15 de enero de 2025
Comentario destacado
Homework should not be given
–Shhhh -me callaba el radioescucha. –Ah, las viejas vitaminas, ¿no es cierto? -y le mandé un silbidito, pero no me hizo caso. Lo único que hizo fue clavarme la aguja en el brazo izquierdo, y svizzzz entró la vitamina. Y la débochca se fue, clac clac clac sobre lasnogas de taco alto. Entonces apareció elveco de chaqueta blanca que parecía un enfermero trayendo una silla de ruedas. Me sentí unmalenco sorprendido, y dije: La gorda traga con delicadeza de buchón. La osadía de la mujer no tiene límites. Después del episodio del bar se ha declarado enferma y ha faltado tres días a sus obligaciones en El Diario. A cualquier otro redactor le habrías enviado un médico para que lo devuelva al trabajo, pero con ella debés ser cauteloso. Si la examinara el médico,te acusaría de haberla golpeado, omitiendo de mala fe todas las razones que te llevaron a ese arrebato. Es taimada y, mientras no la acoses, se callará la boca. Pero cuando ella misma decide que ya se ha curado, urde una treta que te toma de sorpresa. Antes de la reunión de editores se ha presentado en la oficina de Enzo Maestro y le ha dicho que tiene un testigo insólito en el caso del contrabando de armas: un coronel, resentido porque no le pagaron la comisión que le correspondía en la venta de ocho mil fusiles de combate y diez millones de proyectiles. Al salir de una entrevista con el primo del presidente penitente, el coronel fue detenido por venta ilegal de drogas. Era falso, por supuesto, pero a la vez innegable: seis kilos de cocaína fueron encontrados en un jarrón de su casa. Una falla en el procedimiento judicial lo rescató de la cárcel y al día siguiente el coronelestaba lejos de la Argentina. En algunas de las operaciones de contrabando había servido como intermediario, y tenía copias de los cheques pagados por traficantes serbios al cuñado y al hijo del penitente. Ofrecía los documentos a cambio de que El Diario publicara su versión de los hechos. Erapreciso ir a buscarlos a Caracas, donde el abogado del coronel esperaría a Reina -sólo a ella: al menos eso le dijo a Enzo- en el aeropuerto. Volví al apartamento y al rato llegó Alexis, con un garrafón de aguardiente: dos botellas y media pues. "Hubieras comprado también unas copitas -le hice ver-. Ya ves que aquí no hay ni en qué tomar". "De la botella". Abrió la botella, se tomó un trago y me lo dio en la boca. Así, tomando yo ensu boca, él en la mía, en el delirio de una vida idiota, de un amor imposible, de un odio ajeno nos empacamos el garrafón. De modo que cada uno tomó por su lado, y yo eructando arrrgh por la coca fría que habíapiteado . Tenía labritba lista por si alguno de losdrugos de Billyboy estaba esperando cerca del bloque de viviendas, o para el caso cualquiera de las demás bandas, o grupos oschaicas que de tanto en tanto estaban en guerra con uno. Yo vivía con mi pe y mi eme en las casas del bloque municipal 18A, entre la avenida Kingsley y la calle Wilson. Llegué a la puerta de calle sin inconveniente, aunque pasé al Iado de un jovenmálchico extendido, que gemía ycrichaba en la calzada, bien cortadito por todos lados, ya la luz del farol vi también manchas de sangre aquí y allá, como firmas, oh hermanos míos, de los juegos de la noche. Y también vi, junto al 18A, un par deniznos dedébochca, seguramente arrancados con brusquedad en el calor del momento, hermanos míos. Entré en el edificio. En el vestíbulo se veía la buena y vieja pintura municipal sobre las paredes -vecos yptitsas muy bien desarrollados, severos en la dignidad del trabajo, en el banco o la máquina, sin un centímetro deplatis sobre losplotos bien conformados. Por supuesto, como podía adivinarse, algunos