15 de enero de 2025
Comentario destacado
How to problem solve effectively
Se incorporó con dificultad de la hamaca del jardín para saludarme, y al abrazarlo sentí como si apretara contra el corazón un costalado de huesos. Un pájaro cortó el aire seco con un llamado inarmónico, metálico: «¡Gruac! ¡Gruac! ¡Gruac!». O algo así, como triturando lata. Que iba graznando delmango al ciruelo, del ciruelo a la enredadera, de la enredadera al techo, sin dejarse ver. –El nombre de pila, qué manera de hablar. Nombre de pila. ¡Roque! -dije de golpe-. Ahí tenés. Se llama Roque y es agrónomo. ¿Por qué está tan limpio? Bajo las altas estaciones del Metro y entre las ruinas, como islitas del silencio eterno quedaban en pie las iglesias. Pero cerradas. Cerradas no les fueran a robar el copón y la custodia y con la custodia el Santísimo expuesto. Expuesto al robo. Ni siquiera eso me dejaron, esos oasis de paz, frescos, callados, donde yo solía de muchacho refugiarme del estrépito y el calor de afuera y me ponía a escuchar reverente, en un recogimiento devoto, el silencio de Dios. No tenía pues ni ciudad ni casa, eran ajenas. Culpa del tiempo y de la proliferación de la raza. Al tiempo se lo perdono, qué remedio, pero no a esta paridera sin ton ni son que lo saca a uno del rincón de la perra y no le deja al cristiano un campito siquiera donde meterse a morir. Ay abuela, si me oyeras, si vivieras, si supieras en lo que se han convertido mi vida y este país y esta casa, ya ni nos reconocerías. En mi cuarto escueto en que la noche empantanada no avanza, mirando por entre las tinieblas sin ver, miro el sillón vacío de la abuela, el sillón en que la abuela se sentaba a oír correr las horas cuando el abuelo se murió y ya no tuvo aliciente para seguir viviendo y se quedó mirando al techo. ¡Aliciente! La palabra es suya, de ella, y también ya se murió. Se murió y ni nos dimos cuenta. –La casera tendió la mesa para doce -insistió ella. No, no las abría. Que si las abría entraba el viento frío de afuera. Y seguía muy campante en la hamaca que tenía colgada de pared a pared. ¡Qué desastre ese apartamento suyo de Bogotá! Peor que esta casa de Medellín donde se estaba muriendo. Nada más les describo el baño. –Te estás convirtiendo en una gran periodista, Reina. El aire es la parodia del agua. Te subleva que, al mirarte, lo haga con negligencia, como si va se hubiera puesto fuera de tu alcance. Hay algo en su actitud evasiva que te devuelve a la infancia. Ella es la otra, la perdida,¿no? Si tu padre lo vio con tanta nitidez, tanta certeza, ¿por qué lo desoíste? La ira te saca de quicio y, sin embargo, tu voz mantiene la mesura. No ha contestado aún Reina a todas tus preguntas. El maldito calambre volvió de repente. Descendió como un garrote desde los músculos de la cadera y dobló en dos a Camargo. Era el mismo dolor de un mes atrás y de hacía un año, durante el viaje a Davos. Llegaba y se iba. Pero mientras estaba allí, lo convertía en un inválido. Maestro lo sostuvo con una fortaleza humillante. Yecamos de regreso a la ciudad, hermanos míos, pero justo a la entrada, no lejos de lo que llamaban el canal industrial,videamos la aguja indicadora del combustible que casi se caía, precisamente como nuestras propias agujas, ja, ja, ja, y el auto tosía cashl cashl cashl. Pero no había mucho de qué preocuparse, porque allí cerca las luces azules de una estación ferroviaria se apagaban y encendían, se apagaban y encendían. La cuestión era si dejaríamos el auto paraque losobiraran losmilitsos o si (ya que andábamos con ganas de destruir y matar) le daríamos una buenatolchocada hacia las aguasstarrias para presenciar un hermoso y ruidosoplesco antes que acabara la noche. Decidimos estoúltimo, y después de bajar y soltar los frenos, los cuatro lotolchocamos hasta el borde del agua sucia, que era como melaza mezclada con productos del agujero humano, y allí le dimos untolchocojoroschó y adentro se fue. Tuvimos que retroceder de un salto para que la roña no nos salpicase losplatis, pero allá fue, esplussssshhhh y glolp glolp glolp, discreta y suavemente. -Adiós, viejodrugo -exclamó Georgie, y el Lerdo lo acompañó con una gran risotada de payaso-: Ju ju ju ju. -Nos acercamos a la estación para abordar el tren al centro, como se llamaba entonces al sector medio de la ciudad. Pagamos sin chistar nuestros pasajes, y esperamos correctamente y sin escándalo en la plataforma,y el viejo Lerdo se puso a jugar con las máquinas tragamonedas, pues tenía loscarmanos llenos de pequeños níqueles; y si hubiese sido necesario se habría dedicado a distribuir barras de chocolate a los pobres y los necesitados, aunque no había ninguno por ahí, y luego llegó resoplando el viejo expreso, y subimos a un coche del tren, que parecía casi vacío. Para entretenernos durante el viaje de tres minutos jugamos con lo que ellos llamaban el tapizado, y arrancamos unos lindos yjoroschós pedazos de las tripas de los asientos, y el viejo Lerdo descargó la cadena sobre elocno , hasta que el vidrio crujió y saltó dejando entrar el aire invernal. Pero todos estábamos fuera de caja, cansados y aplastados, pues la noche nos había obligado a gastar un poco de energía, hermanos míos; sólo el Lerdo, como el payaso y animal que era, parecía mejor que nunca, todo sucio y despidiendo unvono de sudor que era una de las cosas que yo tenía contra el viejo Lerdo. –Te debo una cena en San Pablo o en Buenos Aires. –Mañana, pedile a Cantilo que te muestre los soldaditos -murmura Santiago a mi lado, en la oscuridad. La madre trabajaba en un hospital de tuberculosos y, como le habían dado el turno de noche, dormía hasta bien avanzada la tarde. Pasaba el resto del día tomando notas en un cuaderno, sin ocuparse de la cocina ni de la limpieza. Tampoco del niño, que era feliz sentándose a su lado y contemplándola. De vez en cuando, ella reparaba en Camargo y le devolvía la mirada. «Mi gato, mi gatitos, le decía entonces, meneando la cabeza, con una ternura que él extrañaba todavía. No se acordaba de la voz, pero la ternura perdida era como una pierna o un oído que le hubieran quitado y que lo disminuía ante las demás personas. Sumidos en el mar de brumas, coronada la montaña, los faros del Studebaker horadan la noche ahuyentando los fantasmas. Abajo, en la oscuridad, se abre Colombia inmensa, y aunque no la veamos sentimos cómo palpita -tibio, acogedor, seguro- su corazón. Seguro hasta en la muerte misma que nos aplicará algún día, lo pronostico..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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¿QUÉ SACÓ DE TU TIEMPO DE SILENCIO HOY?

Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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