿Algo grande, para ti solo? -Estasdébochcas jovencitas tenían su propio modo degoborar .-¿El Paraíso Diecisiete? ¿Luke Sterne? ¿Goggl y Gogol? -y las dos largaron esas risitas, meneándose y balanceándose. Entonces se me ocurrió una idea, y la angustia y el éxtasis casi me voltean, oh hermanos míos, de modo que durante unos segundos no pude respirar. Reaccioné, y les dije mostrando los subos blancos y brillantes: Salimos del hotel e ingresamos en la Historia. Nos recibieron cúpulas coloniales, fachadas veteadas de barroco, campanas fundidas hace tres siglos en Talavera de la Reina, veredas angostísimas sobre las que resonaron las botas y los pies descalzos de la Independencia, claro que había que seleccionar: saltearse elart nouveaude la Plaza España y la fórmica de las pizzerías. Nos quedaba algo más de una hora para la reunión en la Ciudad Universitaria. Santiago habló: su tonada era bella, musical. Yo pensaba en vos. No me cabía la menor duda de que estarías allá, y esta certeza, la sensación de libertad que me causaba ir postergando a mi antojo nuestro encuentro, me hizo sentir bien. Una especie de inmortalidad. Hasta el cielo había adquirido, de pronto, una discreta palidez otoñal. Odio el sol. Y muchas veces he pensado si esto del sol no es el símbolo un poco demasiado evidente de enemistad que se manifiesta en toda mi vinculación con la naturaleza, enemistad o ex amistad, ya irreconciliable, cada día más remota, entre ciertas cosas al estado puro y yo. Nunca he podido saber, por ejemplo, cómo se las arregla la gente para soportar el contacto de la arena en una playa, de las ramitas que se hunden en la piel, del aire, que los poetas llaman brisa pero que sólo una o dos veces en la vida normal de un ser humano sopla con tanta perfección como para no ser, o demasiado fuerte, o más bien tórrido, o francamente helado. Puedo entender y por decirlo de algún modo hasta gozar de una tormenta, de la furiaque le recuerdo al río de mi infancia, su espanto de arrancar embalses e inundar las islas; hay algo salvaje y hermoso en todo eso; pero cómo es posible resignarse a la incomodidad de unas ortigas entre los pantalones, del polvo en los ojos, de las piedritas que se meten dentro de los zapatos. Nosé si me explico. Y de cualquier modo no tiene nada que ver con lo que quería decir. Porque esa mañana, caminando con Santiago por las calles de Córdoba, el sol pálido, el aire, me hicieron el efecto de una ablución purificadora. Como de un campanario al que el día espanta (o posterga) sus murciélagos, se me volaron de la cabeza todas las ideas sombrías de la noche anterior. Traté de no pensar en la escena, que ahora juzgaba imbécil, de nuestra despedida. Necesitaba verte, hablar largamente con vos, confesarte unas cuantas cosas que, lo sentí de golpe, se me estaba haciendo muy tarde como para que volviera a confesarlas nunca. Lo sentí, pero por el momento no quise investigar qué significabamuy tarde,no, al menos, mientras me alegraran como entonces los hechos más triviales: un chico que pasó ululante, golpeándose el culo e inventando un vertiginoso aparato de correr que era un Centauro o un cacique. Me gustó una cúpula. Le agregué miriñaques y antiguas señoritas de un tranvía que pasaba, inmemorial y destartalado.Hoy: Hace un año en.Y comprendí que toda esa fiesta no era tanto la mañana en sí misma como la curiosa idea de que, con el tiempo, yo iba a recordar melancólicamente esa mañana. Con el borde de la cobija entre los dientes, comencé a ponerme los pantalones debajo de las sábanas. Santiago seguía atentamente mis movimientos. Canturreó: –Cómo qué más. Te parece poco un elefante. –Nunca dije eso. -Santiago se pasó con cansancio la mano por la frente. Yo sentí que estaba comenzando a suceder algo que por algún motivo me excedía, algo malsano y en cierto modo injusto. -Nunca en mi vida empleé la palabra literato. Si dije algo, dije el poeta. O el artista. O el hombre. Y dije que se justifica por lo que hace, sólo que ni él sabe lo que hace. Y seguramente hablé de la belleza, a nosotros nos gusta mucho hablar de la belleza. Y