de losmálchicos del 18A habían embellecido y decorado el gran cuadro con lápiz y bolígrafo hábiles, agregando pelos y palos bien rígidos yslovos sucios a lasrotas dignas de estosvecos ydébochcasnagos . Me acerqué al ascensor, pero no era necesario apretar elnopca para saber que no funcionaba, porque esa noche lo habíantolchocado realmentejoroschó; las puertas de metal estaban completamente abolladas, lo que indicaba una fuerza de veras notable. De modo que tuve que subir por la escalera los diez pisos. Lo hice maldiciendo y jadeando, cansado del cuerpo ya que no del cerebro. Esa noche necesitaba urgentemente oír música, quizás a causa de ladébochca que había cantado en elKorova.Quería darme un atracón, hermanos míos, antes de que me sellaran el pasaporte en la frontera del sueño y levantaran elschesto rayado para dejarme pasar. –Acaso algo está por venir? –A usted, Espósito, le parece que va a haber guerra. Espósito, pendiente de algo que ocurre cerca de la puerta, piensa que no. Momento en que apareció entre los árboles el padre Cherubini y dijo que aguaitaba, en obsequio nostro, poder asujetar la sua flammigera et mutabile naturaleza angélica. Onduló su formidable corpachón de un lado a otro, agitó el farolito y lanzó una carcajada capaz de deshojar un bosque. Agregó que, para la ocasión, era una especie de Fuego Fatuo, aunque sus palabras fueron ego sonno un variedat macho de la Fata Morgana, pareció repentinamente indeciso por algo, preguntó ¿dije bien? y siguió hablando con el astrólogo mientras Espósito comprendía que nada de eso estaba sucediendo, porque lo que habíacomenzado a suceder era la llegada al Cerro, estos árboles súbitamente reales, la amenazadora silueta de un hombre en una de las ventanas de la casa, un hombre maduro, alto, que incluso a esa distancia parecía irradiar su ominosa presencia sobre el parque, y Esteban volvió a sentir algo que ya había sentido en el ómnibus, como un cambio de perspectiva o desplazamiento, se vio a sí mismo, caminando a solas, pero también se vio entre el profesor Urba y el padre Custodio quien ahora decía haber decidido venir il mesmo pa sacarlo de la smarrita senda antes que il nostro dottore infernalelo llevara pal fondo et lo putrefalenciara, si es que en realidad lo decía, porque lo que sí oyó Esteban fue la voz que cantaba una zamba, un relincho, un trueno, un ladrido, y vio cosas que sólo podrían describirse por la negativa, árboles sin nombres grabados a cortapluma en su corteza, reflejos de agua sin nunca más camalotes ni islas resplandecientes en la otra orilla, terebintos y robles para siempre sin plazas en un barrio de Buenos Aires, un mundo a punto de saltar en pedazos sin nunca más el país de Jauja. Lo cual, ahijadito, no es ninguna consideración estupenda pero, intervino el astrólogo, se acerca bastante a la verdad. Y para el caso también sirven alegorías con incendios de naves, voladuras de puentes, saltos al vacío o baúles que se abandonan en un naufragio. Porque tu signo es ése, y el signo de nuestro tiempo es ése, al carajo con el iluminado mundo moderno y al carajo con el joven iluminado y antiguo, estamos al borde del milenio, en la peligrosa cornisa de la nada, sobre la cuerda floja del infierno, y yo te garanto que sobrevivir en este clima será como volar un puente, quemar un barco, abandonar las valijas, saltar a ciegas. Como dinamitarse el alma y ver qué armamos con los pedazos dispersos, si es que queda algún pedazo, y todo un poco rápido, antes que el buen planeta viejo de Santiago pegue toda la vuelta y se encuentre mirándose la nuca y nos sorprendan la noche primitiva, el hacha venidera de sílex y la caverna junto al pantano, así que afinadito si podemos, o si no a