15 de enero de 2025
Comentario destacado
Homework policy in schools
–Y yo no puedo cambiar de planes. Llevo dos meses detrás de esa entrevista. No me la van a postergar. Tampoco quiero que la posterguen. –El Lerdo -dije- tiene que aprender a quedarse en su lugar. ¿Es así? –Oíme -repitió Bastián. –No es un cumplido. Te lo digo en serio. Me casaría con vos pero no puedo. Tengo el doble de tu edad. –No, claro no: es un protozoario. Vale decir cien mil veces más grandecito. Tan grandecito que uno le puede reventar la panza a cuchilladas. Así que fui a la cabinamalenca donde uno podíaslusar los discos que quería comprar, y elveco me puso un disco, pero no era la Cuarenta sino la Praga -elveco había sacado lo primero de Mozart que encontró en el estante, pensé- y eso empezó arasrecearme de veras, y tenía que cuidarme por miedo al dolor y a las náuseas, pero lo que yo había olvidado era algo que no debía de haber olvidado, y ahora me dieron ganas de acabar de una vez. Era que esosbrachnos doctores habían dispuesto las cosas de modo que cualquier música que me emocionara tenía que enfermarme, lo mismo que sivideara o quisiera recurrir a la violencia, y esto porque todas esas películas de violencia tenían música. Y recordé especialmente la horrible película nazi con la Quinta de Beethoven, último movimiento. Y ahora descubría que el hermoso Mozart se había convertido también en algo horrible; salí corriendo de la tienda mientras losnadsatssmecaban y elveco del mostradorcrichaba: -iEh eh eh!- Pero no le hice caso y me fui, y tambaleándome como un ciego, crucé la calle y di vuelta la esquina, hacia el bar lácteoKorova.Yo sabía qué me hacía falta. El doctor Branom se marchó. Me quedé tendido en la cama pensando que estaba en un verdadero paraíso, y me dediqué a leer algunas de las revistas que me habían dejado:Deportes Mundiales, Sinyma(ésta dedicada a películas) yMetas.Luego, volví a recostarme y cerré losglasos y pensé qué agradable era volver a ser libre, Alex, quizá con un trabajito lindo y fácil durante el día, porque ahora era demasiado viejo para la viejascolivola, y después tal vez juntara una nueva banda para lanaito, y el primerraboto sería echarle la mano al Lerdo y a Pete, si ya no los habían apresado losmilitsos. Esta vez tendría mucho cuidado de que no melovetaran. Me daban otra oportunidad, a pesar de que había matado, y no era justo que me dejaralovetar de nuevo, después que se tomaban tanto trabajo para mostrarme las películas que harían de mí un muchacho realmente bueno. En realidad, yo estabasmecando realmentejoroschó de la inocencia de los tipos, y seguíasmecando cuando me trajeron el almuerzo en una bandeja. El veco era el mismo que me había llevado almalenco dormitorio cuando llegué por primera vez almesto, y me dijo: Una tensión súbita le salta a la cara. Como se ha echado el pelo hacia atrás, podes ver que las sienes le laten. Has calculado bien el efecto de la palabra pólvora, su insinuación erótica. –Oh, la más bella y dulce de lasdébochcas, pongo el corazón a tus pies para que lo pises. Si tuviera una rosa te la daría. Si el suelo estuviera mojado ycaloso extendería misplatis para que caminaras encima y no mancharas tusnogas exquisitas con la roña y lacala. -Y mientras decía todo esto, oh hermanos míos, sentía que la náusea iba cediendo.