de la felicidad. Y dije que todo lo demás son chauchas. Los escribanos se resistieron a leer el testamento hasta que se despejara el salón Embajador, pero los móviles de la televisión estaban decididos a que los actos póstumos del ex presidente fueran tan poco solemnes como habían sido los de su vida. El suegro fumador quería marcharse de una vez, por lo que el jefe de los escribanos, acatando esa urgencia, abrió el sobre lacrado que contenía el documento. La sombra vertiginosa del suicida se posó por un instante sobre nosotros y, en vez de infundirnos pavor, nos preparó para una revelación alevosa. La tuvimos. Con una voz de impropia monotonía, el escribano anunció que la fortuna del ex presidente ascendía a trescientos ochenta y nueve millones seiscientos veintiséis mil dólares en propiedades, depósitos en bancos europeos y caribeños, acciones de la bolsa, bonos al portador y empresas confiadas a testaferros, en vez de los modestos dos millones ochocientos mil dólares que había declarado como único capital al dejar el gobierno. «Yo sabia, yo sabía», se oyó decir a la primera esposa. «Muria como vivió, engañándonos a todos.» Si la memoria no me falla (que tal vez sí), ya conté que en el fondo de la casa, sobre terreno del jardín, ese chambón de Alfonso García, familiar nuestro, nos había construido dos cuartos para estirar el espacio: unos cuarticos exiguos, mínimos, como de casita de muñecas fabricada por Argemiro, con sus bañitos. En uno de ellos me instalé para estar cerca de Darío, quien a juzgar por la infinidad de remedios que se amontonaban sobre un escritorio ocupaba el otro: antiácidos, antibióticos, antipiréticos, antiparasitarios, antiputasmadres, antilinflamatorios, antimicóticos… –¿El mismo qué? Abrís la ventana y lo que te salta al cuello son los ruidos atroces de la ciudad, televisores, ómnibus, ambulancias: la salvaje mierda humana. La noche te pesa tanto que te sentís como un buey arrastrándola, te agobia el cuerpo, la penumbra, la fiebre, la conciencia de un tormento que vaya a saberpor qué está en vos cuando debería estar en ella. ¿Qué hacés así, vestido, aún con la corbata y la camisa con puños de gemelos? Te desprendés con furia de esos estorbos y tu propia imagen te sorprende en el espejo. No hay verdad en las apariencias, ya lo sabías, porque ni la más fiel delas imágenes repite el pasado, el alma ni la incandescencia de lo que está reflejando. El ser que estás viendo ahora no sos vos, porque a la figura del espejo le falta la mujer. Ella debería estar allí arrastrándose a tus pies, implorando piedad, suplicando que no la abandones, doctor Camargo, ni le devores el pensamiento. No, no la dejes: un día va a devolverte todo lo que te ha quitado. Pero ya no la oís, es tarde para seguir oyéndola. Implacable, alzás tu pie y le aplastás la cabeza..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

¿Por qué no te comprometes a tener devociones diarias con nosotros todos los días de este año? Regístrate al final de la página para recibirlas en tu correo electrónico todos los días. ¡Deja que Dios haga algo especial en tu vida! 

¿QUÉ SACÓ DE TU TIEMPO DE SILENCIO HOY?

Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

  • Te llegará por correo electrónico diariamente o una vez a la semana, según elijas.
  • Le llevará a través de la Biblia en 6 años, frase por frase o tema por tema.
  • Llega a ti en pequeños fragmentos de unos pocos versículos cada día.
  • Podrás elegir cualquier versión de la Biblia que quieras leer con un solo clic.
  • Después de leerlo puedes escribir tus pensamientos y aplicaciones si así lo deseas.
  • Luego puedes hacer clic en mi comentario que incluye una explicación sencilla del contenido, una ilustración práctica y una aplicación personal.
  • Hay una página de oración y alabanza de los misioneros que cambia semanalmente.
  • Hay un versículo para memorizar semanalmente que corresponde con lo que estás leyendo.
  • Hay un lugar donde puedes escribir tus pensamientos o hacer preguntas diariamente.

Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

Continuar