lo que salga. Ningún hombre supo nunca si estaría vivo en el próximo minuto, lo que ya era bastante duro de tragar, hoy ni siquiera sabemos si el mundo va a durar una semana, ¿qué puede hacerse, en un caso así? Apechugar et dentrar pa adentro!, dijoel padre Cherubini, mientras los tres subían la escalinata de la casa. –Ahí voy -dijo-. Ya estoy yendo. Ya llegué. Almuerzo en un bodegón tan lúgubre que el único modo de no impresionarse es tomar vino: te invito. Hola, Bastián. De allá entre los arbustos creí percibir que no todo es amor y recuerdos en los parques… –A tu jefe le va a gustar cualquier cosa que yo decida -dijo, dándole la espalda. Sonreíste y dijiste que intentara. Después tomaste los paquetitos de azúcar de mi plato y, cuidadosamente, comenzaste a desenvolverlos. Parecías absorbida por aquella operación. Satisfecha, echaste uno de los terrones en mi taza. Yo dije que mi intención había sido llamar a tu casa pero que ya tenía el teléfono en la mano cuando recordé que no sabía tu número (movimiento afirmativo de cabeza), lo cual me puso en una situación incómoda ante el señor de la caja registradora (gesto de no entender el problema) porque soy de esas personas enfermizamente tímidas (mirada neutra) que no loparecen. Nadie pide prestado un teléfono, levanta el tubo y vuelve a colgar sin marcar ningún número. Vos dirías que mucha gente lo hace (afirmación), ya que uno tiene todo el derecho del mundo de arrepentirse, pero justamente mi problema es que no soy como mucha gente (mirada neutra) de modo que cuando tengo un teléfono en la mano y alguien me mira, o hasta si nadie me mira, siento el impulso irrefrenable de hacer algo con él (¿por ejemplo?), metérselo en el culo a la señora de esa mesa que no se pierde palabra de lo que digo (tos en la otra mesa) de modo que llamé al único número de Córdoba que recordaba, el de mi hotel, y pregunté por mí, calculando que me dirían que no estaba y todo volvería a la normalidad. Era la hora de llegar a la redacción pero prefirió tomar la tarde con calma. Desenchufó el teléfono de su casa-el contestador registraba sólo dos llamadas de la madre preguntándole dónde había ido-, se desvistió, hizo flexiones ante el espejo del dormitorio y se dio un baño caliente, de inmersión, a la máxima temperatura que toleraba su cuerpo. Salió adormilada, envuelta en dos toallas, y al tenderse sobre la cama se quedó dormida. El sonido de la caja registradora, la llegada de Santiago, un canillita que pasó casi cantando los cubanos no retiran los misiles ultimátum de los Estados Unidos buques soviéticos avanzan hacia la zona de conflicto naves argentinas apoyan el bloqueo y que fue como un entremetimiento de la realidad, brutal y súbito, exigiendo de Esteban Espósito un certificado de legalidad, un salvoconducto, aquel acto o aquel gesto como un papel firmado y estampillado y puesto en regla, aquello, lo que fuese, que justificara este minuto mío en esta mesa del café frente al hotel donde tus manos se han posado casual y por primera vez familiarmente sobre mis manos, mientras afuera la inminencia de la lluvia, la sombra de Mariano, la amenaza de la guerra, el fantasma sin cara de alguien llamado Patricio, la ciudad repentinamente ensanchada hasta abarcar la circunferencia del mundo y en uno de los rincones de esa megalópolis a punto de estallar, otra ciudad, llamada Buenos Aires, con un desesperado o un loco, Filiberto Toriano argentino de cuarenta y ocho años capturado en un bar de la calle San José llevando un paquete con una bomba de fabricación casera atado debajo de la camisa. El detenido, de filiación peronista, declaró que su intención era detonarla en el Departamento de Policía y suicidarse. Santiago, sentado junto a