- Permite -criché- que te venere y sea tu auxilio y protector en este mundo perverso. -Entonces me vino elslovo justo, y me sentí mejor, y le dije:- Déjame ser tu auténtico caballero -y otra vez me arrodillé, inclinado casi hasta rozar el suelo. –Qué ustedes. –En qué pensás. –La segunda vez, Bastían. Demasiado para un solo día. Que esta vitrina esté abierta y yo pueda meter la mano y robar ese libro, pensé, no tiene nada del otro mundo. Lo que no pensé es por qué se me ocurrió que no tenía nada delotromundo. La soledad de la biblioteca, su convencional misterio de biblioteca en penumbras, se había vuelto vagamente amenazante. Qué hago acá y dónde se habrán metido esas momias, dos preguntas que me hice mientras esperaba. Esperar me enferma. Una mujer de bronce, sin brazos, mutilada por su autor a la altura de las rodillas, me miraba con sus órbitas negras al pie de una escalera. Las estatuas de mujer son inquietantes: sus ojos de epilépticas. Di la vuelta y me coloqué detrás. Fue peor. Ahora no podía apartar la vista de sus glúteos de etíope, formidables, un culo como para sentarse a meditar en Dios sobre la cumbre del Aconcagua. Menos mal que en seguida oí pasos y vocesy el lugar se llenó de manos, apretoncitos, caras con sonrisas y toda clase de buenas costumbres. La señorita Cavarozzi dijo: "Creíamos que ya no vendría a Córdoba" y agregó que no me imaginaba así, aunque, enigmática, no dijo cómo me imaginaba. Pensando vieja loca cara de pájaro le pregunté si me quedaba tiempo de ir al hotel y pegarme un baño. La señorita Etelvina dijo que sí, me quedaba tiempo, dos horas hasta las nueve de la noche para andar por la ciudad o bañarme. Y se rió, no sé de qué. Tenía un modo de reírse, de caminar alrededor de uno, de mover las alitas, que daban ganas de tirarle alpiste. Definitivamente, esa mujer tenía algo; quiero decir la escultura. Volví a examinarla con inquietud. ¿Dónde había visto algo parecido?, ¿y por qué era importante? La vieja señorita Cavarozzi, siguiendo a saltitos mi evolución alrededor de aquel esperpento, creyó oportuno informarme acerca de su autor, especie de Rodin cordobés, gran imaginación creadora. Me doy cuenta, dije yo. Ella me habló de solidez y equilibrio. Yo le pregunté si no le parecía demasiado culona. La vieja señorita me miró. Si no la han puesto demasiado cerca de la escalera, si ese macetón no le quita espacio. Saludé y me fui. En la puerta me crucé con Santiago. Santiago o algún otro que hacía versos y que venía del norte del país. En el siglo IX, la Ciudad de Dios se había organizado nuevamente en Imperio (mierda de tipos, realmente); pero Él sopló (!) en los corazones la rebeldía y el orgullo, y el Imperio fue desbaratado. –Qué sé yo -le ha dicho ella, impaciente-. Cuando llegué, ya había empezado. –A cada rato. A cada rato me lo dicen..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

¿Por qué no te comprometes a tener devociones diarias con nosotros todos los días de este año? Regístrate al final de la página para recibirlas en tu correo electrónico todos los días. ¡Deja que Dios haga algo especial en tu vida! 

¿QUÉ SACÓ DE TU TIEMPO DE SILENCIO HOY?

Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

  • Te llegará por correo electrónico diariamente o una vez a la semana, según elijas.
  • Le llevará a través de la Biblia en 6 años, frase por frase o tema por tema.
  • Llega a ti en pequeños fragmentos de unos pocos versículos cada día.
  • Podrás elegir cualquier versión de la Biblia que quieras leer con un solo clic.
  • Después de leerlo puedes escribir tus pensamientos y aplicaciones si así lo deseas.
  • Luego puedes hacer clic en mi comentario que incluye una explicación sencilla del contenido, una ilustración práctica y una aplicación personal.
  • Hay una página de oración y alabanza de los misioneros que cambia semanalmente.
  • Hay un versículo para memorizar semanalmente que corresponde con lo que estás leyendo.
  • Hay un lugar donde puedes escribir tus pensamientos o hacer preguntas diariamente.

Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

Continuar