15 de enero de 2025
Comentario destacado
How to start a conclusion in an essay
De vos, Camargo, no ha quedado ahí ninguna huella: estás seguro. Tal como en la noche de la filmación, también esta vez vaciaste los cartones de jugo en la pileta de la cocina, dejando que corriera el agua un largo rato, y metiste los envases vacíos en una bolsa que arrojaste luego en la calle. Ya nada se podía hacer para eliminar la sangre. Que la mujer imaginara lo que le diera la gana. No te importó tampoco que Momir usara las toallas del baño para limpiarse. ¿Quién podría identificar al vagabundo Witold Witkiewicz, ciudadano polaco que dentro de tres horas se embarcaría rumbo a Santiago de Chile, con el miserable que había asaltado a una periodista reconocida? Era improbable que la mujer denunciara el hecho a la policía. Ni siquiera podía estar segura de que la hubieran violado. No había visto a nadie. Quizás hasta se sintiera culpable. Había olvidado cerrar con traba la puerta del departamento y llamar a un cerrajero para que colocara un mecanismo de seguridad, tal como Sicardi le había aconsejado. Iría al médico: eso era previsible. Los análisis de sangre revelarían que estaba infectada. Cuando llegara ese momento, ¿cómo haría para contárselo al amante? Y él, ¿qué haría? Si Camargo estuviera en el lugar de ese hombre, oiría la historia con desconfianza. Era una idiotez tomar en serio a una mujer que se desnudaba delante de una ventana sin cortinas, exponiéndose a miradas intrusas, y que mecía el cuerpo de manera provocadora. ¿Se puede confiar en una mujer así? –Papi está prácticamente muerto. Los médicos le recetaron cáncer del hígado, y que ya no hay nada que hacer. Que dizque tiene para unas horas o días, si acaso. Te lo venimos a avisar para que estés enterado. Este apartamento mío está rodeado de terrazas y balcones. Terrazas y balcones por los cuatro costados pero adentro nada, salvo una cama, unas sillas y la mesa desde la que les escribo. "¡Cómo! -dijo Alexis cuando lo vio-. ¿Aquí no hay música?" Yo siempre he dicho y redicho que el sexo lo tienen los negros enquistado en la cabeza. Hay que sacárselo de allí a varillazos. O qué ¿Vamos a permitir que sigan estos desaforados desgraciando impunemente los edificios? ¡A son de qué! ¿Acaso somos candidatos demócratas? ¡Abajo Cristo! ¡Viva el racismo! ¡Muera la democracia alcahueta! Pero empecé en La Solita y acabé en La Esperanza, y dejé a Víctor apoyado contra el marco de una puerta. Sentáte Víctor y descansá que esto se acabó: papi ya se murió, y aunque creás que estoy vivo porque me estás leyendo, ¡cuánto hace que yo también estoy muerto! Hoy soy unas míseras palabrassobre un papel. Ya se encargará el Tiempo todopoderoso de deshacer el papel y de embrollar esas palabras hasta que no signifiquen nada. Todo se tiene que morir. Y este idioma también. ¡O qué! ¿Se cree eterna esta lengua pendeja? Lengua necia de un pueblo cerril de curas y tinterillos, aquí consigno tu muerte próxima. Requiescat in pace Hispanica lingua. –Sinfonía. Sinfonía Número Cuarenta en sol menor. Esta noche vas a acostarte por primera vez en el catre de monje de la calle Reconquista, aunque quién sabe si podrás siquiera cerrar los ojos. Dejarás tu sillón de observador, te acercarás muchas veces al telescopio Bushnell, y repasarás cada movimiento de mañana. Te gustaría entrar en el departamento de la mujer de enfrente apenas salga rumbo a su trabajo, pero la empleada de la limpieza se queda allí hasta la una de la tarde y tendrás que armarte de paciencia. Hay un ligero cambio en la rutina de los jugos que la mujer bebe antes de acostarse: aunque sigue prefiriendo los de naranja, a veces se desvía hacia los de manzana. Siempre hay dos o tres cartones en su heladera. Para evitar el menor riesgo, vas a verter dos gramos de fenobarbital en cada envase. Esta vez tendrás que usar guantes, porque el castigo que vas a inferir es muy osado y no deben quedar huellas. También has extremado las precauciones reservando pasajes para Momir y su pareja en el avión que sale rumboa Santiago de Chile el sábado a mediodía. Desde