nosotros, recortó con mucho cuidado la noticia y la guardó en un bolsillo. Quién es Patricio, alcancéapreguntar. "El padre de Mariano", habías dicho evasiva y secamente, y agregaste que ahora sí debías volver a tu casa pero antes de que te fueras todavía sucedió algo, una especie de juego o de viajé imposible, conmigo y con el jujeño, un viaje a una isla, un disparate o un sueño que de todos modosno pudo sucederporque no hubo tiempo ni de que lo imagináramos. Más tarde Santiago cruzó al hotel; alguien lo llamaba de Jujuy. Un momento después vos también te has ido y estoy solo. Camino por la vereda de Santo Domingo, veo un remolino de papeles y hojas secas, recojo en el aire la página de un diario. Ley Marcial en Venezuela. Avión norteamericano viola espacio aéreo soviético. 50 Aniversario de la fundación de Río Cuarto. Dos naves flechter argentinas, el Espora y el Rosales, navegan hacia Cuba. Los chinos preparan masivo ataque contra Assan en la India. Cine Novedades:La cabalgata del circo.Dólar 136,50 para la compra. Leo riendo un recuadro, lo recorto lo mejor que puedo y tiro el diario a una alcantarilla, pienso que esta noticia sí debería verla el jujeño. En ese trayecto, otra vez la Cueva de la Sibila y, a su lado, la librería y papelería Fausto.Libros usados y religiosos.Entré. Salí con este cuaderno. Llegué a la casa de Verónica y, desde hace años, estoy allí, detenido en el descanso de la escalera de caoba. La escalera es larga, describe una pequeña curva y va a perderse allá abajo, en la opalescente penumbra del vestíbulo. De un lado, la gran ventana que daal patio de las Catalinas; del otro, el retrato de Laureano Zamudio. El abuelo me contempla socarrón: espera pacientemente su turno. Sabe, desde una madrugada despavorida de hace ciento cincuenta años, que ése que está ahí ha venido también a contar su historia. Él lo sabe, yo en la escaleratodavía no lo sé. Yo acumulo rostros, nombres de lugares, la voz de un canillita, palabras que fueron decisivas y palabras oídas al pasar, inscripciones, una lámina de San Jorge que no veré hasta la noche, el fulgor de una moneda.(¿cara?, ¿ceca?) en la mano de la Sirenita, el puente de piedra, un remolino de papeles y hojas secas en mi camino a la casa de Verónica, sin ningún orden de importancia ni jerarquía. Con la avaricia de un coleccionista loco. Las pequeñas cosas y las grandes, no por grandes o por pequeñas, sino porque no hubo más que ésas y todo consistirá en que algún día yo las nombre y escriba con ellas una fábula, una historia a la que hoy el recuerdo impone este desorden, o que me impone a mí su caos. Porque esta salvación depende de eso: de que yo evoque cada cosa y la escriba, como voy escribiendo cada una de las palabras que son Santiago, como escribiré cada una de las que serán Verónica, Lalo o Bastían. Lalo. Es extraño llevar tantas páginas escritas sin haberlo nombrado ni una sola vez. Lo vi esa tarde al llegar a la casa de Verónica. Lalo Ocampo. Cuarenta y seis años. Alto, curtido por el sol, pelo que había dejado de ser rubio para empezar a encanecer, lo que acentuaba su aspecto aristocrático. Cazador de caza mayor. Lo he visto esa mañana, o anoche, durante algunos minutos, y vuelvo a verlo ahora, hablando del suicidio de Hemingway y de rifles de repetición con la señorita Etelvina y sus muchachas. Entre ellas, Inés. Mirada alarmante, pensé. –La policía -dije-, la horrible e inmunda policía. -Otra víctima -dijo elveco, medio suspirando-. .

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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¿QUÉ SACÓ DE TU TIEMPO DE SILENCIO HOY?

Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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