allí, en tres escalas, llegarán a Belgrado. Los querés mudos y lejos. Has dejado los trámites en manos de Sicardi, con la certeza de que al mediodía, cuando lo llames, se habrá ocupado hasta del último detalle. Lo único que se te ha escapado, maldición, es saber dónde andan los sin techo durante el día, en qué cloacas se refugian, a quiénes ven. Tal vez se desplacen hacia los andenes de Retiro o hacia la Costanera Sur, donde has visto mendigar a gente que habla lenguas parecidas, o acaso esperen la noche en algún tren de carga anclado en Constitución. Perderlas demasiado tiempo ahora si los rastrearas. Dudas que Momir hable de vos con los de su calaña, porque no le has dicho tu nombre y ni siquiera le has revelado tu plan. Sólo te has asegurado de que no falle en lo esencial. –Imaginó por un momento que soy nadie -le decís-. Este nadie fue la única persona que te ha llamado por teléfono en tu semana de desgracia. Soy el único que ha ido hasta tu puerta para ofrecerte amor o lo que quieras. A otro nadie le darías una explicación. ¿Por qué me la negás a mí? Con breve gesto de cabeza asintieron y me acerqué al ataúd. Lo abrí. Y en efecto, era El Ñato, el mismo hijueputa. Las bolsas bajo los ojos, la nariz ñata, el bigotico a lo Hitler… Igualito. Era porque era. Pero si habían pasado treinta años, ¿cómo podía seguir igual? Ahí les dejo, para que lo piensen, el problemita. –Toma, papá, no es gran cosa -le dije-. Es lo que gané anoche. Pero tal vez les alcance para unapiteada de whisky que se pueden tomar los dos por ahí. Como un perro que orina para indicar que por ahí pasó, la Loca se pasó la vida pariendo hijos: le iban saliendo de las entrañas, de sus profundidades oscuras como el infierno con los imborrables genes Rendón. Imborrables, digo, porque hasta donde yo sepa, con todo y los progresos que dizque ha hecho la humanidad, aún no ha inventado el borrador de genes. Por lo pronto, de mi álbum de fotos, de daguerrotipos, la voy cortando con unas tijeras de donde aparece: está en los bautizos, en las primeras comuniones, en las bodas, en los entierros, ubicua como Dios Padre o como Balzac. En los bautizos quería ser la bautizada; en las primeras comuniones, la comulgante; en las bodas, la novia; y en los entierros, ¡la muerta! Me ha quedado un álbum de fotos mutiladas, una verdadera masacre de recuerdos tijereteados. –Alex, fuiste demasiado impetuoso. Ese puntapié final fue una cosa muy fea. -Al oír esto sentí que elrasdrás me nublaba losglasos, y dije: Llegué a uno de esosmestos de té-y-café, hermanos, y a través de los grandes cristalesvideé que estaba atestado deliudos apagados, corrientes, delitsos pacientes e inexpresivos, que no harían daño a nadie, todos sentados allígoborando quedamente ypiteando unos tés y cafés inofensivos.Iteé en el interior, fui hasta la barra y pedí un buenchai caliente con muchamoloco, y luegoiteé hasta una mesa y me senté apitearlo. Una pareja joven ocupaba aquella mesa y bebían y fumaban cánceres con filtro, ygoboraban ysmecaban en voz baja, pero apenas reparé en ellos y seguí bebiendo y soñando y preguntándome qué era lo que estaba cambiando en mí y qué iba a ocurrirme. Sin embargovideé que ladébochca de la mesa que estaba con elcheloveco era de película, no de la clase que querrías tumbar en el suelo para darle el viejo unodós, unodós, sino que tenía unploto y unlitso de primera, y unarota sonriente y unboloso muy muy brillante y toda esacala. Y entonces elveco que la acompañaba, que llevaba un sombrero en lagolová y estaba de espaldas a mí, volvió ellitso paravidear elbolche reloj de pared que había en elmesto, y entonces pudevidear quién era y élvideó quién era yo. Era Pete, uno de mis tresdrugos de los días en que éramos Georgie, Lerdo, él y yo. Era Pete, que parecía mucho mayor aunque no podía tener entonces más de diecinueve años y llevaba un pequeño bigote y un traje corriente y el sombrero puesto. –Muy bien. De la vista seguía bien, aún no se la destruía el toxoplasma..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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